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A un año de los atentados, París se mantiene abierto, vital y valiente
Han pasado 365 días después de los atentados que terminaron con la vida de 130 personas en la ciudad de París.
Paralizarse no fue una opción para la ciudad más famosa del mundo.
Y al paso del tiempo, otros puntos neurálgicos de Europa fueron trastocados.
Tampoco para ellos fue una elección.
Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Bélgica y nuevamente Francia, fueron países atacados por el DAESH.
Inocentes que perdieron la vida callan voces que aseguraban que se trataba sólo de dañar al hogar de Napoleón y cimbrar el miedo.
Nada más falso porque entre los muertos se registraron italianos, americanos, colombianos, rusos, armenios, ucranianos, suizos, españoles y mexicanas.
Ataques contra la humanidad, eso es lo que son.
Y Francia es un ejemplo de que una nación no muere ni se detiene por el odio y la falta de valor de algunos cuantos.
París es una ciudad para corazones valientes que se encuentran lejos del odio y de la mediocridad de egos sublevados.
Es una nación que continúa aplicando su ideología: Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Un año muy difícil para el país, sí y no obstante eventos como la COP 21, la Eurocopa, el torneo de tenis Roland Garros, la Tour de France e infinidad de conciertos que hay, siguieron su curso y la capital francesa está en la antesala de ser la anfitriona para los Juegos Olímpicos 2024.
Aunque detrás de ello hay mucho que contar y mucho qué decir porque son 365 días con sus noches y sus claroscuros en materia política, económica y social.
A pesar de la crisis de seguridad, todo indica que el estado de emergencia VIGIPIRATE terminará el 2016 y continuará parte del 2017.
No hay alternativa.
Personalmente he sido testigo y a su vez parte de sortear la tempestad, tanto en franceses como en extranjeros no hay disposición para ceder a las presiones de los llamados « Fascistes »
Matar a un sacerdote de edad avanzada en un templo católico y en plena oración con otros feligreses, habla de que se sobrepasó la línea de la tolerancia.
Reconstruir una nación y una sociedad –y reconstruirse- es un esfuerzo de todos los días.
Los actos de solidaridad y de apoyo no se hicieron esperar. « Je suis Paris » es un libro que recopiló 8,000 testimoniales hechos por personas de todos los rincones del mundo y que dejaron en los lugares como un homenaje a los caídos del #13Nov.
Testimoniales que guarda el ayuntamiento de París como una muestra de que el mundo es más que el odio de unos cuantos.
Recuerdo muy bien las primeras semanas después de los atentados donde todo era desconfianza, donde ver rostros llenos de lágrimas era más común que ver una terraza llena. Todas las miradas llenas de desconfianza total, los hospitales llenos, las iglesias recibiendo antiguos y nuevos seguidores, entradas y salidas de lugares públicos reforzados con una seguridad impresionante.
Escuelas y bibliotecas son vigiladas de manera permanente, escuadrones de combate armados de 8 a 12 personas día y noche patrullan a pie las calles de París,
Tendría que escribir otras líneas –muchas, demasiadas- sobre la parte de los inmigrantes, refugiados que a pesar del #13Nov continúan eligiendo Francia y en especial París para llegar y quedarse o simplemente transitar hacia Reino Unido.
Lo que es indispensable escribir es que su política migratoria no ha bajado y en la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, han encontrado una figura fuerte, tolerante y humanitaria.
Dos centros de recibimiento de migrantes se contemplaron y uno de ellos, el « Centre humanitaire Paris-Nord » se inauguró el pasado 10 de noviembre y otro más, exclusivo para mujeres y familias será puesto en marcha en los siguientes meses.
Para nosotros los extranjeros si bien la situación se complicó, siempre hay alternativas para vivir en suelo francés.
Para todos quienes vivimos en esta ciudad sin importar nacionalidad y estatus socio-económico, poco a poco la normalidad fue construyéndose en el día a día y las pequeñas acciones hoy hacen que París siga siendo la ciudad más hermosa del mundo.
Y entonces vino Navidad y los voluntarios para llevar abrigo a los Clochards fuimos muchos en noche vieja, preferimos el apoyo y la solidaridad a la fiesta y a la champagne.
La música en las calles abundaba.
Las banderas tricolores en las ventas ondeaban –y siguen-.
Las vacaciones escolares siguieron su rumbo.
Las manifestaciones más allá de su lucha, demostraron que salir a las calles y no quedarse inertes mostraban a una ciudad vibrante.
A un país que no se ha dejado doblar.
Vino la #NuitDebout
Llegó el verano y las calles parisinas se pintaron de colores, del buen humor y de enamorados besándose bajo el puente de Simone de Beauvoir.
La fête de la musique.
Los desfiles de moda.
Las soirées en el Quartier Latin.
Las defensas de tesis y su festejo.
Las inundaciones.
Los viajes a Giverny y admirar esos paisajes que son una maravilla y enterarse de la obra y vida de Claude Monet.
Testimoniales de comerciantes, personas vecinas de los lugares que fueron atacados, aseguran que quisieron partir y lo hicieron, pero cuando miraron hacia atrás, el amor hacia la ciudad, su barrio, su vida, les hizo retornan al lugar de donde son, porque uno es del lugar de donde se siente más allá de donde se nace.
Y así fue.
Tras el atentado de Niza, la fiesta nacional se pintó de luto y nuevamente los mensajes de odio no se hicieron esperar pero ante ello, Francia se mantuvo de pie.
FLUCTUAT NEC MERGITUR se lee en muros, panfletos, sombreros, estaciones de metro. Hoy una cafetería en Place de République lleva su nombre.
Los lugares atacados como la « Belle Equipe », « Le Petite Cambodge », y la « Bonne Bière », lejos de convertirse en lugares sin vida, hoy siguen siendo restaurantes abiertos al público, afrontando el pasado como una prueba de que la derrota no es para ellos.
Tampoco para los otros « Gourmandes franciliennes ».
París sigue siendo una ciudad universal donde todas las culturas caben y donde el Arte no puede tener mejor escenario Louvre, Palais de Tokio, Orsay, Marmottan Monet, Cartier, Centre Georges Pompidou, la Filarmónica, Opera Garnier, la Comèdie Française, son tan sólo unos cuantos sitios culturales con una apertura mundial.
Y qué decir de infinidad de centros culturales que sin rabiar de mucha fama, albergan a artistas contemporáneos.
365 días y la Dama de Hierro sigue de pie.
La libertad no se pregunta, se ejerce porque es un derecho.
Sentarse a la orilla del Sena y tomar una copa de Vin Rosé Belle Jour seguirá siendo uno de los hábitos que la humanidad no debe perder.
Junto a un Mont ‘Or, un Compté y un Reblochon.
El París de Jean Jacques Rousseau, Picasso, Molière, Victor Hugo, Dalí, de Suzanne Valadon, de Baudelaire, Joséphine Baker, Proust, Chanel, Sonia Rikel, Catherine Deneuve, Jim Morrison y hasta de Nahui Ollin, sigue.
Mientras tanto, seguiré viviendo donde Hemingway y Pound solían jugar tenis y en un alarde de libertad recordaré a “Hem” (como cariñosamente le llamaba Ezra) bebiendo un vermouth de Chambéry todos los viernes en Place Contraescarpe.