Hace un tiempo se afirmaba que en la BUAP había crisis recurrentes cada diez años. En los 50s con el tema de la Autonomía, en los 60s con la Reforma Universitaria. En los 70s con las secuelas del movimiento del 68 y la tremenda represión. La Universidad enfrentada al Estado. La universidad politizada al punto de la extrema intolerancia a la crítica y al disenso. En los 80s, se presentó la ruptura con el control del Partido Comunista y en los 90s, la salida de Samuel Malpica después de una crisis de gobernabilidad institucional.

A partir de entonces, son ya más de dos décadas de transiciones tersas en el mando universitario, desde el Maestro José Doger Corte pasando por Enrique Doger Guerrero y el Enrique Agüera Ibáñez, este mes de marzo, la rectoría queda en manos de Alfonso Esparza Ortiz.

La estabilidad institucional ha sido sin duda, un baluarte para la transformación de la universidad pública de Puebla en una de corte más académico, sin que por ello se hayan dejado de estudiar corrientes de pensamiento liberales que representan enfoques críticos del sistema político mexicano.

Cada rector ha impreso su propio estilo y aportado al resultado actual en el que la BUAP recibe reconocimientos por las evaluaciones externas y, es vista como una de las mejores universidades de México.

No obstante, el estado actual de las cosas no permite pausas ni distracciones, cada mejora conduce a nuevas necesidades y nuevas oportunidades. El incremento en el número de miembros del S.N.I. se acompaña del necesario apoyo para sus proyectos de investigación, cada evaluación produce una serie de recomendaciones que se deben atender, cada docente que logra un posgrado debe ser recompensado y reconocido por ello, etc. Etc.

En efecto, hay muchos asuntos que deben mejorar, algunos que se deben reforzar y replantear, entre otros temas el Mtro. Esparza propuso durante su campaña: La revisión de la política de Admisión,  una estrategia de acompañamiento que disminuya la des-incorporación de estudiantes, una administración enfocada a lo sustantivo que dirija sus esfuerzos al apoyo a los académicos y los estudiantes.

EL rector ha planteado una planeación prospectiva que implica el inicio, hoy, de acciones para el futuro, esa visión hará que el futuro sea proactivamente construido por los universitarios. Parece cliché y no lo es: el futuro se construye no se espera a que llegue. La universidad de los años porvenir no solamente seguirá vigente sino que será una parte medular en el desarrollo social y económico del estado.

En esta nueva época, le deseo a Alfonso Esparza Ortiz el mejor de los éxitos por el bien de la BUAP y de Puebla.

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