Estado laico vs liberalismo trasnochado

  • Fernando Rojas Cristerna
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Un tema que ha generado controversia en algunos medios de comunicación y analistas del quehacer político, fue el referente a las declaraciones emitidas tanto por el gobernador de Chihuahua Cesar Duarte, como las de la alcaldesa de Monterrey Margarita Arellanes en eventos convocados, para el primero de los casos, por comunidades católicas y para el segundo por comunidades evangélicas.

Los discursos de ambos llamaron la atención por la solicitud del perdón a Dios por las graves consecuencias de la falta de seguridad y el enorme desequilibrio social que se viven en ambas entidades del país y que desde luego no son exclusivas de la región.

El desgarro de las vestiduras por parte de un sector identificado con el liberalismo decimonónico no se hizo esperar, haciendo a un lado el contexto legal actual, argumentando violaciones al marco constitucional que no existieron, ya que dichos eventos contaron con los permisos correspondientes y por lo tanto deben ser considerados de carácter privado y que por consiguiente ambos gobernantes tienen el derecho de profesar el credo religioso de su preferencia.

Muchos se sintieron particularmente ofendidos por las palabras de la alcaldesa de Monterrey, quien sin cortapisas argumentó las  razones por las cuales entregaba las llaves de esa ciudad a Jesucristo, incluso  aceptando las criticas desfavorables que esta declaración pudiera acarrearle.

Fuera del tema de la sana separación que debe existir entre las Iglesias (plural) y el Estado; el cual estamos obligados a evaluar a la luz del contexto histórico actual y no partiendo de las experiencias vividas por la generación de los reformistas liberales; debiendo considerar más bien el fondo de las razones para que se dieran estas declaraciones en boca de dos gobernantes de diferente tinte político.

Sin duda alguna creo que todos podemos estar de acuerdo en la existencia de una grave descomposición social, motivado por la falta de valores de orden moral, no necesariamente religioso, como resultado de la cultura post-modernista que hace del relativismo un eje fundamental para la convivencia entre los seres humanos, o dicho de otra manera que ya no debe existir diferencia entre la verdad o la mentira, o entre lo bueno y lo malo, ya que todos tenemos libertad de pensar o proceder según nos convenga.

Es por eso que sacar a la luz pública el tema de la Divinidad, en vez de provocarnos sentimientos encontrados, debería orillarnos a una reflexión profunda acerca del respeto que nos merecemos unos a otros, pero sobretodo al alto valor que representa para el ser humano el reconocer a una autoridad suprema, hecho que en este caso mencionado les obliga a ser más congruentes entre sus convicciones y su actuar.

Bien dicho y hecho... ojalá y hubiese más declaraciones de estas.