El cabildeo en México y el caso de PWC
- Mario Ricciardi
A raíz de las notas periodísticas que en semanas pasadas dieron a notar las prácticas de los cabilderos de la firma PriceWaterhouseCooper (PWC) en el Congreso de la Unión, el cabildeo volvió a ser noticia en México. Pero, ¿qué aspectos se resaltan de esta actividad tan controvertida en las noticias referidas?
El pasado 14 de octubre, el periódico nacional El Universal publicó que la firma PWC ofrece sus servicios de cabildeo para “tirar” o “modificar” artículos contenidos en la entonces propuesta de reforma fiscal del Poder Ejecutivo. Este periódico aseguró que, como se detalla en un documento confidencial que posee de esta firma, por cada artículo de la ley que logre modificar, PWC, presuntamente, cobra un millón de dólares más IVA. Asimismo, detalló que supuestamente cobra 70 mil dólares por cada entrevista que realice con cualquier legislador, y 5 mil dólares más IVA por cada hora invertida en el análisis de algún asunto. A todo esto, la firma replicó que existen errores de interpretación en el documento confidencial al que hace referencia El Universal, ya que dichos honorarios son en moneda nacional y no en dólares, como se afirma en las noticias, entre otras cosas.
Así, con estas noticias el cabildeo en México se hizo notorio otra vez en la opinión pública. Pero tomó relevancia por el tráfico de influencias y la corrupción que puede suscitar, no por la información técnica y la pluralidad de voces que puede presentar a los legisladores ante un asunto determinado, como puede ser una reforma fiscal. Esto es una constante: parecería que el cabildeo o el lobbying es sinónimo de corrupción, lo cual induce una acepción negativa y parcial del mismo. En ese sentido, normalmente se hace especial énfasis en ese aspecto sombrío de la materia, pero se pasan por alto los aspectos positivos de la misma.
Los cabilderos de PWC están registrados como tales en el Congreso de la Unión y suscriben el código de ética de la Asociación Nacional de Profesionales del Cabildeo (PROCAB). A pesar de todo esto, llamó mucho la atención pública el monto que los cabilderos cobran por su labor. Igualmente, porque la corrupción es, otra vez, una constante en la política, en los políticos y los cabilderos que se benefician de la disposición de los bienes públicos de manera discrecional.
Además de que las noticias del cabildeo de PWC mostraron el lado negativo y más famoso del lobbying, vale resaltar que éstas también hicieron referencia a un crecimiento y desarrollo de este fenómeno en México, lo cual es una forma de mirar positivamente el tema. El Poder Legislativo federal, tanto su cámara baja como la alta, cuentan con un apartado en sus reglamentos interiores que norman al cabildeo y la actividad de los actores que lo llevan a cabo. Pocos países cuentan con este tipo de normatividad; en América Latina, México es de las pocas democracias en transición de la región que cuenta con este tipo de reglamento, lo cual no es poca cosa. Pero parecería que esto no es noticia, mientras que la corrupción sí.
Poniendo en perspectiva el asunto, las noticias referidas de El Universal colocaron el acento en aspectos negativos del cabildeo, pero sirvieron para poner el reflector sobre el tema y apresurar reformas en la normatividad que regula a la actividad. Aunque todavía quedaron pendientes para hacer más transparente el trabajo de los cabilderos, las reformas realizadas al Reglamento interior de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en el capítulo del Cabildeo, son avances importantes en esta materia, ya que expresamente tipifica y prohíbe los sobornos.
Así, pudiera hacerse la lectura de que los avances en la regulación del cabildeo o lobbying en México, son parte de los resultados tangibles que arroja la consolidación de la transición hacia la democracia. Es decir, vale la pena matizar al lobbying, y percibir sus aspectos positivos y negativos para la democracia, tomando ambas acepciones y no solamente una de estas como normalmente ocurre.