“Hechos Ecuador”
- Atilio Peralta Merino
Resulta digno de llamar la atención que la reciente ola de entusiasmo por la instauración de la democracia en la región, no se haya expresado hasta el momento, al menos, por el repudio generalizado hacía una abierta trasgresión a las disposiciones constitucionales, acompañada, incluso, de acciones homicidas de las fuerzas armadas del país en contra de niños que jugaban al futbol en una barriada.
En efecto, un individuo debidamente denunciado en nuestro país por la comisión de conductas presumiblemente constitutivas de delito, pretendió hacer prevalecer un decreto privando del sitial de la vicepresidencia a la persona electa para el cargo.
Debo señalar que recibí la especial deferencia del jurista Federico Anaya Gallardo, quien señaló que un servidor había avizorado de inicio, las implicaciones que tuvo tanto de los ámbitos de la relaciones diplomáticas como en el de la justicia penal la arbitraria intervención de la fuerza pública en la embajada de México en Quito.
En el espacio noticioso “Hechos Ecuador Noticias” a cargo del periodista Richard Macías, se dieron a la tarea de dar amplia cobertura a la denuncia que un grupo de mexicanos presentamos en contra de quien, hoy por hoy, se ha instalado como en auténtico dictador en la región, sin que el peso de la opinión pública, salvo escasas y contadas voces, se haya hasta el momento volcado a denunciarlo.
Las dos emisiones dedicadas por “Hechos Ecuador” a la denuncia correspondiente suman poco más de 162 mil visitas, cifra a la que habría multiplicar por cinco tantos según afirman los conocedores de la demoscopia, de donde queda más que claro el impacto en una ciudad como Quito, cuya población total, incluyendo a los menores de veinte años, asciende al millón setecientos mil personas, por lo que el impacto en el Ecuador de tal hecho resulta por demás abrumador.
Jesús López Almejo dedicó asimismo un espacio a la denuncia de hechos presentada, en la que un comentarista ecuatoriano llamado Hugo Godoy, tuvo el muy mal tino de compararme me con el malogrado candidato presidencial, Fernando Villavicencio, calificando mi actuación como propia del nuevo rol de “denunciólogo”.
Un añejo amigo mío, bajo los lineamientos de USAID, como es Claudio X. González, asumió en México, -él sí junto a su socia de sucio renombre familiar María Amparo Casar-, un desempeño equivalente al que llevara a cabo Villavicencio en el Ecuador, quien por cierto, no era mi pariente pese a ser el apellido materno de mi padre.
Por lo demás, cabría aclarar que mi actuación, no obedece a un rol tan “novedoso”, es el que concierne a un abogado y no a un “denunciólogo”, al menos considerando que así se les denominaba desde los tiempos de Cicerón.
Por su parte, el rol que concierne a la cobertura informativa de los hechos (“histor” en griego que alude a la condición de experto en la búsqueda inquisitiva de los hechos) habría iniciado con Heródoto, quién a todas luces se sorprendería, tanto de ignorar las que han sido las funciones concernientes a la abogacía desde los tiempos de las escuelas clásicas de “sabinianos” y “proculeyanos”, como del espectral silencio guardado por los grandes consorcios noticiosos del continente y del planeta ante el abierto despliegue dictatorial de un sujeto indiciado en México por la comisión de graves delitos contra la seguridad nacional de nuestro país.
Opinion para Interiores:
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De formación jesuita, Abogado por la Escuela Libre de Derecho.
Compañero editorial de Pedro Angel Palou.
Colaborador cercano de José Ángel Conchello y Humberto Hernández Haddad y del constitucionalista Elisur Artega Nava