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Hugo Jiménez: renacer después de la embestida a Chalchihuapan

  • Samantha Páez
A un año de la herida que casi le cuesta la vista, logra ver un poco, cambió de actividad y busca mirar hacia adelante
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Mientras arreglaba el frente de su casa para echar cemento no dejaba de sonreír. Hugo Jiménez Varela ya ve un poco con su ojo izquierdo, ese ojo que el 9 de julio del año pasado recibió el impacto de un cilindro metálico cuando policías estatales desalojaron a los manifestantes de la autopista Puebla-Atlixco.

Apenas el pasado jueves Hugo llevaba puestos unos lentes semioscuros, una playera morada, unos pantalones de mezclilla y unas chanclas. Arreglaba un pedazo, alzaba la vista y de nuevo sonreía.

Sonreír le costó mucho, casi pierde la vida durante la gresca entre policías estatales y habitantes de las comunidades de San Bernardino Chalchihuapan, Atzompa y Santa Isabel Cholula.

No fue el único que resultó lesionado: a José Luis Alberto Tehuatlie, de 13 años, le perforó el cráneo una lata de gas lacrimógeno y murió diez días después del enfrentamiento; Martín Romero Montes, de 65 años, fue herido en la mandíbula y perdió el habla por varios meses.

También Vicente Tecalero Jiménez, de 21 años, fue lesionado en la cabeza; Gilberto Varela, de 16 años de edad, perdió dos dedos de la mano derecha y Filemón Pacio recibió el golpe de un cilindro en el costado derecho.

"Fue como una pesadilla"

A un año de distancia, Hugo Jiménez recuerda ese 9 de julio como una pesadilla de la cual no lograba despertar, fue el único momento en que la sonrisa se le borró del rostro durante una entrevista.

Ese día regresó a Chalchihuapan con su esposa y una de sus hijas después de una junta de padres de familia. Como los pobladores cerraron la autopista a Atlixco para protestar contra la salida de los registros civiles, los bajaron en el puente.

Iban cruzando cuando los policías estatales comenzaron a disparar a "quemarropa" contra los manifestantes. Corrió con su mujer y su hija, los granaderos empezaron a subir el puente, cuando lo vieron gritaron: "Agárrenlo a él, agárrenlo".

Hugo y su familia quisieron cortar camino por una zanja; su hija y su esposa lograron pasar, él ya no. Vio entonces como un cilindro metálico golpeó su ojo izquierdo, luego perdió el conocimiento.

Ya no supo cómo lo llevaron a la clínica de la comunidad, empezó a ver blanco y sentir ganas de dormirse. A lo lejos escuchó que unas personas le pedían que no se durmiera, entonces le inyectaron algo y despertó.

"Mi vida ya no me importaba"

Después de sentarse un rato y tomar un poco de refresco, Hugo contó que después de la agresión del año pasado se sentía muy perdido. Cayó en depresión y por un mes entero quiso olvidar la pérdida de su ojo bebiendo todos los días.

- Pensaba que mi vida ya no tenía sentido, ya no me importaba nada.

El cilindro metálico que dispararon los policías estatales le destrozó la retina, la córnea y el cristalino de su ojo izquierdo. El impacto también le generó mareos y dolores de cabeza.

- Me sentí mutilado, con cicatrices (...) Es muy duro tener una cosa y luego perderla.

Por la herida en el ojo perdió su trabajo de chofer de combi. Su esposa también pasó por una crisis porque debió curarlo, atender a sus hijos y trabajar para mantenerlos.

A los dos días después del incidente Hugo recibió atención médica con los gastos cubiertos por el gobierno estatal, pero el rencor no se curaba.

Participó en varios foros donde contó su historia, donde contó el dolor que les causó el gobierno de Puebla a él y sus vecinos, porque además de los heridos también hubo arrestados.

Antes de que los policías dispararan y los pobladores respondieran con piedras y palos, cuatro pobladores fueron detenidos: Félix Montes Xelhua, Sergio Clemente Jiménez Tecalero, Santiago Pérez Tamayo y Antonio Víctor Montes Contreras.

Se les acusó de ataques a las vías de comunicación, motín, desobediencia y resistencia de particulares, delitos cometidos contra funcionarios públicos, privación ilegal de la libertad, lesiones dolosas, tentativa de homicidio calificado y daño en propiedad ajena doloso.

Los habitantes salieron 27 días después tras pagar una fianza de 10 mil pesos, pero no todos lograron recuperarse. Antonio Montes murió el 5 de febrero y su familiar cree que fue una secuela de su injusto encierro.

"Fue como volver a nacer"

Con tanto enojo y frustración, Hugo se acercó a la religión cristiana, donde le enseñaron a perdonar y poco a poco la herida de su ojo, como la de su alma, comenzó a sanar.

Recibió tratamiento por parte del gobierno, le reconstruyeron el ojo y hace dos meses comenzó a ver aunque borroso y a poca distancia. Además tiene mes y medio que no padece dolores de cabeza, tampoco se marea.

- Es como si volviera a nacer (...) Me siento bien, mejor porque tenía mucho rencor dentro.

Su pasatiempo, que era la música, se volvió su fuente de ingresos. Ahora se dedica a la renta de equipo de luces y sonido.

De vez en cuando recibe la visita de gente de la fiscalía especializada para investigar el caso de Chalchihuapan y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Hugo dice que no ha recibido ninguna compensación monetaria, solamente el tratamiento médico, pese a que la recomendación 2VG/2014 emitida por la CNDH pide la reparación del daño para 14 afectados.

Tampoco Elia Tamayo, la madre de José Luis Alberto, ni Martín Romero han recibido la reparación del daño, pero el organismo ha evitado decir si el gobierno cumplió o no con los once puntos de la recomendación.

Con o sin dinero desde el incidente donde casi pierde la vida, Hugo aprendió a valorar lo que tiene. Sabe que no fue justo lo pasó ese 9 de julio porque sus vecinos y él no estaban haciendo algo malo, pero ahora prefiere mirar hacia delante y sonreír.

 

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