El peso de la Iglesia en los procesos electorales

  • Germán Molina Carrillo
Sacerdotes y obispos católicos han denunciado ante el INE el riesgo en diversas regiones del país

Desde el inicio de la campaña presidencial de AMLO para alcanzar el triunfo en las elecciones de 2018, una buena parte de su estrategia se concentró en lograr el apoyo de la Iglesia católica y de los millones de mexicanos fieles a la misma, así como de las autoridades eclesiásticas y la Conferencia del Episcopado Mexicano, que aún y cuando no vieron con buenos ojos el hecho de que haya utilizado el nombre de Morena para su movimiento y de su partido, que fundó en 2015, aludiendo precisamente al culto a la Virgen de Guadalupe considerada como la madre de todos los mexicanos, al menos de los que profesan la religión católica dado que en sus propuestas López Obrador siempre se manifestó a favor de los pobres, la Iglesia también creyó en sus promesas y a pesar de que siempre se ha identificado con la ideología y principios del PAN, nunca se pronunció en contra de las propuestas del actual Presidente.

En lo que va de su administración, la postura de la Iglesia por lo menos en los primeros tres años, fue de respeto a las acciones del gobierno y salvo en determinados casos, salió a hacer declaraciones condenando la violencia y el crecimiento de los cárteles en diferentes zonas del país, que llevaron al desplazamiento de poblaciones enteras que salieron de sus comunidades huyendo de la violencia y los asesinatos cometidos por los grupos delictivos en su lucha por el control de los territorios.

A pesar de que AMLO no se había confrontado directamente con las autoridades eclesiásticas y de que había tratado de mantener distancia con las mismas para evitar echarse encima la animadversión de millones de mexicanos que son católicos ya que el públicamente se ha declarado cristiano; las cosas se han venido complicando en los últimos dos años por los asesinatos de sacerdotes y seminaristas a manos de los cárteles, con la complacencia de las autoridades locales, sin que se haya dado con los responsables en la mayoría de los eventos, sino que simplemente se han condenado dichos actos por parte de los presidentes municipales, gobernadores y del presidente en sus conferencias mañaneras.

Realmente el aumento de la violencia y la inseguridad en las ciudades y poblaciones del país, especialmente en Chihuahua, Sonora, Guerrero, Sinaloa, Michoacán, Jalisco, Colima, Tamaulipas, Morelos y Chiapas que han tenido como consecuencia, el cierre de algunas iglesias que incluso ahora han recibido amenazas de cobro de piso para seguir abiertas, han provocado que los obispos y sacerdotes, así como la Conferencia del Episcopado Mexicano, ante la indiferencia y falta de acción se hayan visto obligadas a buscar otras vías de solución como las mesas de diálogo con los líderes de los cárteles como los del estado de Guerrero con el Obispo emérito de Chilpancingo Salvador Rangel para apaciguar la situación y de alguna manera proteger a la población que muchas veces se encuentra en medio de los enfrentamientos entre los grupos delictivos.

Aunque el presidente declaró que no veía mal que se llevaran a cabo estos encuentros ya que ayudaban a la paz en las comunidades, las cosas a la fecha se han salido de control, debido a que las críticas al gobierno se han ido incrementando por parte de los sacerdotes y obispos, que han denunciado valientemente ante las autoridades del INE el riesgo que se corre en diversas regiones del país, para que se lleven a cabo las elecciones del próximo dos de junio en paz y tranquilidad, señalando que será imposible se instalen las casillas y que los ciudadanos acudan a votar, por el riesgo de que se cometan actos de violencia que pongan en peligro su integridad y hasta su vida.

Dichas declaraciones han sido desmentidas por el Presidente, quien por el contrario, ha dicho que en todo el país existen las condiciones para que se lleven a cabo las elecciones en paz y sin riesgos, incluso invitando a todos los ciudadanos para que vayan a votar.

Las críticas de la Iglesia católica y de los sacerdotes al gobierno actual se han ido incrementando y aún y cuando se han pronunciado por invitar a todos los ciudadanos a que acudan a votar el próximo dos de junio, tampoco han dejado de advertir los riesgos que existen en las regiones del país, donde los cárteles y grupos de la delincuencia organizada, han postulado candidatos y buscarán a toda costa ganar las elecciones para contar con autoridades que les permitan trabajar libremente en las ciudades y municipios del país.

Bajo estas condiciones, se ve muy difícil que el presidente pueda recomponer la relación con la Iglesia católica y sus autoridades, quienes tienen un poder e influencia indiscutibles entre los feligreses, para veladamente orientarlos a que voten por los candidatos que en primer lugar se han declarado como católicos y en segundo lugar porque han sido postulados por partidos que tienen un vínculo estrecho con la iglesia, no de ahora, sino desde hace muchos años.

En mi opinión, el presidente AMLO ha cometido un error al entrar en franca confrontación con los líderes de la Iglesia católica en pleno proceso electoral, debido a que el papel que jugará ésta en las elecciones será decisivo y puede ser el detonante para que los católicos de toda la vida reafirmen junto con sus familias sus preferencias electorales y para que los indecisos definan el sentido de su voto, escuchando el mensaje de los sacerdotes que desde la homilía dominical pueden inclinar la balanza a favor de alguna de las alianzas contendientes.

 

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Germán Molina Carrillo

Abogado, notario y actuario por la Facultad de Derecho de la BUAP; doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es director fundador del Instituto y del Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla y de la Revista IUS; autor de más de siete obras jurídicas, ponente, moderador, comentarista, y conferencista.