A seis meses de que se realicen las elecciones de 2024, pareciera que además de la soberbia de Morena y sus aliados, la difusión de encuestas forma parte de su estrategia electoral para vociferar a los cuatro vientos, que se ubican en el primer lugar de las preferencias ciudadanas. En la política, como en un partido de futbol nada está escrito ni definido hasta que se acabe el juego y se llegue al último minuto; quien argumente lo contrario, miente.

Las encuestas, en principio no definen elecciones, por muchos años se utilizaron como herramientas para la investigación y el análisis, para conocer en dónde estaban los temas de interés para los ciudadanos, las preferencias o inclusive los rechazos sobre un candidato o partido. En la teoría de los escenarios electorales permite contar con información para conducir y corregir estrategias de campañas y en la agenda pública fortalezas y debilidades de un gobierno.

Por años, las empresas encuestadoras se hicieron de prestigio y de dinero al volverse cada vez más imprescindibles sus mediciones, sin embargo, con el tiempo los despachos de consultores se han multiplicado, las metodologías se han relajado a tal extremo que hoy es común que algunos personajes pidan trajes a la medida. Casi casi es dime qué quieres que te diga y a partir de ahí qué debo preguntar. Muchas de estas mediciones no se realizan con una metodología estricta, una muestra correcta y eso sí con preguntas inducidas cuyos resultados se han convertido en medios propagandísticos que buscan confundir al electorado y generar una percepción de triunfo para ellos y de derrota del oponente.

En este contexto, tiene razón la candidata del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez Ruiz cuando afirma: "Pueden publicar tantas encuestas como quieran, decir que son 10, 20 puntos de diferencia. No importa, la realidad es que todos los días iré por más corazones y conciencias a conquistar, que habrán de reflejarse en votos el día de la elección".

Quienes la acompañamos en esta coalición, sabemos que es urgente dar respuesta a realidades dolorosas de un país que se desgarra en la violencia y la inseguridad en muchos de sus territorios, de una población que, aunque por decreto se gane más o se tengan programas sociales, resultan insuficientes para cubrir los gastos médicos de enfermedades de temporada y mucho menos trastornos crónicos degenerativos frente a un sistema de salud público prácticamente desmantelado. Un sistema escolar que no ha logrado revertir los rezagos de la pandemia y una comunidad emprendedora sin apoyos e incentivos para generar inversión.

Por ello, es que, en esta campaña, más que detenernos en los mil rostros de las encuestas, nos proponemos escuchar a las personas, confrontar ideas, presentar propuestas que atiendan los problemas e inquietudes de personas de carne y hueso, y postular candidatos que acompañen con sus acciones y decisiones, presupuestos viables, suficientes y que exijan la realización de políticas públicas eficientes, que superen ocurrencias para trascender con soluciones reales para la gente.

En la oposición tenemos el objetivo de integrar a toda la sociedad para construir una agenda que atienda los graves problemas que aquejan al país y corregir el rumbo de México. Nos proponemos tener una participación activa, crítica, inteligente, informada, que se haga sentir en las calles, que se exprese en las plataformas digitales, y que tiene todo el potencial de dar una vuelta a la tuerca.

Continuaremos trabajando fuerte para seguir consolidándonos todos los días y para ganar en las próximas elecciones y con ello formar parte de la defensa de la democracia, de las instituciones, del respeto al Estado de Derecho, y a nuestra Constitución

En este contexto, por cierto, resulta necesario regular el tema de las encuestas o sondeos de opinión, debido a que de no hacerlo pueden impactar directa o indirectamente en la intención del voto de las personas, y ser distractores de un bien mayor, los resultados de una elección federal o local.