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El gobierno siempre supo que proyectil hirió a menor: CNDH

  • Álvaro Ramírez Velasco
La administración estatal ocultó por cinco días la muerte cerebral del menor, señala la investigación
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Desde las primeras revisiones, los médicos sabían e informaron que a José Luis Tehuatlie Tamayo lo hirió “un proyectil, un objeto de alta energía y gran peso” y que moriría por el “daño neurológico grave e irreversible” que presentaba, concluye la investigación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en la que se aclara también que ninguno de los doctores que atendieron al niño de 13 años detectó en la lesión “olores, sustancias o materiales extraños, sin tierra ni polvo”.

En los puntos 300 al 334 de su investigación, el organismo establece con contundencia que, luego de entrevistar a los doctores que auscultaron al niño de Chalchihuapan y revisar los partes médicos, queda claro que jamás se consideró, ni siquiera se sospechó, que la lesión mortal la hubiera podido causar un cohetón, como en la versión que luego fabricó el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas.

Asimismo, el documento evidencia que el gobierno del estado de Puebla ocultó por cinco días que el menor Tahuatile Tamayo ya tenía muerte cerebral, pues se dio a conocer a la opinión pública hasta el viernes 18 julio, cuando ésta ocurrió el lunes 14 de ese mes, alrededor de las 15:00 horas.

Desde su ingreso ese aciago 9 de julio al Hospital General de San Andrés Cholula de la Secretaría de Salud del estado de Puebla, el pequeño iba moribundo, de acuerdo con lo que determinó el doctor que lo recibió y del que se omite su nombre, en el área de Urgencias Médico-Quirúrgicas, y quien solicitó su traslado a un nosocomio mejor equipado, que resultó ser el Hospital General del Sur “Dr. Eduardo Vázquez Navarro”, también del gobierno estado.

José Luis, de acuerdo con la CNDH, recibió diagnósticos coincidentes en los dos hospitales: “un pronóstico malo para la función y la vida” y que “la herida que V1 (el menor) presentó el 9 de julio de 2014 era muy grave y de elevada mortalidad”.

El diagnóstico desde el primer momento fue devastador: “el médico adscrito al servicio de Urgencias Médico Quirúrgicas del Hospital General de San Andrés Cholula efectuó una exploración secundaria en la que observó que el cráneo de V1 tenía una herida penetrante en la región temporoparietal izquierda, con fractura avulsiva, exposición de masa encefálica y sangrado abundante; también detectó pupilas anisocóricas (de 5 mm la izquierda y de 2 mm la derecha), es decir, una más dilatada que la otra, lo que indicaba daño neurológico grave”.

Ya sin esperanza de vida

De hecho, a su llegada al Hospital General del Sur, al pequeño José Luis ya se le estaba yendo la vida; sufrió un paro cardiorrespiratorio –el primero de tres en sus 10 días de agonía– por el que tuvo que ser reanimado y se le asistió para que siguiera viviendo.

El informe de la CNDH establece que “el personal médico proporcionó de manera inmediata maniobras de reanimación avanzadas a V1, las cuales permitieron revertir el paro cardiorrespiratorio y estabilizar de manera transitoria su estado de salud”.

Desde ese momento, los servidores de esos nosocomios del gobierno de Puebla establecieron que por el “traumatismo craneoencefálico grave, fractura de los huesos parientotemporal del lado izquierdo, con sangrado y edema cerebral grave”, se “hacían más difícil que tuviera un pronóstico bueno para la vida”.

El texto de 170 páginas de la Recomendación 2VG/2014 que la CNDH presentó el pasado 11 de septiembre describe cómo en ningún momento se estableció que un cohetón pudiera haber sido el causante de la herida mortal de José Luis.

“Los peritos médicos de este Organismo Nacional no encontraron en las notas médicas del personal del Hospital General de San Andrés Cholula, perteneciente a la Secretaría de Salud del Estado de Puebla, ni en la entrevista sostenida con el citado servidor público, datos de que la herida tuviera un aspecto desgarrado o estrellado por la acción de gases, zonas de quemaduras por una llama que produjera una zona apergaminada oscura o amarillenta y concéntrica del orificio, ni cabellos quemados, granos de pólvora incrustados en la epidermis, cintilla o anillo de contusión”.

La muerte cerebral

El informe describe que el niño de Chalchihuapan jamás mostró mejora y su salud continuó deteriorándose, al grado de presentar nuevamente paro respiratorio el lunes 14 de julio –el segundo–, por el que tuvo que ser reanimado y se determinó “iniciar protocolo de muerte cerebral”, a pesar de que el gobierno de Moreno Valle Rosas lo dio a conocer, a través del director del Hospital General del Sur, José Antonio Martínez García, y un boletín oficial, hasta el viernes 18 de julio.

“De acuerdo con la nota médica elaborada por el médico neurocirujano adscrito al Hospital General del Sur ‘Dr. Eduardo Vázquez Navarro’, perteneciente a la Secretaría de Salud del Estado de Puebla, a las 14:35 horas del 14 de julio de 2014, V1, al salir de la resonancia magnética, presentó un paro cardiorrespiratorio, por lo que se le brindaron maniobras de reanimación avanzadas, pero a la exploración se le encontró sin reflejos, con nula respuesta a estímulos ni esfuerzo respiratorio; además presentó una disminución importante en la saturación de oxígeno, pupilas arreflécticas midriáticas (dilatadas sin respuesta) y deterioro rostro caudal irreversible.

“Ante ello, el personal médico indicó como plan de manejo de V1 suspender su sedación, valorarlo en 24, 48 y 72 horas, así como iniciar protocolo de muerte cerebral, por lo cual se solicitó una tomografía cerebral con medio de contraste, un encefalograma y pruebas colorimétricas en los tímpanos. Después, a las 15:00 horas de ese mismo día, un médico adscrito a la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital General del Sur ‘Dr. Eduardo Vázquez Navarro’ reportó que los resultados de los estudios de laboratorio confirmaron que el niño se encontraba en protocolo de muerte cerebral sin reflejos del tallo cerebral, con sangrado pulmonar activo y desequilibrio electrolítico”.

Finalmente, fue en el tercer paro respiratorio que José Luis falleció, luego de cinco días con muerte cerebral y con la vida prácticamente extinguida desde su arribo a la primera atención médica.

En su punto 334, la CNDH cita: “el 19 de julio de 2014, V1 (José Luis Alberto) presentó un tercer paro cardiorrespiratorio que no fue posible revertir con maniobras de reanimación, por lo cual a las 18:30 horas se declaró su fallecimiento”.

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