Cabildeo histórico en México: la Intervención Francesa y el caso de Puebla
- Mario Ricciardi
El cabildeo o lobbying se ha vuelto a hacer presente en Puebla, en semanas pasadas, en relación a la protección de la vida y los derechos de los animales. El cabildeo que se desarrolló por distintas agrupaciones que defienden los derechos de los animales, dio cuenta de que este fenómeno ha venido in crescendo en cuanto a su cantidad y calidad en México, así como en entidades como Puebla. Pero esta no es una actividad nueva, y en este artículo se explorará al respecto.
Si bien el cabildeo se ha reimpulsado y hecho cada vez más profesional desde la transición hacia la democracia, este no es un fenómeno nuevo en la política mexicana ni latinoamericana. La gestión de intereses, aunque en democracia se desarrolla más libre, de forma más transparente y plural es tan vieja como la propia política. En tal sentido, si se entiende al cabildeo o al lobbying en una concepción amplia y laxa como la gestión constante del derecho de formular peticiones ante las autoridades, se puede formular la siguiente hipótesis: así como en los Estados Unidos de América –donde el lobbying fue practicado desde la época de las 13 Colonias y ocupó, como tema, a los Padres fundadores a finales del siglo XVIII–, también en México –y Puebla para ser más precisos– el cabildeo se comenzó a desarrollar en la época del Virreinato de la Nueva España, mucho antes de México como Estado-Nación y la democracia liberal republicana.
Esta obvia hipótesis, en muchas ocasiones, ha sido ignorada cuando se habla del cabildeo en México. Pero, como consta en el libro Testimonios de la Puebla de Zaragoza en el Archivo General Municipal de Puebla: 1857-1980 (BUAP y Ayuntamiento de Puebla, AGM, 2012: 117), en la serie Expedientes del Archivo General Municipal –la cual está compuesta de mil quinientos volúmenes que, desde la segunda mitad del siglo XIX, se recopiló para catalogar los diferentes asuntos que concernieron al gobierno municipal–, aunque embrionariamente el cabildeo se practicaba por criollos, comerciantes, eclesiásticos, militares, entre otros habitantes encumbrados de la sociedad novohispana. De igual forma sucedía en el siglo XIX. Esto se constata con documentos oficiales que datan de 1591 y pasan por los siglos XVII, XVIII, XIX y XX.
Entre los temas que destacan dentro de esta serie de documentos del cabildo municipal, sobresaltan las gestiones que se hacían para permisos de construcción de hospitales, conventos y escuelas, así como solicitudes de tierras. También, constan documentos sobre cuestiones muy sensibles que vivieron los poblanos en 1863, año de la intervención francesa: la obligatoriedad para los poblanos de alojar en sus casas al ejército francés, que tomó la ciudad tras el sitio de Puebla. Es decir, el hecho de peticionar frente a las autoridades del Ayuntamiento Municipal, ha sido ejercitado desde tiempos remotos, y el siglo XIX no fue la excepción.
Así, mediante un escrito dirigido al Cabildo y fechado el 20 de octubre de 1863, doña Catarina González de Remolina, preceptora de primeras letras en la ciudad y Directora de la Enseñanza Municipal para niñas, pedía que se le pagara lo que había dejado de percibir durante el tiempo del sitio, además de otros tres meses que había invertido en la reapertura de una nueva escuela y el aumento de dos pesos mensuales para igualar el sueldo que antes percibía. Pese a los oficios de la señora –que más allá de ese escrito, se desconoce si ella organizaba tertulias, invitaba a agasajos sociales, asistía a eventos públicos como ir a la Catedral o a la ópera, o si financiaba algún tipo de publicación, lo cual serían algunas acciones de cabildeo propias de aquellos tiempos–, el Ayuntamiento acordó que no había lugar a lo solicitado. Este fue un tema que ocupó a muchos en la Puebla de aquellos tiempos. Semanas después, el cuerpo edilicio recibió un proyecto de contribución para liberar a los habitantes de Puebla a la obligación de dar alojamiento a los oficiales, mismo que incluía un presupuesto aproximado de alojamientos en los diferentes cuarteles y hospitales de la ciudad. Dicho proyecto no tuvo ningún acuerdo o tratamiento posterior. Como siempre, los tiempos y contextos son determinantes para la fortuna de ciertos intereses y cabildeos.
El 14 de marzo de 1866, alrededor de dos años y medio después de los documentos antes mencionados, los tiempos cambiaban y el Cabildo hizo del conocimiento que se recibió el ocurso relativo a la solicitud que realizó el presbítero Manuel Paz y Puente, para que se le paguen los arrendamientos de unos entresuelos de la casa número 4 de la calle de Santa Teresa que fueron ocupados por el ejército francés; la ocupación fue hecha por un oficial de marina, desde mayo de 1863 hasta octubre de 1864, adeudándosele 144 pesos. El expediente tuvo el número 151 de la sección de Hacienda. También, consta el ocurso relativo al pago de arrendamientos de la casa número 9 de la calle Mesones, solicitado por dona Ignacia Rangel el 20 de marzo de 1866, por haber sido ocupada por oficiales del ejército francés; el expediente tuvo el número 162 de la sección de Hacienda.
En fin, las demandas, peticiones o acciones en pro de algún interés particular que se realizaron por distintos poblanos y poblanas en la época de la intervención francesa, pueden ser asumidas como acciones de cabildeo. Precisamente, se puede pensar que durante el siglo XIX la gestión de intereses, al igual que durante la colonia española de la Nueva España, iba queriendo emerger. Es decir, aunque la historia mexicana es basta en su temática, el cabildeo o lobbying no es una un tema muy tratado, aunque es apasionante y sobra el material que puede demostrarlo.