La exclusión educativa en la admisión de las Universidades

  • María Teresa Galicia Cordero
Es un sentimiento que les vulnera y les hace sentir desligados socialmente.

María Teresa Galicia Cordero

Ayer 6 de julio, se publicaron los resultados del examen de admisión realizado por 46 mil 467 aspirantes del nivel medio superior, superior y técnico universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla BUAP, quienes realizaron las Prueba de Aptitud Académica (PAA) y la Prueba por Área de Conocimiento (PAC) el 1 y 8 de junio pasados. Según las cifras publicadas 31mil 155 ingresarán al ciclo escolar 2019-2020.

En palabras del Rector Esparza “Es la única forma que tenemos para poder seleccionar y darles oportunidad a los lugares que dispone la Institución”, destacando que no hay otra manera de ingreso a la BUAP que no sea aprobando el examen de admisión.

Una de las problemáticas centrales que marcan la condición estudiantil en estos tiempos es el acceso a la educación superior, obtener un lugar en el sistema educativo público en nuestras universidades, se ha vuelto cada vez más difícil. Si bien es cierto que se ha incrementado la matrícula cada año en las universidades públicas, el número de alumnos excluidos o rechazados aún son muchos, en este año fueron más de 15 mil.

Es una realidad que, en la transición de los jóvenes de bachillerato a la universidad, su elección de ingreso no siempre ha sido tomada por reflexiones o convicciones propias, muchas veces responden a decisiones azarosas, inmediatas o coyunturales, pero sus expectativas están puestas en obtener un lugar para estudiar la educación superior independientemente de que sean la carrera o la institución que ellos deseaban.

La exclusión originada por no quedarse en la universidad tiene consecuencias importantes. Diversas investigaciones (Guzmán, 2013) muestran que, desde el punto de vista de la experiencia, quedar fuera es un sentimiento que les vulnera y les hace sentir desligados socialmente. Para todos los que integramos esta sociedad, nos hemos preguntado acaso: ¿Qué piensan y sienten los 15 mil 312 jóvenes excluidos de la BUAP?

¿Cómo viven esta situación? ¿Como la afrontan? Significa básicamente la frustración de un proyecto donde su primera reacción es auto culparse, aunque de manera paulatina se vayan distanciando de esa posición para perfilar nuevas expectativas, especialmente quienes tienen apoyo ingresando a otra institución, intentar estudiar otra cosa, esperar el siguiente examen, preparase nuevamente etc.

El desfase entre como se sienten y que logran se expresa también en los resultados por área de conocimiento, que puede ser de incredulidad, tristeza, enojo o frustración, o bien de fracaso e impotencia porque movilizan un conjunto de elementos estructurales, relacionados con las condiciones económicas y culturales de las que dispone un joven cuando intentan solicitar un lugar en la universidad.

Además, les vulnera el sentido de pertenencia, puesto que quedan fuera del circuito escolar, dado que su expectativa principal era seguir estudiando y el resultado del examen les genera un cambio repentino tanto en el lugar social que ocupan, frente así mismos, como a los demás.

Dentro de los elementos estructurales se encuentran las condiciones económicas de las familias, porque sus recursos educativos y culturales marcan las condiciones de apoyo para sus hijos, por lo que en este proceso de ingreso se activan esas diferencias.

Las actitudes que presentan son diversas, están las que siempre apoyan los estudios de sus hijos, pero hay otras que les presionan, culpan o les reclaman por no lograr el ingreso. En realidad, muchos padres de familia ven truncadas sus expectativas porque su hijo no fue admitido, cuya consecuencia inmediata es que el proyecto familiar que habían delineado, se pierde.

 

 Escuchar la perspectiva de los propios actores, en cuanto a los procesos de selectividad y exclusión que llevan a cabo las instituciones de educación superior, permite aproximarnos a sus implicaciones en la vida de los jóvenes, en la definición de sus proyectos y en su inserción social.

Estas investigaciones sobre jóvenes (Guzmán, 2013) permite mostrar que la mayoría de aquellos aspirantes que son excluidos de la educación superior provienen de los grupos mas desfavorecidos y no cuentan con las posibilidades necesarias para ser aceptados en otras instituciones, por lo que su exclusión educativa puede ser el comienzo de un proceso excluyente mas amplio que sobrepase la esfera meramente educativa.

Referencia:

Guzmán Gómez, Carlota Coord. (2013) “Los estudiantes y la universidad. Integración, experiencias e identidad”. Primera edición,ANUIES.

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.