La ‘cría’ de humanos

  • Rafael Alfaro Izarraraz
La crianza va de la mano de técnicas de información, la biotecnología y la inteligencia artificial

El texto “Normas para el Parque Humano, una respuesta a la Carta sobre el Humanismo” presentado por el filósofo Peter Sloterdijk y difundido por el también filósofo chileno Adolfo Vásquez Rocca -quien es un conocedor de la obra del pensador alemán-, fue publicado en 1999 con motivo de una serie de conferencias sobre el final de siglo. El tema que deseamos destacar es la crítica que Sloterdijk hace al humanismo, que nos parece interesante. Nos reservamos para otro momento la postura de este autor con respecto a la propuesta antropogenética que apunta al uso de la tecnología para modificar el nacimiento, una opinión polémica por supuesto.

El texto del profesor V. Rocca se titula “Peter Sloterdijk, normas y disturbios en el parque humano o la crisis del humanismo como utopía y escuela de la domesticación”, publicado en la revista Nómadas, núm. 3. El documento original de Sloterdijk también se puede leer en la revista Observaciones filosóficas, que dirige el propio Dr. Vásquez Rocca. Sloterdijk en donde inicia su exposición subrayando que la sociedad moderna sustentada en la escritura-lectura adquiría un rango de glamour porque los que leían interiorizaban una capacidad de hacer fácil lo difícil. Las “Normas” son una crítica a la lectura humanista acrítica de Heidegger, cómplice del fascismo hitleriano.

La lectura y la escritura en parte, dice Sloterdijk, se deriva de la matriz humanista que alimenta el espíritu desde los griegos hasta nuestros días. Como crítico del humanismo sostiene que el humano se forja inspirado en el principio de eliminar a su opuesto, el salvajismo del hombre antropológicamente concebido. Dice el autor en cuestión que: “La etiqueta Humanismo recuerda –con falsa inocencia– la perpetua batalla en torno al hombre, que se ratifica como una lucha entre las tendencias bestializantes y las domesticadoras.

La sociedad epistolar, dice Sloterdijk, que surgió desde los griegos y los romanos y que fue transmitida por la sociedad occidental a todo el mundo, hizo de la lectura una estrategia humanista para rescatar a los salvajes-ignorantes y elevarlos como humanistas. La sociedad de los libros que se fortaleció con la educación y que servía de atractivo para humanizar a la humanidad, proporcionó las condiciones indispensables para que, por medio la cultura se domesticara a la sociedad en torno a los valores y creencias que finalmente organizaron la vida de millones de seres humanos que se incorporaron a la sociedad industrial en donde finalmente se incrustaron, pero inspirados por una “liga de disciplinantes”, las élites.

El humanismo que se pregunta por cómo debe ser el ser humano es un humanismo domesticador, expone Sloterdijk. Heidegger cree trascender las visiones humanistas que existen sobre el ser en la lógica de la elevación del salvaje a lo humano a través de identificar su esencia en el lenguaje y la relación del hombre como guardián del ser, en donde el lenguaje es la casa del ser. Heidegger sugiere no desechar la palabra humanismo sino redefinirla a partir de la “ex istencia”, del ser en el mundo (Heidegger, Carta sobre el humanismo, p. 15, edición digital de la UCM).

Vale la pena destacar los comentarios directos der Sloterdijk hacia Heidegger en el sentido de que aprovecha la pregunta sobre el humanismo de un estudiante francés para reposicionarse de la postura que asumió durante la Segunda Guerra Mundial en apoyo al régimen fascista de Adolfo Hitler. La postura humanista der Heidegger se dirige hacia la revitalización del concepto humano, olvidando el trasfondo del humanismo como un instrumento de domesticación que condiciona la presencia del que sabe leer como el instruido, mientras que el que no sabe leer como el salvaje, pero cuya relación no termina en una simple diferenciación sino en una relación de poder.

Heidegger olvidó este detalle, no obstante, se hace la pregunta justa, de la época dice Sloterdijk:

“¿Qué puede domesticar aún hoy al hombre, si el humanismo naufraga en tanto que escuela domesticadora humana? ¿Qué puede aún domesticar al hombre, si hasta el día de hoy sus esfuerzos de automoderación lo han llevado en gran medida precisamente a su toma del poder sobre todo ente? ¿Qué puede domesticar al hombre si hasta aquí en todos los experimentos de educación de la especie humana quedó poco claro hacia quién o hacia qué educaban los educadores? ¿O no habrá que dejar de lado definitivamente la idea de una formulación competente de la pregunta sobre el cuidado y formación del hombre en el marco de la mera domesticación?”

Para Nietzsche citado por Sloterdijk, el humanismo no es otra cosa que una estrategia de una “liga de disciplinantes” que tuvo como fin debilitar la potencial autonomía y soberanía de mujeres y hombres, muy bien olfateada por aquella liga. El humanismo busca convertir a los lobos en perros y a los hombres en profesores y sacerdotes encargados de la cría y la domesticación. El humanismo no podría tener el éxito que tuvo si no se hubiese concebido previamente una estrategia en donde la cría de los hombres por los propios hombres (y mujeres, por supuesto) y que más tarde se sirvió de la educación de los humanos para re jerarquizar a la sociedad (hoy podríamos decir pobres y con hambre) y reeditar el modelo de crianza y domesticación.

En la lógica antropológica de Sloterdijk, la aparición del claro en la selva, la construcción de casas con sus dioses y edificios, no significó un engrandecimiento de mujeres y hombres sino un empequeñecimiento. Sloterdijk cita a Zaratustra:

“Pues quería (Zaratustra) enterarse de lo que entretanto había ocurrido con el hombre: si se había vuelto más grande o más pequeño. Y en una ocasión vio una fila de casas nuevas; entonces se maravilló y dijo: “¿Qué significan esas casas? ¡En verdad, ningún alma grande las ha colocado allí como símbolo de sí misma! “(...) Y esas habitaciones y cuartos, ¿pueden salir y entrar ahí varones? “(...) Y Zaratustra se detuvo y reflexionó. Finalmente dijo turbado: «¡Todo se ha vuelto más pequeño!» “Por todas partes veo puertas más bajas: quien es de mi especie puede pasar todavía por ellas sin duda –¡pero tiene que agacharse! “(...) Camino a través de este pueblo y mantengo abiertos los ojos: se han vuelto más pequeños y se vuelven cada vez más pequeños– y esto se debe a su doctrina acerca de la felicidad y la virtud”.

No es nada inocente la crianza de mujeres y hombres por los hombres. La producción humana es un tejido de domesticación, crianza y educación, pero en donde la lectura/escritura se ha debilitado, dice V. Rocca (2011). La domesticación y bestialización no ha terminado en la actualidad. En ese sentido, se les domestica con las modernas técnicas de la información, el celular por donde llegan las normas que debe seguir el rebaño; la crianza va de la mano de la aplicación [la biotecnología] de vacunas indispensables para la relación entre pastores y rebaño; los antiguos profetas y educadores son sustituidos por la inteligencia artificial prefabricada.

Las vacunas son un buen ejemplo de la manera en que la domesticación y la cría del hombre por el hombre, como poder, salta a la vista como biopoder. Los pueblos y naciones con y sin vacuna no son solamente los vacunados y no vacunados, reflejan también que la cría humana se ha redefinido: el problema de que no todos se vacunen es una nueva reedición de los humanos y los salvajes. Serán un peligro todos aquellos que no tengan acceso la vacuna, pero vacunándose, podrán reintegrarse al mundo civilizado, pero como una falsa conciencia, como diría Sloterdijk, formarán parte del rebaño al que le espera formarse en la fila de los criados por humanos para colocarlos al servicio de otros humanos.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.