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Elvira y Susana, últimas tejedoras de telar en la Sierra Negra

  • Andrea Castillo
Aunque mantienen viva la tradición del telar en Ixtlahuác se enfrentan a la falta de compradores y el desinterés de las nuevas generaciones
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En la punta de la Sierra Negra, existe una localidad llamada Ixtlahuác, donde la tradición de bordar blusas de manta cruda y tejer cotones en telar está a punto de desaparecer.  “Antes tejíamos con lana de borrego porque hacíamos los hilos, pero ya no, porque no tenemos quien nos compre”, comparten las artesanas.

Actualmente, solo dos mujeres se dedican a resguardar estas tradiciones heredadas de sus abuelas: Rosa Elvira Aguilar, quien trabaja en el telar rústico, y María Susana Berta Mijares, que borda con telas e hilos de colores. Desde niñas, vistieron con orgullo los atuendos de gala; ahora, solo las niñas y los niños los portan, gracias a una iniciativa de preescolares en comunidades cercanas.

El equipo de e-consulta visitó la casa de Rosa Elvira Aguilar, quien explicó que los bordados están en decadencia. Pocos los solicitan y, cuando lo hacen, no están dispuestos a pagar su verdadero valor.

“Desde niña aprendí a bordar con este hilo y estas figuras. Lo aprendí de mi mamá y, cuando ella murió a los 89 años, tomé esta actividad con más fuerza. Mi objetivo es que no se pierda. Ya enseñé a mi hija y ahora mi nieta tendrá que aprender”, comparte la artesana.

En aproximadamente un mes, Rosa Elvira termina de bordar las mangas y el pecho de una blusa, utilizando hilo de estambre o madeja sobre lienzos de manta cruda. Luego une las piezas en una sola. A veces, recurre a una costurera para ensamblarlas con máquina de coser, pero cuando no está disponible, ella misma lo hace.

 

 

María Susana Berta Mijares es otra mujer de origen indígena dedicada a preservar el tejido en telar. Trabaja con hilos cruzados y sostenidos sobre palos de madera atados a su cintura para crear cotones, que antes se tejían con lana natural de borrego.

En el pasado, recolectaban la lana de sus propios animales y, después de limpiarla en el río con hierbas especiales, la secaban y convertían en hilos delgados, listos para usar en el telar. Sin embargo, con el tiempo, la demanda de cotones disminuyó drásticamente. Ahora, ya no reúnen lana y han tenido que sustituirla con estambre.

María Susana habla náhuatl, por lo que se necesitó la ayuda de una traductora, la maestra Angélica Castañeda García. A través de ella, relató que la mayoría de las mujeres que tejían en telar eran adultas mayores y muchas ya han fallecido. Ahora, solo queda ella, quien se esfuerza por enseñar el arte a sus hijas y nietas, aunque ya no sea con lana de borrego.

 

Fundan el grupo Tlakmaxtlapepenalli

Con el propósito de preservar los bordados y tejidos, hace 18 años se creó el grupo Tlakmaxtlapepenalli, que significa "diseño contado", ya que, al dar forma a las costuras, cuentan el bordado. Este nombre también se aplica a las artesanías hechas en telar.

La agrupación comenzó con 24 mujeres, pero pocas continúan tejiendo o bordando regularmente. Solo Rosa Elvira y María Susana dedican tiempo constante a la elaboración de las blusas.

“No tenemos clientes; nadie nos ha pedido, pero si sale algo, tenemos guardadas”, comparte Rosa Elvira.

 

Preescolares se unen al rescate de la tradición

En el ciclo escolar pasado, preescolares de las comunidades de San GabrielIxtlahuác y San Pedro decidieron portar el traje típico: las niñas con blusa bordada y falda larga negra, mientras que los niños vestían camisas bordadas y calzón de manta, ambos con cotón. Sin embargo, en este ciclo escolar regresaron al uniforme convencional.

Las blusas pequeñas se venden en 500 pesos y las grandes en 800 pesos. Los cotones tienen un costo de entre 900 y mil 100 pesos, pero pocos están dispuestos a pagar lo que realmente valen. (APP)

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