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La cemita poblana, orgullo gastronómico; conoce su historia y origen
En un recorrido por la capital poblana es posible encontrarse con una gran variedad de platillos que forman parte de la riqueza gastronómica y cultural del estado, pues en diversos lugares de la ciudad podemos encontrar puestos y restaurantes que ofrecen platillos como las chalupas, tacos, enchiladas, chiles en nogada y desde luego las cemitas.
La cemita es uno de los platillos más llamativos del estado de Puebla, se trata de una pieza de pan con ajonjolí rellena con milanesa de pollo o puerco, papas, aguacate, chile chipotle, quesillo y pápalo, sin faltar el toque de aceite de oliva; su popularidad es tan amplia que las personas que las preparan se han aventurado a crear nuevas presentaciones con diversos ingredientes.
¿Cuál es el origen del pan de la cemita?
La cemita ya preparada es uno de los manjares más sabrosos al que nadie puede resistirse; pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde vino el pan con el que las hacen?, bueno, pues aquí te contamos un poco de su historia.
De acuerdo con algunos datos históricos, el pan de la cemita fue introducido a México originalmente por los conquistadores españoles, y con el paso de los años su elaboración fue enriquecida por los sabores y técnicas de los franceses. Según información de la Universidad de Oriente, tras el perfeccionamiento de la cemita, esta fue elaborada en molinos y hornos que se encontraban en lo que hoy es Atlixco, Izúcar de Matamoros, Cholula y San Martín Texmelucan.
Sin embargo, otra de las referencias históricas ubica el origen del pan de cemita en el año de 1696, época cuando los panaderos conocían a este alimento como pan de “acemite”; y era considerado el pan de los pobres, ya que era de bajo costo.
Otras investigaciones señalan que el pan de cemita surgió de un largo proceso en el que se fusionaron el bizcocho y la galleta hueca casi a finales de la época colonial, cuando este pan era entregado como tributo a la corona española, resurgiendo después como una variedad única durante el siglo XIX.
Parte de su historia también se ubica en el Centro de Puebla, en el que era el mercado de La Victoria, lugar al que llegaban los cargadores y desayunaban el pan de acemite; su presentación actual fue tomando forma debido a que cuando los vendedores tenían productos algo magullados les reglaban a los cargadores aguacates, cebolla, jitomate y el tradicional pápalo.
La evolución del pan de la cemita tuvo una importante influencia europea, pues tras la intervención francesa se le dio esa consistencia que lo hace suave por dentro y tostado por fuera, dándole una mayor durabilidad; posteriormente, se le agregó el ajonjolí como adorno, ya que durante el año 1913 hubo una pequeña influencia de la comunidad árabe.
La cemita en la actualidad
Hoy en día es imposible imaginar una cemita con todos sus ingredientes, pues se ha convertido en uno de los platillos más conocidos dentro del estado de Puebla y en diversas regiones de México; suele prepararse con frijoles, milanesa de pollo o puerco, aguacate, cebolla, jitomate, algunos le ponen papas, chile chipotle, quesillo y pápalo, además de un toque de aceite de oliva.
Pero, debido a su gran popularidad han surgido nuevas formas de prepararla, todas igual de ricas que la original, y es que podemos encontrar cemitas rellenas de chapulines, helado, doritos, carne árabe, carne al pastor, mole, carnitas, barbacoa e incluso de chalupas y hasta chile en nogada. (MIG)