Trump, ¿dueño del mundo?
- Antonio Tenorio Adame
La presidencia de Donald Trump comenzó con el juramento ante la Biblia, de cumplir y hacer cumplir la Constitución de los Estados Unidos de América. El grito de acción del nuevo Presidente es “Primero América”, para convocar a la comisión de hechos, sin mediar su legalidad.
La minoría debe exigir la igualdad a la mayoría en el debate
Ante amenazas de posibles agresiones a la soberanía, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, le escribió una carta al entonces presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, donde le dejó en claro que “habrá colaboración en materia de seguridad, pero no subordinación, ni se aceptarán injerencismos”.
La nueva era que marca al gobierno de Trump es el autoritarismo de su complejo bélico científico industrial para:
a. Establecer un régimen preferencial de mercado con proteccionismo de aranceles,
b. Combatir el “terrorismo” de los fabricantes del fentanilo y;
c. Expulsar a la emigración que “envenena la sangre” estadounidense.
El imperativo categórico de la siniestra profecía de Trump, en caso de cumplirse, sería una concentración, aún más, de la riqueza mundial, que demandaría mayor fuerza de trabajo, ya sea, mano de obra migrante o la intermediación de la maquila.
En contrapartida, las áreas de marginación social aumentarían, así como los niveles de financiamiento de la deuda pública. El conflicto social se agravaría desde la desigualdad al pasar a fortalecer la violencia.
Trump lucha contra el fantasma de la contradicción del mercado que se rige por el grado de competencia de precios salario, condicionado por el grado de invención tecnológica que se presente en la oferta comercial.
El nivel de la masa salarial es de los más elevados. Por un lado, la mano migrante es una contribución a su economía dado que su costo es inferior a ese nivel medio de salarios; asimismo, cubre una demanda que carece de competencia por abarcar áreas laborales, bien de alto esfuerzo físico o de elevado riesgo o bien carentes de prestigio social, en una palabra, son empleos “no deseables”.
Por otra parte, los Estados Unidos se enfrentan a la tendencia negativa demográfica de una tasa de crecimiento poblacional descendente, por lo que forzosamente debe cubrir el déficit demográfico y las vacantes que origina la tendencia al envejecimiento poblacional, el cual requiere alimentar el régimen de jubilaciones.
Por estas razones, a más de una aceleración en su crecimiento económico, es por lo que el trabajo de los migrantes es irrenunciable para los Estados Unidos. El fantasma que enfrenta Trump es la respuesta al disparo a sus aranceles, cuyo efecto se multiplicará en cadena al reproducir los efectos de la teoría dominó hasta alcanzar un nuevo equilibrio competitivo.
La capacidad de control de la OCDE sobre las normas que rigen la libertad de transacción comercial se verá rebasada por la supremacía impuesta por Trump de proteccionismo arancelario unilateral.
No así la relación del cambio monetario internacional, donde el dólar ha perdido su capacidad de referente internacional como consecuencia de la decisión de países del BRICS, cuyas transacciones se combinan con otras monedas.
Los Estados Unidos se ven favorecidos por los bajos salarios de la inmensa oferta de mano de obra mundial de los países del tercer mundo, ya sea como migrantes u ocupados en la maquila. La función que cubren debe ser reconocida en el orden de cooperación internacional, desde el interés de los países expulsores de mano de obra y de un gasto subsidiario de los países receptores a favor de la seguridad mundial.
Las mayorías deben respetar “el voto de conciencia”.
El modelo de economía marcado por el Tratado de Libre Comercio, T-MEC, a favor de otorgar el grado de nación preferida, con el fin de fortalecer la competencia del mercado continental de América del Norte será trastocado por el proteccionismo de Trump.
En consecuencia, no se concibe que siendo un tratado arancelario sea sujeto de contribuciones proteccionistas.
En esa perspectiva, los tratados aduaneros similares, como el caso del “Comunidad Europea del acero y el carbón”, de solo 6 países (CECA, 1950) dio origen al proceso de integración continental culminado con el tratado de Amsterdam de 1999 y conformación de la Unión Europea de 28 países.
El imaginario de Donald Trump procede a la inversa al considerar a México y Canadá como potenciales Estados de la Unión Americana por recibir subsidios.
De un plumazo se borra el proceso histórico del surgimiento de naciones, cuyo origen data de la firma de los Tratados de Westfalia 1648, que puso fin a la ‘Guerra de los treinta años’, entre Alemania contra el Sacro Imperio y católicos, así como el conflicto de España contra Países Bajos, con los cuales se definen, por primera vez, las fronteras territoriales de un Estado, cuya potestad soberana es reconocida por el derecho internacional.
Fue así que se superó la fragmentación del control espacial de los señores feudales con la abstracción de un nuevo sujeto de derecho internacional: el Estado nacional, en sus divisas ramas jurídicas, aún aquellas en condiciones de conflicto al preservar el sentido humanitario entre los combatientes, en caso de guerra.
A partir del 11 de septiembre de 2001 con la caída de las Torres Gemelas se dio respuesta al combate del terrorismo con la “doctrina Bush” de adjudicarse el derecho a la “acción preventiva” como vía a desconocer el derecho humanitario de guerra, entre otros: la protección de la población civil y el espacio de combate de naciones beligerantes, consecuentemente se borró la responsabilidad de actores de crímenes de guerra. La guerra del fentanilo anticipada por la declaración de otorgar calidad de “terroristas” a los cárteles de la droga, genera condiciones de vulnerabilidad a la frontera con la Unión Americana, así como mancillar a la cuestionada soberanía nacional de un tercio del territorio donde se calcula existe control de las bandas criminales armadas.
La barrera de protección soberana de México la encabeza la declaración manifiesta de la presidenta Claudia Sheinbaum de “no aceptar injerencias”, a lo que Isidro Fabela llamó “no intervención”.
También el régimen de la 4T se prepara para recibir a los connacionales expulsados, al construir refugios fronterizos para su recepción y ofertar los logros de la política del bienestar.
Ante la extradición inmediata de 450 mil de connacionales la oferta gubernamental es de alcances limitados para la recepción, comparada con el caso “braceros” que incluyó una reserva de fondo salarial que luego fue esquilmada.
La grave crisis humanitaria de los mexicanos destaca una deficiencia sobre seguridad laboral que bien debe ser cubierta a futuro.
A contrapelo, existe una sombra de irresponsabilidad de regímenes anteriores que idealizaron la fuga de una población en edad productiva con la falsa “ilusión” de convertirse en “fuerza electoral” de decidir al inquilino de la Casa Blanca, con ello potenciar el acceso de México al juego de poder continental.
Para fines de promulgación constitucional
En tanto ciertos expresidentes impulsores del éxodo mexicano han obtenido la nacionalidad de la Unión Europea con el fin de evitar los reclamos que surjan como responsables de la crisis humanitaria, por acaso ocurre.
Dónde quedó la conciencia de este error que hoy pesa como grave y quizás, ¿traición a la patria?
Opinion para Interiores:
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Licenciado en Economía por la UNAM, y docente en la BUAP. Fundador de la Academia de Historia y Crónica Parlamentaria y cofundador de la Asociación de Periodistas Democráticos junto con Renato Leduc. Ha sido diputado federal en diversas legislaturas, desde donde ha impulsado la apertura democrática.