“Yo conquisto”; “Yo pienso“; “Yo primero”
- Rafael Alfaro Izarraraz
La actual pandemia es una pandemia de los imperios y ese es un rasgo que se oculta. La actual pandemia no es una pandemia como cualquier otra. Es la pandemia de las naciones imperiales que es llevada a las naciones pobres. Es la primer pandemia surgida en las naciones imperiales, en sus laboratorios de las naciones ricas y diseminada por las élites en todo el mundo, a través de los sistemas de movilidad mundial a los que los segmentos de la población pobre no tiene acceso. Los viajes de placer o negocios terminaron por diseminar el virus entre todos los segmentos de la sociedad entendidas como un todo.
El comportamiento que las naciones han adoptado, es la continuidad de lo ocurrido en el pasado, pero expresado de acuerdo a las condiciones actuales, modernas o posmodernas, no importa. En nuestra modesta opinión, el criterio del “YO PRIMERO” impuesto por las naciones ricas en la manera en que se distribuyen las vacunas en el mundo tiene su antecedente en el “Yo conquisto” y el “Yo pienso” cartesiano. No existe ninguna crisis moral de la humanidad porque nunca ha vivido realmente preocupada por el bien de nadie, en la medida en que se trata de un mundo dividido entre naciones que conquistan y naciones conquistadas o neoconquistadas.
Dice Enrique Dussel que antes del “yo pienso” cartesiano existió el “yo conquisto” de españoles y portugueses. La conquista alimentó la idea en los conquistadores de que tenían ideas que eran “superiores” a las que poseían los conquistados. Eso les dio confianza para sentirse que ellos eran los que pensaban mientras que los “Otros”, los conquistados, eran unos bárbaros a los que debían sacar de la barbarie en que fueron encontrados. Como concluye Dussel, los actos de “elevación” terminaron por ocultar a los conquistados que fueron sometidos a una de las etapas más trágicas de la historia de la humanidad.
El “yo pienso” que sustituyó al “yo conquisto” como mecanismo ocultador del conquistado, dirigió sus preocupaciones hacia un punto en el que la conquista fue convertida en un acto de transmisión de los saberes del conquistador a los conquistados. Para ejecutar esa acción de “elevación”, los territorios conquistados vivieron la invasión que se convirtió en el cobro de la cuota de los conquistadores sobre los conquistados, a partir de apropiarse de tierras y de bienes. Los conquistadores vinieron acompañados de creencias que dieron legitimidad a la apropiación de lo ajeno.
Si la independencia de las colonias logró expulsar del poder de los conquistadores, las élites criollas se negaron a expulsar al “Yo pienso” que se ha convertido en el “Yo primero”. La colonización cultural se quedó aquí y para siempre, por lo menos hasta el momento. Las élites criollas se colonizaron culturalmente. Asimilaron las ideas del conquistador, particularmente aquellas que colocaron el énfasis en el progreso y el desarrollo, y creyeron que expulsando a los colonizadores y quedarse con sus creencias, muy pronto y algún día alcanzarían los mismos niveles logrados por los imperios coloniales. Nunca se imaginaron que emular a los conquistadores era como tener al enemigo en casa.
Al emular culturalmente a las potencias, nuestras naciones imitaron sus modelos cosmológicos, convirtiéndose o asimilándose a la colonialidad o un neocolonialismo, porque al mirarnos a nosotros mismos con un cristal cultural que era el de los imperios, finalmente caímos en la trampa de concebirnos como naciones valoradas de acuerdo a los patrones impuestos por la cultura de los imperios. Y como dice Anibal Quijano (ver: “Colonialidad del poder y clasificación social”: en http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140506032333/eje1-7.pdf), le dimos el sustento y fundamento a la creación de un mundo que se erigió en el centro (eurocentro), a partir del cual nos concebimos dentro de una totalidad eurocentrada.
Las creencias de que algún día seríamos igual que los imperios si imitábamos su camino, quedó en una triste realidad. Al incrustarnos en el mundo eurocentrado perdimos la oportunidad de seguir caminos inéditos, pero a la vez ajustados a nuestra realidad. Esta realidad no es algo abstracto, sino real y concreto que tiene que ver con la vida actual de nuestro mundo de hoy. Tedros Adhanom Ghebreyesus, actual director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo en el mes de enero del año en curso que el mundo estaba al borde “de un fracaso moral catastrófico”. Lo anterior, en referencia al hecho de que la mayoría de las naciones ricas y algunas de ingresos medios concentraban la compra de vacunas que se han producido en el mundo contra los efectos del Covid 19.
Si es verdad que estamos ante un borde de una catástrofe moral, ante la distribución desigual de las vacunas en el mundo, también es verdad que el mundo actual es un mundo de naciones conquistadoras en donde la preocupación por el otro se finca en apropiarse de sus bienes y riquezas. En la lógica de lo que ha ocurrido con nuestras naciones en los últimos 500 años realmente lo que ahora observamos del “YO PRIMERO” no es más que la confirmación del antiguo modelo de dominación eurocentrado (o euroamericacentrado) de la era actual. Es la misma lógica cuya secuencia se puede establecer de la siguiente manera: “yo conquisto”, del “yo pienso” y “yo primero”.
La distribución de las vacunas es una distribución de corte imperial. Como si no existiera una ruta de cómo la vacuna surgió en las potencias mundiales y luego poco a poco (a través de las élites económicas que la llevaron de un lugar otro, de un continente a otro) fue bajando hasta segmentos de la población que reciben menos renta. Sin embargo, en el momento de distribuir las vacunas, la manera de comprender el fenómeno se ajusta a los parámetros más bien de la ganancia que de las buenas costumbres. Impera el YO PRIMERO. No se comprende que mientras el virus ande de un cuerpo a otro, sin importar el lugar, las posibilidades de erradicar la pandemia son nulas. Las actuales vacunas van a probar su eficacia en términos de tiempo.
Cuando las vacunas se distribuyen de acuerdo al mapa de las naciones ricas, los que quedan fuera son los negros, indios, afrolatinos, mulatos, amarillos, mestizos, etcétera. Esa la forma de la nueva colonialidad asentada en las razas y en el color de la piel con un añadido propio de la época actual: la suma de miles de millones de población cuyos ingresos no alcanzará para vacuna alguna si sus gobiernos no la aplican de manera gratuita. El 2021 será de las naciones de ingreso altos y medios, los otros viendo al quien dice YO PRIMERO.
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Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.