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Reseña | Libros: Mil soles espléndidos de Khaled Hosseini

  • Emilia Rojas
La novela relata la situación de las mujeres afganas, en donde un apartheid de género las ha condenado por décadas
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Eran incontables las lunas que brillaban sobre sus azoteas, o los mil soles espléndidos que se ocultaban en sus muros”.

Bienvenidos a este espacio de colaboración con el periódico e-consulta. Esta semana escribo sobre la novela Mil soles espléndidos del afgano Khaled Hosseini, un autor que a través de sus obras nos muestra los escenarios de la población y de los refugiados de Afganistán.

Siendo muy niño vivió en París y en 1978, después de la revolución comunista y de la intervención soviética, recibió asilo político en Estados Unidos. En 1993, se graduó en Medicina y en 2003 presentó Cometas en el cielo (2003), una novela que se convirtió en un éxito mundial. En 2007 publicó Mil soles espléndidos (2007), colocándose en los diez libros más importantes del año. Su tercera novela Y las montañas hablaron (2013) ocupó el segundo lugar de ventas en Estados Unidos. En 2006 fue nombrado embajador de buena voluntad del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). También, creó una fundación que brinda ayuda humanitaria para los refugiados de su país.

¿Hasta dónde puede una mujer obedecer los mandatos masculinos? Esta pregunta y muchas más rondaron por mi cabeza cuando leí por primera vez Mil soles espléndidos, una novela de mujeres escrita por un hombre, en donde recrea: “las experiencias de vida son ventanas para millones de personas cuyas voces, de otra manera, no son contadas”; y que en sus tres novelas narra las vivencias de muchos afganos. 

La obra inicia con la historia de Mariam, una niña que vive en un pequeño Kolba (covacha) en la Provincia de Herat en la segunda mitad del siglo XX. Ella vive con Nana, su madre; las dos están alejadas de la civilización porque Mariam es una Harami (bastarda). 

Mariam tendrá que convertirse rápidamente en mujer, una mujer que toda su vida llevará sobre sus hombros el peso de la muerte de Nana y además el rechazo de Jalil, el padre que se avergüenza de ella. Será él, presionado por sus tres esposas legítimas, quien la entregue en matrimonio a Rashid, un hombre treinta años mayor y de la etnia Pastún. Era común que los matrimonios con menores fueran concertados en ese tiempo. Así, después de celebrarse el Nikka, toman el autobús a Kabul, una ciudad cosmopolita que se encuentra a 600 kilómetros. Será ahí en donde Mariam viva prácticamente un infierno y también, será ahí cuando se cruce con una nueva presencia en su vida.

Laila es muy diferente a Mariam porque tuvo la fortuna de tener un padre “liberal” que se preocupó por su educación. Una jovencita que creció con las reformas de los años setenta, en donde las mujeres tenían las mismas oportunidades que los hombres; eran tiempos de la República y después de la ocupación soviética en donde “casi dos tercios de las matrículas en la universidad de Kabul correspondían a mujeres. Mujeres que estudiaban derecho, medicina, ingeniería”. 

Dos mujeres que vivieron tiempos turbulentos al lado de un hombre cruel y conservador, obediente de la Sharía y de los usos y costumbres “pastunes” de obediencia y sumisión femenina. Ellas fueron testigos de la invasión soviética y de la resistencia del pueblo afgano; que sufrieron pérdidas cuando las diferentes facciones de Muyahidines lucharon por el control de Kabul y más tarde, fueron sometidas a las leyes de los talibanes. Es una historia de encuentros y desencuentros, de maltrato femenino, pero también de sororidad, de ese lazo que une a las mujeres, aun cuando esté en peligro su vida. 

Foto del afgano Khaled Hosseini de su cuenta de Facebook

¿Por qué leer Mil soles espléndidos?

Es una obra que describe muchas de las situaciones que vivieron los afganos en el siglo XX. “Historias de todos sin importar dónde vivas” es la historia de Mariam, la “harami”, la de Laila, de Aziza y también la de Tariq, un hombre que en su niñez pierde una pierna con una de las minas de colores soviéticas y que más tarde se convierte en refugiado en Pakistán. “Es la realidad de miles de afganos que tuvieron que salir de su país y vagar por el mundo” dijo en una entrevista a rtve. Relatos de civiles que enfrentaron muchas guerras y conflictos étnicos desde “El gran juego” entre Gran Bretaña y Rusia a finales del siglo XIX hasta la última invasión estadounidense de 2001.

Así también, describe las diversas interpretaciones del islam entre las etnias y culturas afganas, en donde los Pastunes sunníes siempre han menospreciado a los Házaras chiíes, condenándolos a realizar los trabajos más infames. Un mosaico de grandes clanes antagónicos que se han unido únicamente cuando ha existido un enemigo común: primero fueron rusos e ingleses, después los soviéticos.

Un país en donde las mujeres han estado privadas de sus derechos a pesar de los diversos intentos reformistas, primero de la Reina Soraya en la década de 1920 y después con las reformas impuestas por los soviéticos en 1979. Así, en los ochenta existió “la igualdad jurídica entre hombres y mujeres, se abolió el matrimonio infantil. De igual manera las mujeres tuvieron derecho a no usar velo y se legalizó el trabajo femenino”. Al final llegaron los talibanes en la década de 1990 y sus decretos eliminaron al sexo femenino del espacio público y de los derechos más básicos.

“Atención mujeres: Permaneceréis en vuestra casa, no es decente que las mujeres vaguen por las calles. Sí salís deberéis ir acompañada de un mahram, un pariente masculino. Si os descubren solas en la calle, seréis azotadas y enviadas a casa”.

Un reportaje del periódico colombinao El Espectador refiere que los talibanes decretaron 29 prohibiciones para las afganas. Un apartheid de género en donde las mujeres quedaron borradas del espacio público: se acabó la escuela, no podían hacer deporte, no podían trabajar incluso, no podían usar los baños públicos.

Hace poco más de un año, con la retirada de las tropas estadounidenses que ocuparon el país desde 2001, regresaron al poder los talibanes y con ello, muchos afganos sintieron temor y miedo, en especial las mujeres.

Esas mujeres que por momentos han gozado de la libertad porque pareciera que para ellas es un privilegio tener acceso a la educación, a vestirse como quieran y decidir; sí, decidir por su presente y su futuro. ¿Quién estableció que aún en el siglo XXI las leyes masculinas siguieran violentando a las mujeres?

Esta es la décima entrega de una serie de recomendaciones mensuales. En un mes escribiré sobre la novela A la sombra del Ángel de la estadounidense Kathryn S. Blair.

Los invito a que me escriban

Instagram: emilia rojas.escritora

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