¿Por qué no votan los ciudadanos?
- Joshue Uriel Figueroa
La democracia mexicana se enarbola en un instituto electoral que no existe en otra parte del mundo, inclusive una identificación ciudadana como la credencial para votar es una rareza fuera de México. Las urnas son transparentes para evitar los embarazos y existe un alto grado de observación ciudadana en las casillas. Entonces, si tenemos un proceso de elección altamente refinado contra fraudes y cualquier creación para sabotear elecciones ¿por qué los ciudadanos no votan?
En las elecciones por la alcaldía de Puebla, según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), predominó el abstencionismo en un 55.5%, es decir, aproximadamente 674,413.00 ciudadanos no votaron en estas elecciones de la capital poblana y si eso fuera poco 23,509 personas anularon su voto. Estos datos arrojan que más de la mitad de la población se siente indiferente con el resultado, independientemente de quien haya ganado. Da igual votar o no hacerlo el sistema de participación ciudadana se encuentra acotado a los urnas.
Por ello podríamos hablar de una pérdida de representación mas que de gobernabilidad, el hecho de que existan una incredulidad y desesperanza ciudadana en los comicios refleja un alto grado de insatisfacción social con el sistema político. Tan desgastadas se encuentran las elecciones, que los partidos políticos recurren a cientos de trampas y coacciones para obtener más votos. Pareciera que esto se vuelve un juego peligroso entre el gobierno, los partidos políticos y los ciudadanos, sabiendo estos últimos que están condenados a perder, prefieren refugiarse en la política de la abstención optando por no opinar, no votar, no interesarse, no preocuparse por asuntos en los cuales le son ajenos porque creen no poder influir en los mismos y es mejor adoptar una cultura política de la sobrevivencia.
Pero hay que entender que esta crisis de representación no es propia de Puebla, en todo el mundo la sociedad civil se organiza por no sentirse representados, pasan de la sobrevivencia a la vivencia de la política, la apropiación de lo público; Egipto, Turquía, Brasil son ejemplos recientes de ello. Las políticas absurdas de los gobiernos, el gasto innecesario, la imposición y el derroche del espectáculo frente a la pobreza y el desempleo son los polos que encienden la mecha de la sociedad. En Brasil fueron los preparativos para el mundial olvidándose de las necesidades de la población, en Puebla son los festejos del 5 de mayo y las mega obras; en Egipto es la imposición y en Puebla es la simulación; en Turquía es la privatización de lo público y en Puebla es el saqueo de lo público.
Nos encontramos ante coordenadas muy parecidas, pues la lógica mundial tiene impactos locales como el saqueo minero, la destrucción de comunidades y de la naturaleza para instaurar proyectos industriales que son acciones gubernamentales que no pueden sino responder a los intereses de la oligarquía. Si lo que vivimos es una oligarquía que juega a ser demócrata, ¿para qué votar? Si la mayor parte de las decisiones importantes no son resueltas en las urnas, si la mayoría no es tomada en cuenta, si la dignidad no se encuentra en términos electorales
En todas partes la oligarquía nos vende la idea de la sofisticación, la especialización y la superación de problemas en las elecciones para así obtener una mejor democracia. Así se vende la misma idea en la formación y especialización del capital humano para obtener una mejor calidad de vida, nos encontramos con la cruda realidad de que no hay oportunidades laborales, así como no hay representación. Ahora tenemos Doctores y buenos especialistas varados en malos empleos y escasa bolsa laboral. Así también, tenemos las elecciones más sofisticadas del mundo con ciudadanos varados entre la indiferencia, la desesperanza y el clientelismo.
Los ciudadanos no votan, porque la democracia que impone es la de un proceso de elección de la oligarquía y no la de una democracia como forma de vida de la sociedad. En hora buena felicidades a la abstención por su “triunfo” cuantitativo, tendremos “representantes” queramos o no, sin más opción a todos los ciudadanos nos toca inventar la democracia. Recordemos que la democracia y la ciudadanía no se buscan en las urnas sino en las calles.
Opinion para Interiores:
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Politólogo y abogado con estudios de Maestría en Políticas Públicas y Género (FLACSO). Fue Consejero Universitario en la BUAP. Activista por los derechos humanos. Se ha desempeñado como asesor en el INE y en la Cámara de Diputados. Desde el 2019 es titular del Programa Becas Benito Juárez en Puebla.