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Corrida de toros: Gestas resucitó en Joaquín Galdós el Sábado de Gloria

  • Jaime Oaxaca
El torero oriundo de Lima quedó a deber en su actuación durante la corrida efectuada en la Plaza de Toros el Ranchero Aguilar
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Con buen ambiente, clima agradable y La Ranchero casi llena se efectuó la corrida nocturna de Sábado de Gloria en Tlaxcala. Al encierro de De Haro, de bella lámina y vistosas pintas, le faltó trapío y no tuvieron la bravura a la que nos tiene acostumbrado el ganadero, sólo el sexto medio peleó en varas. No fueron bureles bobos, de comportamiento complicados, que hace interesante la lidia.

Uriel Moreno “El Zapata”, Arturo Saldívar y el peruano Joaquín Galdós cortaron una oreja por piocha, pero la nota vergonzante la dio el peruano Galdós, quien debió irse a la cárcel por estafar al público, la gente pagó por verlo torear y el coleta no quiso hacerlo; se comportó como un ladrón, revivió a Gestas, aquel mal ladrón.

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El tercero de la noche, marcado con el número 16, hizo una salida emocionante, por derecho, cruzó todo el ruedo, aunque no remató en tablas. El peruano le dio dos lances de tanteo y no quiso saber más, El Pol, su subalterno lo bregó.

Galdós mandó que acribillaran al toro en varas, Paco Salinas obedeció, le dio duro a “Ozzie” en varias reuniones, Gestas sólo observaba, el pueblo estaba furioso, bronca al varilarguero cuando abandonó el ruedo, inclusive algo le aventaron en la puerta de picadores.

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La brega desordenada, para completar el viacrucis los banderilleros rejonearon a pie, tres veces una banderilla por viaje. Galdós tomó los avíos dos o tres pases de tanteo y el mal ladrón se fue a refugiar al callejón, se negó a matar al toro.

Creció el desconcierto de los asistentes, también la bronca, el juez suena los tres avisos, se abre la puerta de toriles, el burel regresa inmediatamente. Comentaron que el toro estaba reparado de la vista; sin embargo, la pésima brega, el picador correteando al burel y el desorden generalizado impidieron que la gente lo percibiera.

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Al cierre plaza Galdós lo lancea bien, la gente se venga del peruano gritando a coro: "¡Sí se puede, sí se puede!". La puntada provoca hilaridad. Dos puyazos de Othón Salinas, sólo dos pares de banderillas, bien Lupillo y Héctor García.

El oriundo de Lima inicia doblándose, algunos buenos muletazos por ambos lados, estocada, “Aprendiz” tarda en doblar, conceden una oreja al torero, el público la protesta, Gestas decide no dar la vuelta al ruedo, cuando abandona la plaza es despedido con sonora rechifla.

Déjame que te diga limeño que debiste ir a la cárcel, la multa que, al parecer te pusieron, seguro no la vas a pagar. Joaquín Galdós Moreno te burlaste de los asistentes, te fuiste de Tlaxcala pintando un violín a su gente. Evidentemente habrás cobrado el cien por ciento de tus honorarios. Bien por ti.

El Zapata se enfrentó en primer lugar a un toro muy complicado, sus años de experiencia lo sacaron a flote. Al segundo lo lanceó de rodillas, banderilleó como acostumbra, a la brevedad clavó lo tres pares. Lleva todo el zarzo en las manos, primero ejecuta el par monumental, luego un violín y cierra con un cuarteo, mucha gente lo aplaude, el torero da la vuelta al ruedo con la aprobación del público. Poco hizo con la muleta, pero tenía a los asistentes en la bolsa, después de meter la espada le concedieron una peluda.

Saldívar le cortó una oreja a su primero. Bien lanceó a la Verónica, después le cuajó algunos buenos muletazos y mató de una buena estocada.

Lo mejor que sucedió en el quinto fueron los dos pares de banderillas de los subalternos Héctor García y uno de Lupillo, el público los sacó al tercio. Cuando Saldívar se perfilaba para entrar a matar, inició el tañer de campanas que bajaba de la torre del exConvento de San Francisco atractivamente iluminada, eran las 9:00 de la noche, la Gloria se abría. Arturo se pone pesado con la toledana, deja un feo bajonazo, le suenan un aviso.

Con El Zapata actuaron subalternos de la agrupación de Pedro Haces, dos picadores y tres banderilleros, además un puntillero. Los de Saldívar y Joaquín Galdós, de la agrupación de siempre, dos picadores y dos banderilleros cada quien, más un puntillero. Casi una hora después del festejo, afuera del coso, Uriel firmaba autógrafos y se tomaba fotos con quien se lo pedía.

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