Recientemente leía una entrada del blog de Fernando Manzanilla sobre la "generación del merecimiento", de aquellos jóvenes veinteañeros que creemos merecerlo todo. La verdad, llamó mi atención aquella pregunta que lanzaba al inicio de su escrito: “¿de verdad los actuales veinteañeros creen merecerlo todo?”.

Yo soy joven, pertenezco a esa generación a la cual se refiere y opino que merecerlo todo sin esfuerzo alguno es prácticamente imposible para la mayoría de las personas, al final todo en la vida tiene un costo, al menos de oportunidad. La verdadera clave del éxito está en saber identificar oportunidades y tomar una decisión correcta frente a ellas. La actual generación de jóvenes (de 14 a 29 años) que hoy representamos casi la tercera parte de la población total del país (36 millones), según cifras del IMJUVE de 2010, tenemos muchas y diversas oportunidades para abrirnos camino al éxito en la vida y a la felicidad. 

¿Por qué? 

Una proporción poblacional así como la nuestra, y en la plenitud de usar su capacidad creativa, idealismo y capacidad de innovación, que fácilmente puede adaptarse a cambios en el entorno y con la posibilidad de trabajar y aprender de otras generaciones como la de los Baby Bommers y la generación X, en mi opinión, es una generación que lo tiene todo, no se sí merecido o no, pero en definitiva esa es nuestra mayor fortaleza, haber nacido en medio de un mundo que aún reconoce lo valioso de su pasado e historia y que puede preparar un porvenir nunca antes imaginado.

¿Y de las dificultades?

Sin lugar a dudas, creo que las dificultades que esta generación de jóvenes atravesamos son las consecuencias de la falta de previsión de anteriores generaciones y gobiernos con miras a preparar las condiciones necesarias para aprovechar el boom demográfico, ya que no sólo se trata de la mayor proporción de población joven en la historia de México, sino de la mayor proporción de población en edad laboral, y por lo tanto, de hacer productivo a nuestro país. Hoy las condiciones económicas y laborales no son las más idóneas para garantizar que esta enorme proporción de población, para cuando llegue a la edad del retiro (estimado en el año 2050), pueda asegurar una buena calidad de vida. En resumen, el reto de nuestra generación es hacer lo mejor que esté a nuestro alcance, aprovechando los recursos actuales, para garantizar la sostenibilidad de nuestra vida futura.

La irresponsabilidad: pequeña pero grande debilidad.

Si bien tenemos frente a nosotros oportunidades nunca antes vistas en México, tanto demográficamente como históricamente, y a pesar de las amenazas externas en lo económico y laboral, la realidad es que el peor enemigo de nuestra generación es la falta de previsión en el futuro, y esto lo adjudico principalmente a la idea de vivir única y exclusivamente en el presente, sin tomar en cuenta que la falta de responsabilidad en nuestros actos puede llevarnos a arruinar un futuro prometedor. Y me refiero a la irresponsabilidad en cuanto a tomar parte activa de la vida política, social y económica de nuestro país. Las encuestas más recientes de juventud indican que tan sólo uno de cada 10 jóvenes de 14 a 29 años ha tratado de poner su propio negocio, al 65% poco o nada les interesa la política, y en participación social esta se da principalmente en asociaciones deportivas (42.3%), organizaciones religiosas (37.8%), seguidas de las asociaciones estudiantiles (33.2%), pero poco o nada en temas de solidaridad comunitaria.

Creo que los actuales veinteañeros, o los que en próximos años entrarán en la segunda década de vida, no somos del todo consientes que tenemos mucho más que cualquier otra generación en la historia, y que tenemos que ganarnos ese derecho a merecerlo todo, invirtiendo nuestro talento en acrecentar todo eso que hemos recibido.

Twitter: @jonathanmaza