El alma, equilibrista chuparrosa
- Lorenzo Diaz Cruz
En muchas situaciones de la vida moderna lo más fácil es tomar partido, actuar como si se estuviera seguro, no admitir la duda, creerlo todo, ya sea hacia uno u otro extremo del espectro político. Aunque parezca cómodo, en términos de razonamiento puede ser complicado ubicar nuestro punto de vista en algún punto intermedio entre dos dogmas. Así, mantener una actitud más ecuánime puede ser tan difícil como lo es para el equilibrista sostenerse en una cuerda. El suelo es más seguro.
Todo eso lo podemos ver en nuestro tiempo dominado por las benditas redes sociales que dan voz al experto y al zafio por igual. En las redes podemos leer afirmaciones tan categóricas en uno u otro sentido. “La teoría X está mal, no, la teoría está bien, sólo falta comprobarla”; “la guerra es injusta, no, la guerra es necesaria”. “Robar es malo, comer es necesario”. “El capitalismo es malo, no, es un mal necesario”. “El comunismo es malo, no, el comunismo salvará al planeta”. “El amor mata, no, el amor salva”. “Dios no existe. No, sí existe, pero ha estado ausente dos milenios”.
En el terreno de la política es aún más difícil mantener una opinión equilibrada. Así para la gente de derecha es una verdad absoluta que los pobres venden su voto por las ayudas sociales, algo que no se sostiene porque muchos de los opositores que lo afirman, ¡también reciben su ayuda para adultos mayores! Por otra parte, mucha gente de izquierda considera un sacrilegio criticar la política de seguridad del gobierno anterior, el famoso “abrazos, no balazos”, cuando el empoderamiento y desfachatez de los criminales salta a la vista. A su vez la gente de derecha afirma que se debe combatir a los criminales, pero sin analizar su capacidad de fuego o la cooptación que han hecho de las mismas fuerzas de seguridad, al menos al nivel municipal. Como si el pensamiento mágico pudiera concretar lo que se desea.
Qué difícil le resulta a la gente acompañar su opinión con datos, y cuando uno lo hace se puede llevar sorpresas. Por ejemplo, si nos preguntamos cuál ha sido el sexenio en el que más se invirtió en educación, resulta que fue en los años setenta con Luis Echeverría Álvarez y su arriba y adelante. Mientras que al buscar cuál ha sido el sexenio con mayor gasto en ciencia e investigación, resulta que fue con el famoso ayunante de Agualeguas, Carlos Salinas de Gortari.
También es muy fácil quejarse del bajo nivel de vida en México, para la mayoría. Muchos culpan al gobierno en turno, o al pasado, pero nos sorprende cuando vemos los datos que nos explican esa situación, algo que tiene que ver con la estructura económica del país. Por ejemplo, los datos dicen que en México los salarios de los trabajadores son el 34.6% del PIB nacional, mientras que el promedio de Latinoamérica es del 50.5. Muy poquito para tantos, en nuestro caso; con razón la pobreza se mantiene con tan pocas variaciones. Y eso no tiene que ver con “echarle ganas”, o que “los pobres son pobres porque quieren”.
Incluso en el terreno de la ciencia hay lugar para los iluminados, y algunos afirman sin rubor alguno, que Einstein se equivocó, y lanzan al hiperespacio virtual teorías estrambóticas, con ideas tan absurdas que ni siquiera están equivocadas. Como decía el genial físico austriaco Wolfgang Pauli. Cuando nos toca oír esas opiniones en alguna conferencia, tratamos de matizar y decimos que no es cierto, que aunque Einstein no era infalible, en general cuando ocurrió, él lo admitió, salvo en el caso de la mecánica cuántica. De hecho, un científico es alguien que se equivoca constantemente, pero en su trabajo tiene la manera de corregir, y eso es parte del método científico.
O bien, cuando me toca tratar algún tema de salud con los médicos,me sorprende escuchar opiniones que no respetan la Ley de Conservación de la Energía. De hecho, me da más confianza cuando recomiendan un tratamiento y dicen que regresemos con ellos si en un par de días no sentimos mejoría. Pues sí, el cuerpo humano es un sistema complicado y ellos no lo saben todo.
Que gran verdad en las palabras del filósofo Bertrand Russell, Premio Nobel de Literatura en 1950, cuando escribió:
"El principal problema de este mundo es que los tontos y los fanáticos siempre están seguros de sí mismos, mientras que la gente inteligente anda llena de dudas”.
Aunque a juzgar por el rumbo del mundo, con un Trump de presidente en Estados Unidos o la ultraderecha ganando terreno en Europa, no queda más que extrañar a los intelectuales de los años sesenta, que si bien no tenían todas las respuestas, al menos hacían las preguntas necesarias.
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Doctor en Física (Universidad de Michigan). Premio Estatal Puebla de Ciencia y Tecnología (2009); ganador de la Medalla de la DPyC-SMF en 2023 por su trayectoria en Física de Altas Energías. Miembro del SNI, Nivel lll. Estudios en temas de educación en el Seminario CIDE-Yale de Alto Nivel (2016).