• Cultura

La leyenda del Popocatépetl e Iztaccíhuatl, una historia de amor y dolor

  • Jipsy Herrera
Dos amantes que esperaban el uno al otro, cuya leyenda de amor ha trascendido en el tiempo y en la cultura mexicana
.

El amor es una de las sensaciones más fuertes del mundo, puede hacer cambiar a las personas y que éstas hagan hasta lo imposible por quien aman; un amor de leyenda es el que rodea a dos de las montañas más imponentes de México, la historia de Popocatépetl e Iztaccíhuatl, dos amantes que se convirtieron en volcanes esperando por verse de nuevo.

La cultura mexicana está empapada de leyendas e historias fantásticas que han sido transmitidas a través de las generaciones y una de ellas es el trágico, pero también hermoso relato sobre una pareja de jóvenes enamorados.

La leyenda del Popocatépetl e Iztaccíhuatl

La historia se remonta a la época prehispánica, cuando una doncella de nombre Iztaccíhuatl, la princesa más hermosa del pueblo, se enamora de Popocatépetl, un joven guerrero tlaxcalteca.

La leyenda cuenta que Popocatépetl debía partir a la guerra que su pueblo enfrentaba contra los aztecas, pero antes de partir, él pidió la mano de su amada al jefe de su pueblo.

El cacique, que era padre de la doncella, le concedió la mano de la bella Iztaccíhuatl, pero con la condición de que regresara sano y victorioso de la guerra; de esta forma podría desposar a la joven princesa. Popocatépetl partió a la batalla, mientras que Iztaccíhuatl esperaba a que su amor volviera.

Tras varios días de haber partido, la tribu guerrera volvía al pueblo, pero entre los guerreros no se encontraba el valeroso Popocatépetl; aprovechando su ausencia, Xinantecátl, rival de amores del guerrero, le dijo a la princesa Iztaccíhuatl que su amado había muerto en batalla.

Devastada por la noticia, la doncella se sumió en un amargo llanto, dejó de comer y cayó en un sueño profundo, sin que nadie pudiera despertarla. Poco tiempo después, Popocatépetl regresó triunfante de la guerra, lleno de esperanza por ver de nuevo a su amada, pero al entrar al pueblo recibió la terrible noticia de que Iztaccíhuatl había fallecido.

Entristecido, tomó en brazos a su amada y la llevó a lo alto de las montañas, donde recostó el cuerpo inerte y suplicó a los dioses su compasión para que le devolvieran a su amor; en espera de una respuesta, Popocatépetl besó tiernamente a Iztaccíhuatl, tomó una antorcha y se arrodilló junto a ella para así, velar su sueño eternamente.

Al ver su sufrimiento, los dioses se apiadaron del joven guerrero y decidieron convertir a Iztaccíhuatl en un volcán inactivo y a Popocatépetl en un volcán activo, de esta forma estarían juntos para siempre.

La leyenda cuenta que, cuando Popocatépetl se acuerda de su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna arde nuevamente, tiembla y su antorcha echa humo. Por eso se dice que Iztaccíhuatl y Popocatépetl murieron de tristeza porque no podían vivir el uno sin el otro, un amor que los convirtió en volcanes y que arderá como una llama por la eternidad. (AD)

Tags: 

Comentarios de Facebook: