Elecciones y reclamos de los estudiantes

  • Joshue Uriel Figueroa
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En la BUAP, existen elecciones recurrentes: de Rector, Directores, Consejeros Universitarios, de Unidad Académica. Consejeros por función: de investigación y posgrado; educación superior; educación media.   Son la representación institucional que nada tiene que ver con el malestar,  decepción e impotencia  de los estudiantes hacia la burocracia y la desinformación.

El problema es esencialmente uno, la mayoría de los estudiantes nos vamos de la casa de estudios y nos enfrentamos al mundo laboral, la burocracia de la universidad se queda instalada, por ello trabajen bien o mal las generaciones de alumnos partimos en poco tiempo. Su permanencia, en la mayoría de los casos, propicia la prepotencia, la arrogancia y la perpetración de  especímenes académicos que no se actualizan y viven de la mediocridad y  la simulación en la enseñanza. Este constituye a mi parecer, el punto de partida de abusos y arbitrariedades contra el estudiantado y que desata una serie de inconformidades generalizadas en la UAP. Expondré algunos casos para ilustrar el panorama.

El Plan Universitario Minerva (MUM), pretende la modernización en los programas de estudio de las licenciaturas para que sean de competencia internacional, irónico pero ya no se lleva ingles como materia, pero es requisito de titulación, para ello hay que pagar la certificación, todo un negocio, porque suponen que la mayoría ya tenemos un conocimiento mediano de esta lengua extranjera, pero la verdad es que no existe tal. Ante esta situación se recurre a los cursos de inglés que ofrece la universidad, sin embargo tienen un costo extra y por si fuera poco, tenemos que pagar el examen de acreditación, que no es nada económico. Para el próximo año, egresan las primeras generaciones del MUM, o acreditan el idioma Inglés o simplemente no se titulan, haber como nos va con la eficiencia terminal y de titulación.

El mismo plan también modificó los criterios para la realización del servicio social, e incorporó la actividad de prácticas profesionales. En cuanto al primer rubro tiene un costo de inscripción de 550 pesos y  dos pagos de liberación: uno de 550 pesos y otros 480 pesos. Aun no término de comprender que, llevar a cabo el servicio social tenga un costo extra (exorbitante e injustificado) a los gastos que implica su realización. Pero eso no es todo, además, tenemos que pagar el servicio como materia (80 pesos aproximadamente)  porque resulta que asientan una calificación. El encargado de esa labor es un tutor que nunca conocemos y por si fuera poco jamás recibimos una tutoría. Pero eso sí, nos cobran el servicio en tiempo y forma. Lo que impera en este caso en toda la universidad es la desinformación de un nuevo plan que ni los funcionarios de primer nivel conocen-  lo peor, entre ellos se contradicen – no pueden explicar sus famosos ejes horizontales, verticales y transversales en los planes de estudio.

Por otro lado, una demanda que cada vez comparten más estudiantes, es la de una alimentación económica y sana a través de un comedor universitario, tal idea nace  de la indignación  de presenciar barras o cafeterías caras y negocios de transnacionales en ciudad universitaria. Es decir, dentro de nuestra universidad tenemos Subway e Itallian Coffe (solo falta un Oxxo) pero no tenemos un comedor estudiantil.  Más allá de la indignación, los altos costos de la alimentación y el desequilibrio alimenticio no sólo repercuten en nuestros bolsillos estudiantiles y en nuestra salud, sino también en nuestra educación. Pero eso es tema de otro artículo.

Otro caso interesante  son los campus regionales, los cuales son mediatizados fuertemente en su inauguración, pero no se les da un seguimiento profundo. He tenido la oportunidad de visitar tres de ellos: Tehuacán, Chignahuapan y Huachinango todos tienen una característica en común: una alta genuinidad intelectual y humana en sus estudiantes, pero no existe un apoyo constante en actividades complementarias, ni en materiales académicos, y ni se hable de los problemas burocráticos. La producción intelectual de las licenciaturas, el apoyo a la investigación, redacción y difusión de las ciencias sociales es mínima.

Por ello debemos empezar a considerar figuras que no se contemplan en los diagnósticos que sustentan los planes de desarrollo de la universidad, como el Referéndum y los Plebiscitos, para la toma de decisiones y la  Revocación de Mandato de las autoridades cuando se alejen de la función social de la universidad pública.

En fin, estos son tan sólo algunos ejemplos de las problemáticas estudiantiles derivadas de la falta de compromiso que suelen tener las autoridades universitarias y funcionarios de primer y segundo nivel burocrático.

A propósito de las elecciones de Directores, a mi parecer deben comprometerse en atender algunos  de los problemas anteriormente expuestos y de incentivar principalmente la consulta estudiantil como motor de su gestión. Para ello deben desarrollar practicas  que no estén fundadas en la demagogia, la retorica y la mentira. Necesitamos directores con un compromiso académico y político hacia todos los estudiantes, con una dinámica de integración, optimización y transparencia en su gestión. Directores que tenga la virtud de escuchar, de ser tolerantes y reflexivos en sus acciones.

Pero no basta con tener un buen director sino nos disponemos como estudiantes a proponer lo posible y a trabajar lo imposible. Como dice Alexis de Tocqueville “al escribirlo no he creído servir ni combatir ningún partido; he intentado ver no de otra manera, sino más lejos que los partidos: y mientras ellos se ocupan del mañana mismo, yo he querido pensar en el porvenir”.

Por todo lo anterior, los Funcionarios y Directores de las Escuelas, Facultades e Institutos, debe estar sin duda en la organización y los proyectos de los estudiantes.

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Joshue Uriel Figueroa

Politólogo y abogado con estudios de Maestría en Políticas Públicas y Género (FLACSO). Fue Consejero Universitario en la BUAP. Activista por los derechos humanos. Se ha desempeñado como asesor en el INE y en la Cámara de Diputados. Desde el 2019 es titular del Programa Becas Benito Juárez en Puebla.