El Rincón de Zalacaín: Los robots en la cocina
- Jesús Manuel Hernández
Las aportaciones de la ciencia al renglón de la alimentación empiezan a generar nuevos retos y supresión de tareas cotidianas de quienes han buscado en la academia el estudio para mejorar el servicio a los comensales o la preparación de los alimentos.
La olla exprés se inventó en 1919 de la mano de un español de Zaragoza, José Alix Martínez, quien, quizá sin saberlo, había retomado las investigaciones del francés Denis Papin, quien aportó una olla a presión llamada “digestor de vapor”, eso fue en 1679, y buscaba reducir el tiempo de ebullición del agua para cocinar más rápido.
La olla exprés hoy día es uno de los utensilios con más presencia en las cocinas hogareñas o no, de todo el mundo.
Zalacaín había recibido unas fotografías sobre la aparición de la robótica en el renglón alimentario en una feria de China dedicada a estos inventos y donde se presentaban los resultados de los llamados “robots humanoides” y al verlas empezó a hacer un recuento de los inventos para favorecer la facilidad de cocinar.
La olla exprés suplió a la olla de barro o el cazo de cobre, donde los frijoles o los caldos adquirían sabores incomparables. Pero la olla exprés permitió hacerlo todo más rápido.
Aún así la abuela y las tías tenían sus trucos: los frijoles, negros por supuesto, se dejaban remojar toda la noche y al día siguiente se metían en la olla exprés y en un santiamén quedaban cocidos. Pero no se consumían hasta después de haberlos “guisado” decían ellas, en la olla de barro donde vertían manteca o aceite de oliva, freían cebolla y vaciaban el contenido de la olla exprés, la mezcla era sazonada con sal y a veces ramas de epazote u otro ingrediente, así la familia de Zalacaín “disfrazaba” los frijoles de olla.
La licuadora sustituyó a los molinos manuales, al molcajete, al metate, al mortero y aportó rapidez a la preparación de salsas. Este utensilio fue inventado por Stephen J. Poplawski en Wisconsin, y no se llamó en su origen así, la bautizaron como “aparato de cocina centrifugador”.
Otro utensilio, electrodoméstico de mucha demanda ha sido el “horno de microondas” derivado de investigaciones en 1945 al probar el vacío de un tubo y se le llamó “magnetrón”. Su inventor, el doctor Percy Spencer, jamás pensó cómo evolucionaría su invento hasta aplicarse a las tareas cotidianas del hogar.
El primer horno era imposible de comprar y su tamaño solo era aceptable en un laboratorio. Pesaba 80 kilos y medía más, y 1.5 metros de alto.
Zalacaín hacía un recuento mental de las aportaciones de la ciencia al modificar los hábitos de cocinar y cómo las nuevas sociedades han dejado de lado el impacto de los inventos, hasta considerarlos parte de la vida cotidiana.
Lo extraño en estos tiempos es preparar una salsa martajada en molcajete o moler en el metate granos y carnes, como las “pacholas” hechas por su madre décadas atrás quien les decía “bisteces molidos”.
Pero las fotografías mostraban a robots humanoides portando charolas con alimentos, otros, no humanoides preparan hamburguesas y abren el paso a la automatización de la cocina, un concepto ya presente en algunos países.
La robótica en la cocina busca además reducir costos, tiempos, desperdicio de comida y abre un espacio a la imaginación de los cocineros modernos para preparar recetas increíbles.
Así en la feria de China aludida aparecieron ya robots friendo pollos, haciendo pizzas, ensaladas, horneando el pan, volteando hamburguesas, incluso elaborando sushis y mezclando bebidas con alta precisión para ofrecer cocteles a los comensales.
Y por supuesto el servicio en una barra de comidas y bebidas atendida por un humanoide o una camarera, también robot, llevan los alimentos a la mesa e incluso mujeres robots atendiendo a un huésped en la recepción de un hotel o del mismo restaurante.
Vaya cambios nos esperan en el corto plazo donde el algoritmo y la Inteligencia Artificial intervendrán cada vez más en este sector de la alimentación.
Y entonces Zalacaín recordó aquella serie animada aparecida en 1962, en inglés se llamó “The Jetsons” y en México apareció como “Los Supersónicos”.
Los personajes creados por William Hanna y Joseph Barbera hacían alusión a una familia del año 2062, es decir un siglo después, y despertaron mucho interés entre los chamacos de la época.
La familia de Los Supersónicos habitaba en una torre gigantesca hasta donde llegaban los autos voladores y los habitantes disfrutaban de comodidades llamadas futuristas, donde no faltaba el perro Gran Danés llamado “Astro”, el padre de familia era “Súper Sónico”, la esposa “Ultra Sónica”, los hijos, “Lucero”, una adolescente, “Cometín” el niño pequeño, y otros más.
Pero Zalacaín recordaba la escena donde la familia se sentaba en una mesa a tomar los alimentos y en la pared había una especie de consola donde con letreros de nombres de alimentos, al tocarlos salía el plato preparado.
Así Los Supersónicos tenían opciones de menú como Prime Rib, hamburguesas, pizzas, chocolate, zanahorias guisadas, y hasta un “Beef Satroganoff”, plato de alta cocina.
Pero había otro personaje, “Robotina”, la sirvienta con capacidad de atender, llevar los alimentos, sentarse a ver la televisión, llorar, beber agua y enamorarse.
Quién fuera a pensar, 62 años después de la serie animada, la realidad ha empezado incluso a rebasar al contenido de esas caricaturas.
Zalacaín buscó en internet algunos videos de Los Supersónicos, recordar es vivir y en cuestiones de comida, también, pero esa, esa es otra historia.
Archivo de crónicas en:
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Periodista en activo desde 1974. Ha dirigido, conducido y colaborado en diversos medios de comunicación escritos, radiofónicos y televisivos. Actualmente dirige el portal losperiodistas.com.mx y escribe Por Soleares, espacio de análisis político. Autor del libro Orígenes de la Cocina Poblana.