El lugar desde el que leemos la realidad

  • Juan Martín López Calva
Cómo se forma ese "locus" interno. Cuáles son sus elementos. La elección que viene.

“Hay un lugar en la conciencia, un locus implícito desde donde cada persona lee a realidad. Está definido por los propios valores, intereses y expectativas; la educación, la familia, las amistades, el carácter personal y sobre todo la posición social confluyen en él para generar de modo inconsciente las creencias axiomáticas que guían nuestras interpretaciones de los hechos. Desde ese ‘lugar’ elaboramos selectivamente la verdad, ponderando unos argumentos e ignorando otros, evadiendo lo incómodo, autojustificándonos; desde él también en buena parte, formulamos nuestras obligaciones morales…”

Pablo Latapí Sarre. ¿Desde dónde leer a México? en: Porque ya atardece, p. 54.

 

Los ciudadanos mexicanos nos encontramos a escasas ocho semanas de la elección más grande de nuestra historia nacional. En este proceso electoral se definirán 3416 cargos que van desde la presidencia de la república hasta 1596 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 juntas municipales pasando por 8 gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, así como el congreso federal -500 diputados y 128 senadores- y los congresos locales de 30 de las 32 entidades federativas.

Simplemente por el número de cargos que se van a renovar, pero sobre todo por el momento crítico en que se encuentra la sociedad mexicana y la enorme molestia, hartazgo y desmoralización que campean por todos nuestros espacios, la decisión que cada persona tome para votar tendrá una enorme relevancia para definir el futuro de nuestro país herido por el ciclo perverso de la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la violencia.

A juzgar por lo que dicen las encuestas y expresan las redes sociales, existen tres perfiles de ciudadanos respecto al estado de su toma de decisiones para el 1 de julio. Desde mi punto de vista personal estos tres perfiles son: el de los que ya tienen definido su voto por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el candidato que lleva una amplia ventaja en todos los sondeos; el de los que ya decidieron que van a votar en contra de AMLO y el de los que como yo, se encuentran confundidos y sin saber qué van a hacer en el momento en que tengan en sus manos las boletas electorales.

Sin duda cada uno de los cinco –inexplicablemente cinco- candidatos por la presidencia tiene un porcentaje de lo que llaman “voto duro”, de electores que simpatizan con su opción y se entusiasman con sus propuestas. Pero creo que en el caso de los cuatro candidatos opositores al puntero este número de ciudadanos es muy reducido y que hasta el día de hoy el único que ha logrado despertar entusiasmo y aún pasión por su proyecto -tanto a favor como en contra- es López Obrador, por lo que la contienda está marcada por estas tres perspectivas: los pro-AMLO, los Anti-AMLO y los indecisos.

Como afirma don Pablo Latapí en la cita que hoy elegí para iniciar este artículo, esta definición personal se hace siempre desde un locus implícito desde donde leemos la realidad, un lugar de nuestra conciencia que se ha ido construyendo a lo largo de toda nuestra vida, a través de nuestras experiencias, nuestra familia, la escuela a la que asistimos, los profesores y compañeros, las personas significativas que nos han ido marcando para definir los intereses, las expectativas y los valores que guían hoy nuestra forma de leer la realidad y de sostener lo que es verdadero o falso para nosotros.

Desde este locus personal vamos generando nuestras creencias, esas afirmaciones y posturas que ya damos de entrada como válidas y que ya no cuestionamos. Nuestras creencias como decía Ortega y Gasset, constituyen el mundo sobre el que estamos parados, el piso que nos da seguridad, la base sobre la que cimentamos lo que decidimos y la forma en la que actuamos.

Por estas creencias que se vuelven inconscientes vamos seleccionando los argumentos que coinciden y los usamos para defender nuestras posiciones y vamos también desechando, evadiendo o incluso dejando de percibir todas las evidencias de cosas que contradicen nuestra lectura del entorno.

Este lugar desde el que leemos la realidad es además el sitio desde el que formulamos nuestras obligaciones morales. De manera que todos los que se manifiestan hoy a favor de AMLO –desde los que lo siguen de manera ciega y fanática hasta los que lo hacen de manera más razonada y matizada- al igual que los que se declaran abiertamente anti-AMLO –también en toda la gama que va desde los llamados “pejefóbicos” irracionales hasta los que sustentan razonablemente su oposición a él- y aún los que nos encontramos en el todavía amplio porcentaje de los indecisos estamos ubicados en esa posición debido al locus implícito desde el que leemos la realidad nacional.

En el texto del que está tomado el epígrafe de hoy, Latapí plantea que si bien la ambigüedad de los hechos sociales y políticos permite interpretaciones diversas, sería equivocado justificar un total relativismo que sostenga –como está tan de moda hoy- que todas las interpretaciones son válidas.

Por el contrario, toda persona responsable “…está obligada a examinar críticamente su propia interpretación y, en la medida de lo posible, tomar conciencia del lugar desde el cual la está elaborando…”

Esta invitación resulta hoy más urgente que nunca. El proceso electoral que está en puerta requiere de un voto plenamente responsable y no de una decisión simplemente responsiva o reactiva guiada por el enojo, el miedo o la comodidad.

Ojalá seamos capaces –los seguros de una opción y los indecisos- de cuestionar críticamente el lugar desde el que estamos leyendo la realidad nacional y las creencias profundas e inconscientes que están sosteniendo nuestra postura para que a partir de ese análisis auto-crítico podamos trascender nuestros propios intereses, expectativas, comodidades o sesgos ideológicos para deliberar, valorar y decidir nuestro voto guiados por la búsqueda de lo que realmente conviene a todos, empezando por los que más sufren hoy en nuestra patria.

Desde nuestra trinchera los educadores deberíamos asumir la tarea de formar personas conscientes de la existencia de este locus interno y capaces de abrirse al análisis crítico permanente de este lugar desde el que vamos leyendo el mundo.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).