Autonomía y libertad de elección en la BUAP

  • Guadalupe Grajales
Libertad de elección como la expresión más genuina de la autonomía universitaria

No voy a cometer la falacia de adscribir rasgos propios de las personas a las instituciones; sin embargo, hay paralelismos entre éstas que vale la pena resaltar, pues hablamos correctamente tanto de autonomía del individuo como de autonomía de las instituciones, como es el caso de la autonomía universitaria.

Mi propósito es mostrar que el ejercicio de la autonomía trae aparejado una serie de consecuencias benéficas que no se obtendrían de no garantizarla. En este artículo abordaré la conexión necesaria entre autonomía y libertad de elección.

Voy a ilustrar esta conexión con lo que ha sucedido en el Posgrado en Ciencias del Lenguaje, a lo largo ya de décadas, pues éste se fundó en 1983. Me refiero a que ahí se ha preservado la libertad de elección del alumno de maestría para decidir quién ha de fungir como su director de tesis. Esto es posible porque el alumno conoce desde el curso propedéutico todas las opciones que la planta docente le ofrece, así no sólo elige al director(a) sino que lo hace en función de su tema de interés: éste es el eje central de su elección.

El mecanismo en el nivel de doctorado es distinto. Ahí al alumno(a) se le asigna el director(a). ¿Qué ha pasado? Pues que a lo largo de los trece años que coordiné el Posgrado no se presentó ni una solicitud de cambio de director(a) por parte de los alumnos (as) de la maestría; en cambio sí se presentaron varios casos en el programa de doctorado. Qué bueno que el alumno(a) puede solicitar ese cambio, con algunas restricciones, pero el punto no es ése. El punto es que en un caso sí tuvo la libertad de elegir y en el otro caso no.

¿Cuál es la consecuencia benéfica del ejercicio de esta dimensión de la autonomía personal? Claramente la realización de un proyecto, la generación de las condiciones indispensables para culminar con un plan diseñado para alcanzar ciertos objetivos que se cristalizan en la obtención de un grado académico.

Traslademos esta visión, aunque no mecánicamente al todo de la institución. No es que la institución como tal tenga esta libertad de elección, pero sí tiene que garantizarla para todos sus integrantes en todos sus niveles y en las circunstancias en que el ejercicio de esta libertad resulta determinante para la realización de las personas, puesto que la realización de una institución es la suma articulada de los logros de sus integrantes.

“Haces mejor lo que te gusta hacer” no es un mero supuesto para la acción, es el resultado de un sinnúmero de experiencias. Estudias bien lo que te gusta estudiar, enseñas bien lo que te gusta enseñar, investigas bien lo que te gusta investigar. El gusto por hacer algo no es el resultado de un capricho sino de la conjunción de una serie de factores personales y sociales, internos, como son tus deseos e inclinaciones, y externos, como son la guía y orientación de los especialistas, que te mueven a esforzarte por conseguir tus objetivos.

Lo maravilloso del asunto es que sólo tenemos que atenernos a observar el Artículo 3º. Constitucional, Fracción VII:

“Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas…”

¿No les parece de la mayor importancia preservar la libertad de elección como la expresión más genuina de la autonomía universitaria?

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Guadalupe Grajales

Licenciada en Filosofía por la UAP con Maestría en Filosofía (UNAM) y Maestría en Ciencias del Lenguaje (UAP). Candidata a doctora en Filosofía (UNAM). Ha sido coordinadora del Colegio de Filosofía y el posgrado en Ciencias del Lenguaje (BUAP), donde se desempeña como docente. Es la primera mujer en asumir la Secretaría General de la BUAP.