El objetivo de la Nueva Escuela Mexicana
- Guadalupe Grajales
Ya hemos señalado que del documento denominado “Nueva Escuela Mexicana (NEM): orientaciones para padres y comunidad en general” de la Subsecretaría de Educación Media Superior de la SEP, dado a conocer en el 2023, hemos extraído ya dos razones que justificarían el surgimiento de tal proyecto educativo.
La primera, el fracaso del sistema educativo mexicano para lograr la movilidad social intergeneracional, esto es, alcanzar mejores condiciones económicas y sociales que las que tuvieron los padres de los(as) estudiantes.
La segunda, el fracaso del sistema educativo mexicano para incorporar las características, las necesidades y los contextos específicos del estudiantado, tratándolo como un todo homogéneo sin atender, consecuentemente, a las diferencias entre los conocimientos y las formas de impartirlos.
El documento en cuestión aduce una tercera razón: “Un problema latente es creer que la escuela puede transformar vidas completas por sí sola. Es decir, prevalece el pensamiento de que la escuela es el único espacio donde aprenden los estudiantes, sin considerar que la familia y la comunidad son espacios de aprendizaje sumamente importantes, pues ahí adquieren saberes, conocimientos y valores que pueden ser complementarios a lo que aprenden en la escuela o servir para descalificar esos aprendizajes por no corresponder o no tener sentido con lo que viven en su realidad. En este último caso, la escuela no tendrá la mínima influencia en el estudiante, pese a todos los esfuerzos que pueda realizar la maestra, el maestro, o el colectivo escolar.”
De acuerdo con esta declaración, lo aprendido y lo considerado valioso en el ámbito familiar y de la comunidad puede complementar lo aprendido en la escuela, o puede descalificarlo, o sea, considerarlo inútil, así entiendo la expresión ‘no tener sentido’, dada la realidad vivida por el (la) estudiante.
Creo que de las tres razones ofrecidas ésta es la más controvertida, o la más compleja.
Empecemos por apuntar el tercer fracaso del sistema educativo mexicano, según la conclusión a la que llegan, esto es, la imposibilidad, por parte de la escuela, de ejercer “la mínima influencia en el estudiante”.
¿Cómo usamos la palabra ‘influencia’? Decimos cosas como “los amigos que tiene mi hijo son una buena influencia” cuando vemos que reunirse con ellos refuerza sus buenos hábitos como estudiar o divertirse sanamente. También decimos de ciertas personas “Es muy influyente”, cuando la opinión de ellas es ampliamente aceptada; o decimos “En México el influyentismo es un cáncer”, cuando nos referimos a las personas que se aprovechan de su posición económica o política o social para conseguir favores. En otras palabras, ser influyente o tener influencia equivale a tener un poder para alcanzar algo, positivo o negativo.
En este caso, suponemos que el poder de la escuela, la influencia que ejerce sobre el o la estudiante es benéfica, en tanto lo(a) prepara para alcanzar esa movilidad social intergeneracional y se propone hacerlo atendiendo a la heterogeneidad y consecuente especificidad de las distintas comunidades estudiantiles: “…con la Nueva Escuela Mexicana se desea formar personas capaces de conducirse como ciudadanos autónomos, con sentido humano y crítico para construir su propio futuro en sociedad.” Aquí el énfasis está en la formación de la persona; sin embargo, esta parte del documento concluye con un llamado: “Hoy más que nunca es necesario que, en conjunto, demos sentido, dirección y empuje a un mismo proyecto educativo. Solo (sic) de esta manera podremos lograr una auténtica transformación social y tener la fuerza para afrontar colectivamente, como comunidad, cualquier reto que nos depare el futuro.”
Nuestro análisis nos ha llevado apenas a detectar las tres razones que sustentan el surgimiento de la Nueva Escuela Mexicana, pero es importante determinar algunos de los presupuestos implícitos en estas razones.
Tanto en la familia como en la escuela hablamos de aprendizaje, y éste incluye relaciones de confianza, de responsabilidad, de respeto mutuo, de reconocimiento de una autoridad alcanzadas por las prácticas cotidianas. ¿Cómo se puede pensar que en estas condiciones no se van a gestar las bases necesarias para formar personas autónomas, críticas y capaces de construir su propio futuro dentro de su comunidad?
No es cierto que la vida en la escuela sea radicalmente distinta a la vida familiar y comunitaria. Al contrario, la conducta de las personas, sean maestros(as) o alumnos(as) es la esperada.
Si alguien descalifica a la escuela, tiene que sustentar tal descalificación.
A mí me parece más bien que el documento que hemos estado analizando apunta a la posibilidad de revisar y mejorar los contenidos programáticos, los saberes como los denomina para incluir todas las actividades sancionadas por la comunidad, y esto nos parece obvio. Por esta razón me parece un tanto ligero emplear la palabra “descalificación” para aludir a la visión crítica que legítimamente podemos ejercer tanto individual como colectivamente respecto a cualquier asunto social preponderante como lo es la educación.
De aquí que resulte relevante conocer los rasgos de esa transformación social que persigue el proyecto educativo denominado Nueva Escuela Mexicana.
Opinion para Interiores:
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Licenciada en Filosofía por la UAP con Maestría en Filosofía (UNAM) y Maestría en Ciencias del Lenguaje (UAP). Candidata a doctora en Filosofía (UNAM). Ha sido coordinadora del Colegio de Filosofía y el posgrado en Ciencias del Lenguaje (BUAP), donde se desempeña como docente. Es la primera mujer en asumir la Secretaría General de la BUAP.