Del confinamiento y sus demonios

  • Marcela Cabezas

El paisaje no podría ser hoy menos inusual: mientras los hogares se atestan de residentes y sus mascotas, algunos curiosos se deslizan hacia la terraza y por medio de las ventanas toman una bocanada de aire exterior que pareciese repelente desde sus propio enclaustro.

En la esquina de la cuadra el sol libra su propia batalla por no dejarse extinguir y su eterno color vital se transforma en un rojizo casi como un promisorio infernal entre el azul oscuro de las lejanas montañas; las aves - hoy más libres- se posan majestuosamente sobre las edificaciones y alardean del perfecto círculo en su vuelo previo a descender: bien saben ellas dónde y en qué momento posar en tierra, a diferencia de los mundanos que hoy perviven aislados (...) A lo sumo, el ladrido de perros en uno y otro hogar, y en la calle por supuesto, rompe tal paisaje apacible y casi conmovedor; más,  los hechos que conminaron todo ésto son apenas creíbles: como una tragicomedia, de aquellas tan famosas en la literatura universal.

Hay algo cierto hoy en medio de tanto afán, desinformación y avidez “humana”: la ansiedad fecunda el temor y éste es hoy la realidad mediata e inmediata en gran parte del planeta. Y, ¿quién no lo cultiva? además de la especulación económica constante, el atizo de los medios de comunicación y las decisiones políticas oportunas e inoportunas tanto en las grandes potencias como en las que se quedaron en mitad del proceso, caso de América Latina.

El futuro en la región se muestra celoso de sustanciarse, más cuando Latinoamérica en general tuvo tiempo a favor para adecuarse a la realidad de la nueva pandemia mundial- otra más-.

Sin embargo, ni el autoritario Bolsonaro en Brasil, ni el dictador venezolano- o, ex dictador-  en el palacio de Miraflores, el populista López Obrador en México pasando por el impopular presidente colombiano y el incrédulo Lenin Moreno en Ecuador le han atinado a la emergencia social y económica que hoy amenaza con desmoronar aún más a los países que gobiernan. 

A largos periodos de inestabilidad política y golpes militares, festines de corruptelas, sistemas educativos incipientes, conflictos interinos, actividad económica dependiente y extractiva, etc, etc;  se suma ahora una emergencia de salud pública que amenaza con colapsar el sistema si el comportamiento del contagio no presenta un viraje diferente hoy; cosa harto improbable.

Bajo este contexto y teniendo en cuenta que tanto en Brasil, Venezuela, México, Ecuador  y Colombia se gobierna bajo la figura del presidencialismo- sin el ánimo de entrar en las virtudes y/o defectos de éste sistema de gobierno harto debatido por Juan Linz(1)-,  las decisiones que rigen el país provienen de quien encabeza el gobierno, fungiendo como el timonel del barco en aguas harto embravecidas. Por tal se presumen “bien orquestadas”. 

Bolsonaro optó por obviar el asunto y acusar a los mandatarios federales de sabotear con cifras infladas el número de ciudadanos contagiados; Maduro por su parte, se empeña en ocultar las cifras y hacer de cuenta que nada pasa al interior del resquicio de la revolución bolivariana. Mientras tanto López Obrador minimiza los efectos en uno de los países latinoamericanos más poblados y parece ignorar las críticas y llamados de diversos sectores a que tome medidas prontas al respecto. 

En Colombia Iván Duque toma medidas improvisadas en el afán de retardar el inminente colapso del desfinanciado sector salud en el país al tiempo que la sustentabilidad económica en los hogares tiembla. En Ecuador por su parte, se toman medidas cuando el pico de la pandemia es alarmante y hoy tiene el mayor número de contagios en toda la región.  

Bajo este contexto, la carrera para contener el virus “esquizofrénico” resulta titánica y se hace con las uñas - si en la mejor de las suertes se hace-.  De allí que la decisión e indecisión política marcan el rumbo de tamaña empresa. A lo sumo, el aislamiento social es la medida de moda en estos días en diversos puntos del globo.

Aunque no es gratuito tal estado de alarma en todos los niveles: sociales y económicos, en este último se pronostica una catástrofe al estilo Posguerra, aún en tiempos de paz, - expresó esto con minúscula ya que en latinoamérica conflictos de todo tipo son inmanentes-. Así, las teorías sobre la posible conspiración de la Tercera Guerra Mundial de tipo genético cobra mayor solidez. Sin la intención de dilucidar hondamente sobre este asunto, lo cierto es que en una etapa “post coronavirus” el orden mundial no será el mismo: viejos actores políticos cobrarán protagonismo.

Más, a la sombra de esto, importa también la percepción de la ciudadanía respecto a gobernantes, instituciones, sistema económico y sobre todo la reconfiguración de la vida común en torno a una nueva realidad: el aislamiento social es solo el comienzo, nada volverá a ser como antes. Las interacciones, las estrategias comunicativas, el canon cultural de la región caracterizado por su “afectividad” y compadrazgo, solo por nombrar algunas, habrán de mutar a nuevas formas y/o a retomar antiguas. 

A la luz de esto por supuesto, es válido preguntarse si, al ponerse el sol cada mañana y perecer tras los techos y a lo largo del horizonte sórdido ante el panorama “casi conmovedor” en las grandes ciudades, la vida transcurre “normal” y rutinaria, tal como lo vilipendian los medios y noticieros a diestra y siniestra financiados por nuestros “honorables” mandatarios en buena medida. Ésta epoca de estado de sitio como muchas otras previas ha de generar efectos sociales a nivel subjetivo e intersubjetivo aunque a nivel macro luche por impedir la posibilidad de “algo más”. 

Lo cierto es que hoy día a lo largo de América Latina las instituciones parecen rebasadas y los ciudadanos de cara a medidas y un entorno desconocido: la pervivencia se convierte hoy en batalla animada desde los hogares (a los poseedores les irá mejor que a los que no). Entonces, ¿cuáles son los efectos del confinamiento aún con sus virtualidades?, osea ¿cómo asumir la “normalidad ” en tiempos turbulentos e impredecibles? ¿Qué tiempos son éstos y cuáles los que vendrán? 

La incertidumbre crece día a día, ahora animada por un “problema más” en la agenda. Nada ajeno en América Latina, donde se ha convivido con el terror desde el ancien-régime - la conquista española marcará el inicio de muchos otros más-, y, hasta nuestros días de “modernidad sin modernización”. 

Entonces, qué diferencia lo uno de lo otro en el camino de la evolución - o la involución social- ya que la política no cumple aún con su objetivo de ser “el arte de lo posible” y la democracia se torna cada vez más inviable. A lo sumo, todo continuará bajo el “status quo”,  y , las aves se yerguen como dueñas y amas del cielo despejado, por estos días.

Notas

Linz, J (1994). Presidencialismo y Democracia: Una revisión crítica. 

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.