- Sociedad
Elia reza por justicia a un año de muerte de su menor José Luis
En lo alto de una loma está el panteón de San Bernardino Chalchihuapan. Allí cada domingo va doña Elia Tamayo Montes a visitar el sepulcro de su hijo José Luis Alberto, herido de muerte en el desalojo de manifestantes el 9 de julio del año pasado. Allí Elia le pide a su único varón que le de fuerzas para seguir luchando, porque un año después de su muerte no hay nada de justicia.
Hace una semana Elia contó sentada en un café del centro de Puebla que todos los domingos sube al cementerio donde yace su hijo. Allí rodeada de pasto, plantas y cruces de piedra o madera reza por su niño, reza por ella y reza por su pueblo.
- Pido por él y que él pida por mí, que me de las fuerzas y la fortaleza para sacar a este pueblo, porque no nos merecemos esto.
Elia recordó a José Luis Alberto como un joven muy alegre, como un buen hijo. Unas lágrimas rodaron entonces por sus mejillas. La señora hizo una pausa.
- Era el único varoncito y de por sí siempre quedó en mi corazón.
Elia Tamayo tiene otras cuatro hijas: Mariana, Anita, Reina y Lorena, todas ellas extrañan mucho a su hermano. José Luis Alberto era el segundo y desde que el esposo de Elia se fue a trabajar a Veracruz, era el hombre de la casa.
“Yo no vendo a mi hijo”
El 9 de julio del año pasado José Luis salió de la secundaria "Ricardo Flores Magón", era el final del curso y llevaba ropa de calle: una camisa naranja, pantalón de mezclilla y tenis negros.
El joven de 13 años regresaba a su casa cuando manifestantes de Ocoyucan, Atzompa y Santa Isabel Cholula cerraron la autopista Puebla-Atlixco enojados por la salida de los registros civiles.
La policía estatal tenía la orden de desalojarlos, dispararon gases lacrimógenos y otros artefactos que los pobladores definieron como balas de goma.
Pero una lata de gas se impactó en el cráneo de José Luis, la sangre comenzó a correr por su rostro y algunos pobladores lo cargaron lejos del puente donde los policías continuaban disparando.
Los habitantes al enterarse del niño herido se enfrentaron con los uniformados con palos y piedras. De la gresca resultaron lesionados de gravedad cinco pobladores: Hugo Jiménez casi pierde el ojo izquierdo; Martín Romero Montes, de 65 años, fue herido en la mandíbula y perdió el habla por varios meses.
También Vicente Tecalero Jiménez, de 21 años, fue lesionado en la cabeza; Gilberto Varela, de 16 años de edad, perdió dos dedos de la mano derecha y Filemón Pacio recibió el golpe de un cilindro en el costado derecho.
José Luis pasó varios días en coma hasta que el 19 de julio falleció por un supuesto paro respiratorio. Por su muerte cuatro pobladores estaban en prisión, aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) confirmó dos meses después que fueron policías los que lo mataron.
Al poco rato de que se declaró el deceso de José Luis, Elia fue segregada del hospital. Allí Luis Arturo Cornejo Alatorre, subsecretario de Gobierno estatal, quiso comprar su silencio.
- Me ofrecía tantas cosas, me ofreció casa, me ofreció despensa, becas para mis hijas, pero como yo le dije: yo no vendo a mi hijo. Yo lo que quiero es justicia.
"Ya va un año y seguimos igual"
Por la muerte de José Luis y las heridas a los pobladores de San Bernardino Chalchihuapan, junta auxiliar de Ocoyucan, la CNDH comenzó una investigación y el 11 de septiembre pasado emitió la recomendación 2VG/2014.
Fueron once puntos de la recomendación donde se incluyó la exigencia de una disculpa pública por parte del gobierno estatal, la reparación del daño a 14 afectados -incluyendo a Elia-, una investigación por parte de una fiscalía especial, garantizar la no repetición de los hechos y capacitación para los policías.
Pero a casi diez meses, el organismo considera que sólo hay un cumplimiento parcial de la misma.
A Elia eso no le basta…
“Acá estoy de pie para que no vuelva a pasar lo que está sucediendo (...) porque él (el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas) dice que ya hizo justicia, pero ¿qué justicia ha hecho? Aquí llevamos un año y seguimos igual”, indicó.
De acuerdo con los parámetros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que ha sido recogida en México por la Ley General de Víctimas, la reparación del daño consiste en investigar y sancionar a los responsables de las violaciones a derechos humanos.
Además de las "medidas de satisfacción", que pueden ser unas disculpas públicas, difusión de las sentencias y recomendaciones en medios impresos o sitios web, así como becas para las víctimas, apoyos para una vivienda o proyecto productivo.
También se tienen que contemplar medidas de rehabilitación, es decir, atención médica y psicológica vitalicia, aparte de las medidas de no repetición, como son cursos o legislación para que no se repitan las violaciones.
Nada de eso ha recibido Elia.
- ¿Cómo va a reparar el daño si la justicia no se ha hecho?
Para Elia entonces sólo quedan dos consuelos tras el asesinato de su hijo José Luis: las palabras de aliento que le dan sus hijas para que siga luchando y la certeza de que habrá al menos justicia divina.