Cartilla Moral

  • Adela Cerezo Bautista
No tendría nada de malo, sino contraviniera “pequeños” ordenamientos constitucionales.

En 1944, a  petición del titular de la Secretaría de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, el escritor, Alfonso Reyes, redacto una “cartilla moral” que incluia principios universales que deberían guiar a una persona ante su familia y ante la autoridad.

En 2019, el presidente en turno de la República, Andrés Manuel López Obrador, anuncia la creación de la cartilla moral, que teóricamente guiará al ciudadano por el “camino del bien y ajeno a la corrupción”.

La cartilla no tendría nada de malo, sino contraviniera “pequeños” ordenamientos constitucionales, como la laicidad y la separación de Iglesia y Estado.

A primera vista, la 4ª. Transformación pretende resolver problemas de hoy con soluciones del pasado.

El gobierno federal puede generar un proyecto moral, siempre y cuando no afecte el principio básico de la separación de Estado e Iglesia, por cierto legado del presidente Benito Juárez, a quien AMLO considera el mejor presidente que ha tenido México.

Si bien es cierto que la historia nacional documenta que el Presidente Juárez jamás dejó de ser católico ni masón, también documenta, y, ampliamente el respeto irrestricto a los artículos 24, 41  y 130 constitucionales que regulan la relación de la administración pública con la religión.

Tanto el presidente de la república como su vocero, Jesús Ramírez Cuevas, aseguran reiteradamente que la cartilla moral no contiene conceptos morales o religiosos que intervengan en la separación iglesia-estado.

Una vez más, la realidad desmiente al discurso oficial.

Para empezar, en el mítin realizado en Tijuana, que teóricamente era para demostrar unidad ante las imposiciones agresivas y unilaterales del presidente Donald Trump en contra de México, la participación de dos ministros de cultos religiosos, no provocó el mas mínimo comentario de la subsecretaria de Gobernación encargada  precisamente de asuntos religiosos.

Posteriormente, las declaraciones públicas del presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas, Arturo Farela, explicando sus tareas con la cartilla moral, tampoco mereció la atención de la autoridad teóricamente encargada de estos asuntos.

Farela, entre otras cosas aseguró que la organización que el representa así como sus seguidores son “Soldados de la 4ª Transformación”.

Informó que la Confraternidad, que según él, cuenta con 35 millones de fieles y 7 mil templos en el país, sería la encargada de repartir los 10 millones de ejemplares, que el gobierno federal había ordenado, él mismo aclaró que la hechura de la multicitada cartilla moral era a cargo del presupuesto federal.

Sin afán de controversia y menos de impugnación, si vale la pena hacerse otra pregunta:¿Para este tema si hay recursos y para estancias infantiles o medicamentos en hospitales públicos no los hay?.

Si el presidente José López Portillo pronosticó que lo peor que le podía ocurrir a México era caer en el cinismo, habría que ir mas atrás con Gonzalo N. Santos, revolucionario y posteriormente gobernador de San Luis Potosí y paralelamente terrateniente, conocido como “el alazán tostado”, quien decía que la moral es el árbol que da moras.

¿Usted que opina lector?

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Adela Cerezo Bautista

Primer Contralora Estatal, Contralora en Puebla capital, Delegada federal, Diputada federal, Delegada del CEN y Secretaria General del PRI en Puebla.