Educación inicial, grupo relegado
- Laura Angélica Bárcenas Pozos
La pandemia sigue afectando a las y los estudiantes, principalmente del nivel básico, a sus profesores y por lo tanto a las familias, porque nivelar lo que se perdió en los años de encierro y educación a distancia no es nada sencillo, especialmente porque ya había un rezago en varios estudiantes que se exacerbó con la manera como se llevó a cabo la educación durante los meses que estuvimos realizando la mayoría de nuestras actividades a distancia.
Recientemente me enteré de un grupo de estudiantes y sus docentes que no hemos considerado en otros textos en los que he hablado de educación y pandemia, pues debo reconocer que es un nivel educativo con el que tengo poco o nada que ver, y no me había detenido a considerar a esta población. Se trata de la educación inicial que de acuerdo a lineamientos de la SEP es el nivel educativo que atiende a pequeños de tres meses hasta 3 años de edad y que recientemente se consideró como “nivel educativo”, aunque no obligatorio y la SEP ha empezado a dar condiciones para atender a esta población.
Aquí les presento un caso de un Centro de Atención Infantil (CAI) que se encuentra en la ciudad de Puebla y que como característica principal tienen que además de la educación inicial que imparte, también cuentan con jardín de niños, así que atienden a niños y niñas de 2 meses a 6 años. En el momento de irnos al encierro, como toda institución educativa, cerró sus puertas y envió a sus estudiantes y docentes a casa y pidió a las profesoras (es importante señalar que todas las profesoras son mujeres) que se organizaran para atender a sus pequeños estudiantes a distancia. Aquí vino el primer problema, pues varias de las profesoras contaban con habilidades digitales y dispositivos electrónicos para atender a esta demanda, pero varias de ellas no.
Así que se fueron con una mano atrás y otra adelante, esperando que pudieran resolver esta situación. Lo fueron resolviendo en el transcurso de las primeras semanas de encierro y varias de ellas se vieron obligadas a adquirir los dispositivos necesarios como un teléfono inteligente y hasta una computadora que les permitiera conectarse con las familias de sus pequeños y pequeñas estudiantes. Después buscaron mecanismos para aprender a usar estos, no solo para la comunicación remota, sino para desarrollar materiales y estrategias que les permitieran acompañar a sus estudiantes durante el encierro. Alguna de estas profesoras se apoyó de sus propias compañeras con más habilidades, otras buscaron el apoyo de otros profesores y profesoras conocidas, otros de familiares con los que viven como hijas e hijos, e incluso la pareja.
La SEP les hizo llegar algunos materiales que no eran compatibles con los dispositivos para la intercomunicación, a través del programa Aprende en Casa y lo tomaron, lo vieron, pero lo dejaron a un lado por su poca utilidad para la tarea que tenían que emprender. Sin embargo, el problema más fuerte que enfrentaron, fue el ponerse en contacto con las familias para que atendieran a los pequeños y pequeñas en el momento que su profesora se conectaba con ellas y ellos para darles instrucciones acerca de cómo favorecer un desarrollo integral, particularmente de los más pequeños.
Las madres y los padres, en la mayoría de las y los estudiantes estaban rebasados con la situación que se estaba viviendo y muchos de ellos no se conectaban, otros ponían a un familiar a cargo, que podían ser las y los abuelos, sobrinas o sobrinos, hermanas o hermanos de las y los progenitores e incluso hijos e hijas mayores. A veces ayudó una vecina o vecino, pero las madres y los padres en muchos casos estaban ausentes. Además, las familias no siempre contaban con los dispositivos necesarios o la conectividad que les permitiera poner en contacto a las y los pequeños con sus docentes. Así que pronto se convirtieron en el grupo relegado.
Junto a esto estuvo el hecho de que el grupo de los más pequeños es el que más habilidades desarrolla en el tiempo de vida que estuvo encerrado o encerrada en la pandemia, junto al hecho de que no desarrolló anticuerpos y no se expuso a las enfermedades infantiles propias de la edad, que posteriormente fueron muy afectados.
El grupo de preescolar tuvo menos complicaciones, pero siempre necesitaban de un adulto o alguien mayor que las y los conectara, era más posible atenderlos en pequeños grupos y se disponía un horario para conectarse, aunque hubo la misma dificultad para mantener la atención, para que alguien las y los acompañara en sus actividades escolares y por lo tanto, sus procesos de aprendizaje también se vieron afectados.
Ahora estas pequeñas y pequeños estudiantes están cursando los primeros años de primaria o están en el preescolar, con los rezagos consecuentes. Por eso mi insistencia en que la escuela en estos momentos, de emergencia escolar, haga un alto y ponga un piso parejo para todas y todos sus estudiantes.
Opinion para Interiores:
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Doctora en Educación, Maestra en Educación Superior y Profesora de Educación Media Básica en Matemáticas. Profesora de todos los niveles educativos. En la Ibero-Puebla coordina Orientación Educativa, Formación docente y es académica de tiempo completo