Migrantes en la frontera, casi aniquilados…

  • Rafael Alfaro Izarraraz
Los migrantes que ingresan a EU, llegan vencidos para aceptar las peores condiciones de trabajo

Las fronteras como la que divide a México con Estados Unidos, que tiene una longitud de tres mil 200 kilómetros, ha sido poco a poco militarizada por la parte estadounidense después de que se puso fin a los programas de braceros en la década de los años sesenta. Dice Josiah Heyman, en un texto de 2011 (creo que ya un poco antiguo, pero nos puede dar una idea cercana) que en ese tiempo existían aproximadamente 20 mil oficiales vigilando la frontera por parte de EU. Helicópteros, aviones, cámaras de vigilancia y una parte de la frontera con muros intentando evitar el paso de migrantes. La importancia que se le da en esa frontera a la migración es que se trata de una frontera que integra intereses económicos y políticos de ambas naciones, México y EU. La maquila fronteriza se ha especializado combinado con industria aeroespacial, biotecnológica, automotriz y electrónica. Del aquel lado, se combina con bases militares terrestres y marinas de nuestro vecino (Juan Manuel Sandoval Palacios, investigador del INAH), que se incrementaron con los sucesos de 2001, el ataque a las Torres Gemelas.

No obstante, a partir de la última década del siglo XX, las migraciones se han incrementado en el mundo y hacia Estados Unidos. En 2014 existían 214 millones de personas que vivían en naciones en donde no habían nacido. Existen varios factores que lo explican, pero sin lugar a dudas es el aumento de las familias que participan cada vez menos de la renta que se produce a nivel mundial o localmente combinado con la reorganización de los mercados a nivel mundial y la incorporación de poblaciones antes relativamente excluidas de procesos de producción mercantil como China y Asia. Lo anterior, contrasta con las políticas de seguridad que han prevalecido sobre todo en naciones receptoras como Estados Unidos, después del 11 de septiembre de 2001 y el aumento de actividades del crimen organizado (María Eugenia Anguiano, investigadora del Colegio de la Frontera Norte). Las ciudades fronterizas mexicanas con una importante industria maquiladora han incrementado su población sin una correspondiente infraestructura urbana. Sobre los migrantes que llegan a la frontera se ha creado un discurso que los transforma en “amenaza”.

Los flujos de población no son casuales. La globalización mundial, la integración de la economía a nivel mundial, el mejoramiento de los medios de transporte, las tecnologías de la información que une al planeta (aunque no deja de existir la exclusión y brechas digitales), todo ello ha contribuido al incremento de los flujos migratorios. De todas las regiones, es América del Norte la que más migrantes atrae, por encima de Europa. La pregunta que surge es, ¿por qué las personas de todos modos y a pesar de la seguridad de la frontera y los peligros que conlleva migran hacia el norte? La razón creo que es muy simple y no son las condiciones de pobreza de las regiones de donde se migra, aunque sin duda este es un factor de los más importantes pues saben que la vida va de por medio, pero se niegan a vivir en condiciones indignas que les ofrecen en sus lugares de origen: los migrantes por experiencia propia saben que al final de cuentas la gente migra y logra sus propósitos. Lo saben porque sus padres, familiares, amigos, vecinos, historias de gente distante, ya migraron y lograron su objetivo de superar las barreras que les imponen.

Y, ¿cómo se explica que a pesar de tantos obstáculos se les acepte en el país receptor por miles de vías? La respuesta es muy simple. Porque los necesitan; forman parte de la recuperación de las tasas de ganancia de empresarios de segmentos de la economía norteamericana que no son de punta pero que viven de los beneficios que deja la mano de obra desprotegida, aunque habrá quien escale a otros niveles. La sociedad norteamericana se encuentra noqueada por la salida de la industria hacia Asia, principalmente. Los niveles de vida han disminuido drásticamente también en EU, aunque comparado con otras naciones sigue siendo un atractivo y lo es, sigue siendo una potencia. Algunas áreas económicas son exclusivas para población migrante y abusos. Los patrones de los segmentos de los que hablamos saben que la mano de obra de los migrantes les deja ganancias que con los empleados de su país sería imposible. Es verdad que existe toda una paranoia sobre los migrantes en términos de toda una narrativa negativa. Recordemos las palabras de Trump. Los quieren fuera de sus fronteras, detenidos en los límites con México, pero, por otro lado, saben que sin ellos no se pueden generar jugosos negocios y ganancias.

Lo más reciente son las migraciones que surgieron a partir de 2018 cuando se inician las “caravanas migrantes”. Se trata de migrantes de diversos y distintos países, entre ellos del norte de Centroamérica, Honduras, Guatemala, El Salvador. A estas caravanas se suman migrantes de Haití, principalmente de la región conocida como El Caribe. Las caravanas son solamente una forma de migrar que es visible, pero en realidad existen múltiples estrategias que los migrantes siguen, sobre todo porque se trata de un tipo de migración sobre el que el crimen organizado opera, debido a las elevadas ganancias que deja. Primero eran migraciones poco visibles que llegaban a la frontera norte sin hacer mucho ruido. Algunos se quedaban en México, un mínimo. Luego fue la “Bestia”, el tren que los migrantes utilizaron para llegar a la frontera norte, cruzando el país. Ahora, hemos visto la experiencia de los tráileres y el lamentable accidente que ocurrió en estos días en Chiapas, donde perecieron más de 50 personas.

Pero la migración tiene su historia desde el siglo pasado. En el caso de las migraciones mexicanas y centroamericanas, estas últimas del siglo pasado también pero más recientes. Rutas es un eufemismo, son trayectos llenos de peligros, racismo y muerte. Las rutas que han seguido las refiere un estudio de Graciela Martínez, Salvador David Cobo, Juan Carlos Narváez, publicado en el número 45 de la revista Perfiles latinoamericanos. Las primeras rutas fueron sobre las vías del ferrocarril. La inseguridad los obligó a buscar nuevas opciones. La entrada al país fue Chiapas. Después fue Tabasco. En Chiapas, migración y en Tabasco los grupos criminales. Otras entidades, todas referencias son Oaxaca, Veracruz, Puebla, Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Tlaxcala, San Luis Potosí, Coahuila, Sinaloa, Chihuahua hasta las ciudades fronterizas, Tijuana principalmente.

Las políticas del gobierno de la 4T han ido cambiando. Creo que la firma del “T-MEC” y las relaciones con EU ha significado un mayor registro de las corrientes migratorias de Centroamérica por México y rumbo a EU (ver Rodolfo García, Selene Gaspar y Pascual García, sobre las migraciones y sus políticas a partir de 2018). Esta política se lleva a cabo en un contexto de criminalización por parte de EU de las migraciones, cuyo origen es diverso pues intervienen factores de desempleo, fenómenos naturales que afectan a Centroamérica, criminalidad (salvar la vida de mujeres y niños en esos países), crisis económicas. En el trayecto grupos de migrantes se topan con los grupos criminales mexicanos que se consideran guardianes de determinadas rutas, por lo que cobran derechos y actúan como polleros tanto mexicanos como centroamericanos. En general son considerados como intrusos. Son vulnerables a la violencia como ocurrió en San Fernando Tamaulipas. No hay protección local, aunque no es generalizado. Muchos de ellos son repatriados. Migran más hondureños, le siguen guatemaltecos y luego salvadoreños (Paola Iliana de la Rosa y Lahys Sandy Antony Maia, su trabajo es sobre los migrantes centroamericanos en México).

Creo que el propósito de obstaculizar la llegada a la frontera, y más increíble, es este: que al final de cuentas lleguen al mercado de la fuerza de trabajo norteamericano vencidos y acepten las peores condiciones para ellos de empleo y salariales, aunque finalmente puede ser un alivio comparado con lo que viven en sus respectivos países. 

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Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.