El Municipio, una reflexión

  • Horacio Cano Vargas

En este espacio ya he señalado la necesidad de reconciliarnos con nuestro pasado, en especial reconocer a los hombres que contribuyeron a construir lo que hoy somos. Pero además de revalorar la historia nacional y reconocer a nuestros héroes, debemos rescatar aquellas formas de hacer las cosas que nos hicieron, durante la época colonial, una de las naciones más prósperas en todo el mundo.

Hay que sentirnos orgullosos de ser herederos de grandes culturas. Los impresionantes pueblos mesoamericanos que se establecieron en lo que hoy es nuestro país, lograron grandes avances científicos, construyeron ciudades impactantes, mismas que siguen impresionando a las personas que las visitan en la actualidad. Somos herederos del gran pueblo español, en su momento el imperio más extenso del mundo, con grandes tradiciones e importantes humanistas. El ser mexicano es ser heredero de los poemas de Netzahualcóyotl y los textos de Cervantes; es ser sucesores del reino Castilla y de la sorprendente cultura Maya.

Con el paso del tiempo y en nombre de la modernidad hemos adoptado conceptos extraños a lo que somos como nación. Con la implementación de “novedosas” formas hemos hecho de nuestro sistema jurídico un hibrido, que toma tradiciones anglosajonas, hispanas o galas sin distinción alguna. Muchas veces esta mezcla ha causado que nuestro derecho no se parezca a la realidad. Parafraseando a Ferdinand Lasalle, cuando se quiere adaptar la realidad a un sistema jurídico, este último ha fracasado y es momento de replantearlo.

Un claro ejemplo de lo anterior es la estructura de nuestros niveles de gobierno. Intentando emular al implementado en Estados Unidos (bajo un contexto totalmente distinto), se impuso en México un sistema federal, con estados libres y soberanos, los cuales delegan facultades al poder central. Pero nuestra Constitución a pesar de ser federalista dejó vivas figuras jurídicas que tenemos desde la colonia (donde la forma de gobierno era monárquica), como lo son los Ayuntamientos. Bajo la lógica del sistema americano, el cual copiamos, se debería incluir la existencia de los condados, órgano intermedio entre el estado y la municipalidad, concepto que hoy en día no reconoce nuestra Carta Magna.

Esta confusión de modelos monárquicos, insertados en modelos federalistas, ha ocasionado que nuestras instituciones no funcionen como lo que son. La autonomía de los Municipios que señala la Constitución, muchas veces no ha sido efectiva. Se les otorga las mismas atribuciones a Ayuntamientos que gobiernan grandes ciudades que a los que son autoridad en pequeños pueblos. Se regula igual a lo que a todas luces no es igual. En fin las leyes no atienen a la realidad de nuestra nación.

Creo que es digno de reflexión, en esta época de grandes transformaciones, el definir el papel del Municipio. Revisar las alternativas que nos plantean otros sistemas jurídicos y políticos para acercar nuestra legislación a la realidad. Pero también sería prudente revisar la historia, rescatar los modelos exitosos que se dieron lugar en alguna época de nuestra historia. Hay que replantearnos nuestro futuro teniendo en cuenta nuestro pasado.

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Horacio Cano Vargas

Licenciado en Derecho por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios de Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Se ha desempeñado en el campo profesional como abogado postulante, docente, funcionario público en el Municipio de Puebla y Director del Comité Pro-Construcción del Santuario Diocesano Guadalupano de la Arquidiócesis de Puebla.