• Cultura

Las criaturas de mármol que habitan el Palacio de Bellas Artes

  • Lizzette Vela
En su 90 aniversario se revelaron secretos de sus estatuas y la belleza que perdura en el tiempo
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El Palacio de Bellas Artes, ícono cultural de México, celebra este domingo su 90 aniversario. Esta arquitectura, diseñada por el arquitecto italiano Adamo Boari, se convirtió en un refugio de belleza y arte. Sus estatuas, aunque silenciosas, cuentan historias que muchos transeúntes ignoran. Las criaturas de mármol que adornan su fachada y sus interiores son testigos del paso del tiempo y de la transformación de la ciudad.

Las esculturas, como el imponente Pegaso, vuelan sobre la explanada, mientras que el mono de mármol, tallado en el segundo nivel, parece aullar en un eterno sueño. Estas obras son parte del paisaje urbano durante noventa años, desafiando la contaminación y el olvido. A través de sus formas, el Palacio invita a contemplar la belleza cotidiana que a menudo pasan por alto.

El diseño de Boari, influenciado por el Art Nouveau, alberga a seres fantásticos esculpidos por los mejores artistas de la época, como Leonardo Bistolfi. Sus obras en la fachada principal, representando la Armonía, la Música y la Inspiración, son portentos que gritan por ser reconocidos. Sin embargo, la mayoría de las personas simplemente pasan de largo, ajenas a la magia que emana de estos mármoles.

La Armonía, en el centro del tímpano, muestra a una mujer desnuda rodeada de ángeles que parecen entonar melodías etéreas. Este conjunto escultórico evoca la conexión entre el arte y la emoción, recordándonos que la belleza puede surgir incluso en el caos de la vida urbana. Junto a ella, figuras como La Música y La Inspiración fluyen con gracia, despertando la creatividad en quienes se atreven a mirar.

En lo alto del edificio, cuatro mujeres aladas lloran lágrimas de pátina, simbolizando el dolor del mundo y la búsqueda de la belleza. Estos detalles, a menudo pasados por alto, invitan a reflexionar sobre el legado cultural que el Palacio ha construido a lo largo de los años. La luz del día juega con las sombras de las estatuas, creando un espectáculo visual que cambia constantemente.

Durante estos noventa años, las criaturas de mármol han habitado este espacio, siendo guardianas de la cultura y la historia de México. Su presencia recuerda la importancia del arte y la belleza de quienes  admiran lo que les rodea.

El Palacio de Bellas Artes se erige en un edificio como un símbolo de la continuidad del arte, la cultura y la belleza donde cada estatua, cada detalle es un recordatorio de que, a pesar del bullicio de la ciudad, siempre hay espacio para la admiración y la reflexión. (LV) 

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