Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en la mayoría de las veces son necesarias. Esto se pudo ver durante la más reciente visita de la presidenta Clauidia Sheinbaum a Huauchinango, donde inevitablemente se tiene que comparar con la visita de su antecesor y protector, Andrés Manuel López Obrador.

Casi a la misma hora y en el mismo lugar fue el encuentro. Pero no con la misma gente, pues mientras que en el evento de López Obrador, la gente acudió por su propio pie, en el de Sheimbaun fue en su mayoría burócratas.

La víspera de su llegada, la gente en las calles se podía escuchar que acudiría a verlo. Lo decían con entusiasmo, con emoción. Me refiero al caso de AMLO. En el caso de Shienbaum, pese a la propaganda oficial, mucha gente ni estaba enterada y los que sí sabían no parecían estar interesados en ir.

Doña Gaudencia, una señora que vende tacos, parece ser el mejor botón de muestra:

-Doña, ¿no va usted a ir a ver a Claudia?
-No mi joven, tengo que ir a comprar mi mandado. (Los sábados son día de tianguis en Huauchinango).
-¿Cómo? Pero si con Andrés Manuel estaba usted en primera fila,,,
-Bueno, es que él era el patrón… (risas)

La visita

Aunque dicho sin malicia por la señora de los tacos, esa expresión parece reflejar el sentir de muchos. Y sí. En el evento fue mucha gente, pero la gran mayoría eran gente que trabaja en las presidencias municipales y que acompañaron a los alcaldes –hoy en su mayoría de Morena o alineados con el movimiento- para hacer notar su presencia. No es raro que la gran mayoría de las fotos con Claudia que circularon en redes sociales sean de funcionarios que compartieron su foto emocionados. Con AMLO podías ver a gente como doña Gaudencia.

Por lo demás, el discurso de Claudia sigue siendo el mismo. Alineado con la ideología morenista, pero sin el toque mágico de AMLO, ese que lograba llegarle a la gente de abajo e incluso sacar no sonrisas, sino sonoras carcajadas. Claudia es, digamos un AMLO, pero descafeinado.

El agua potable

Más tarde, ya sin la presencia de Claudia, el gobernador Armenta encabezó un evento que para los huauchinanguenses fue más significativo. Se trató del arranque de una obra de agua potable de 13 millones de pesos y que promete terminar con el desabasto del vital líquido en la cabecera municipal, que no está de más decirlo, es una de las problemáticas severas que sufre el municipio, pese a –como su nombre lo indica- estar rodeado de árboles por donde quiera.

Cosas de la vida. En ese evento que, si realmente traerá beneficios directos a Huauchinango y que podrán ser palpables en unos meses, la Presidenta de la Republica no estuvo.

Y luego porque la gente –como la multicitada doña Gaudencia- exclaman: “¡Es que no nos trajo nada!”