Derecho a Existir

  • Raymundo Alfaro Pérez
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El complejo sistema de instituciones socioculturales que regula la vida cotidiana de las personas y el accionar de la organización social de cualquier Estado, no queda liberado a la buena voluntad de sus actores para ser respetado y mantenido.  Progresivamente, desde los albores de la humanidad, la especie humana se ha dado, creado y recreado, mecanismos para imponer un determinado orden social con su correspondiente institucionalidad. Estos mecanismos encargados de mantener la estabilidad del orden social y las instituciones que la acompañan corresponden al concepto de control social, mismo que hoy se encuentra quebrantado y en un estado de descomposición que amenaza la paz social, valor tan necesario para garantizar el derecho al desarrollo de las sociedades contemporáneas.

Esto requiere en reconocer que otros valores como el educacional y el cultural, sufren aterrador embate por una serie de falacias que desde el discurso de la nueva casta mediática, académica y política imponen como paradigmas de modos de interpretar y actuar en la realidad, donde se intenta desestimar el papel del control social en la sociedad, aduciendo que se trata de un fenómeno típico del momento que estamos viviendo, y que por lo tanto no hay de qué preocuparse. Me parece que la situación merece una mejor atención, y habría que decir con claridad, cuál es exactamente el momento que estamos viviendo. De entrada se trata de una época donde el capitalismo y su expresión insaciable conocida como el “Mercado Neoliberal” marcha de manera vertiginosa en todo el mundo sobreponiéndose a los gobiernos de los Estados para que las leyes que son garantes de la seguridad social le cedan el paso a la flexibilización financiera, y hay que advertir que las palabras no son neutras: sirven para hacer algo al que las escucha. Las palabras y las frases que utilizan las élites políticas y económicas neoliberales intentan que la ciudadanía se comporte de ciertas maneras, sobre todo para que adopte opiniones y comportamientos sin que los poderosos tengan que ejercer la fuerza de manera obvia, por lo tanto, el lenguaje es la primera y más necesaria arma del capitalismo neoliberal. Por esta razón retoman el mensaje de que están comprometidos con la justicia social, es decir lo que los normas jurídicas no pueden, lo conseguirán las marcas de las grandes transnacionales, al fin al cabo hoy nos dirige el capitalismo con su cara noble de globalización y esa casta administradora que desde lo mediático aliada con una, no menos influyente como la académica, hacen de la casta política en nuestro país, la especie por excelencia a la que les debemos los gasolinazos y sus efectos encarecedores, las reformas laboral, educativa, energética y todas las bondadosas acciones que nos tienen hoy casi de rodillas ante la creciente inseguridad y el galopante desempleo.

Ante alarmante cuadro social hay que advertirles a quienes creían que aún tiene vigencia el paradigma que consideraba a la sociedad como un mecanismo de ajuste armónico automático y donde los fenómenos inarmónicos eran vistos como ajenos a lo normal de la sociedad, es decir desde la perspectiva sistémica podrán comprobar que eso ya no es posible. Porque desde la configuración institucional del control social, este ya se salió de control y lo que se tiene es una sociedad global que después de experimentar los estragos globalizadores del capitalismo, esta se apresta a buscar otras vías que le ayuden a salir de esta situación que ha puesto a la humanidad en constante riesgo de perder el derecho a existir.

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Raymundo Alfaro Pérez
Originario de Puebla. Casado y padre de cuatro varones. Abogado, Notario y Actuario. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales BUAP. Maestría en Ciencias Políticas BUAP. Doctorado en Derecho BUAP