Votar para qué

  • María Teresa Galicia Cordero
Hagamos efectivo este domingo nuestro derecho con un voto valiente y crítico

Demasiado tiempo de campañas electorales y el mismo escenario: opiniones que buscan polarizar, acusaciones, revelaciones, ataques, mentiras a medias o mentiras completas y la ausencia de debates reales sobre los asuntos que preocupan a la ciudadanía y que necesariamente, tienen que atenderse.

Recordemos que históricamente se ha discutido cómo garantizar que existiera democracia en México, en una época no muy lejana se discutió el cómo lograrla, garantizando equidad en la contienda electoral y también, que el partido gobernante no aprovechara su poder para sacar ventaja en la competencia con otros partidos.

Lo anterior, encuentra su fundamento frente a la larga historia del autoritarismo de partido hegemónico (PRI) que imperó durante buena parte del siglo XX en nuestro país. Desde entonces se han aprobado reformas electorales buscando mejorar las prácticas, especialmente en lo relacionado al voto. La última, cuya propuesta y discusión ocurrió en el 2022 y que no fue aprobada, proponía entre otras cosas reducir a la mitad el financiamiento ordinario y de campañas de los partidos políticos, y eliminar por completo recursos destinados para actividades partidistas específicas buscando el ahorro que implicaría, según la propuesta, 32 mil mdp en el periodo de 2025 a 2030.

Si bien, seguramente contenía otras iniciativas que afectaban el funcionamiento del Instituto Federal Electoral que deben volverse a revisar, en lo que respecta al financiamiento, pienso que es necesaria su reforma. Todos los ciudadanos podemos observar el derroche de dinero en la propaganda realizada por todos los medios de comunicación, digitales, impresos y en especie que todos los partidos políticos han realizado en las campañas electorales que están por terminar.

En un país con tantas necesidades, realizar tanto derroche y durante tanto tiempo es inaceptable, así también destacar tanto que la democracia está en peligro, situándose solamente en el voto electoral. El exceso de participación que produce el fenómeno del ciudadano total, puede tener como efecto la saturación de la política y el aumento de la apatía electoral. El precio que se debe pagar por el compromiso de pocos es frecuentemente, la indiferencia de muchos (Bobbio, 1984).

Nada es más peligroso para la democracia que el exceso de democracia, señala Bobbio, ya que la democracia no es solo la elección de los representantes. Su definición sobre democracia lo clarifica: “la agencia política de la ciudadanía se restringe a elegir periódicamente a sus gobernantes. Ello comporta excluir toda forma o expresión de cultura cívica, política y democrática que exceda la selección de representantes” (1984, pag.33).

Lo anterior, permite reflexionar en la necesidad identificar toda democracia real y posible de la democracia estrictamente política, es decir, no  votar solamente,  sino explicitar  el compromiso ciudadano de exigir e impulsar con quienes ganen esta elecciones, a continuar discutiendo de un modo amplio y plural (ya sin tintes partidistas) y contribuir a edificar un proyecto colectivo, capaz de promover de un modo efectivo la igualdad social, fortalecer la participación comunitaria y autogestionaria del demos, profundizando la solidaridad social y luchar por la liberación de las clases y grupos subalternos explotados y oprimidos en el capitalismo actual.

Fair (2021) invita a no caer en posiciones esencialistas, dogmáticas, elitistas o ilustradas y sin desconocer el mosaico de diferencias particularidades y singularidades que caracterizan a las sociedades y países de América. En nuestro país en concreto, es indispensable recordar la necesidad de justicia anta tantas atrocidades y violaciones a los derechos humanos que se han multiplicado en México por la corrupción, la impunidad y la deficiente o nula aplicación de la justicia.

Es necesario situarnos en nuestra realidad, analizando críticamente aquellas decisiones y políticas que se han privilegiado. No podemos permitir que un país tan rico con sus habitantes, recursos naturales, tradiciones, costumbres no termine de salir adelante. El hilo conductor que permea todos los ámbitos, aparece como un proceso democratizador, establecido a través de un discurso relacionado con la transparencia, la igualdad, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la diversidad, la equidad y la libre expresión entre las más importantes. Desgraciadamente este discurso cada vez se vuelve más ambiguo y muchas veces inexistente y en donde se instala la mentira junto a grandes y variadas promesas.

Cada vez más, la mentira es el eje articulador en la política mexicana que permea a todos los ámbitos de la vida social. Existe una brecha entre lo que se dice y lo que se hace, lo que se nos presenta y lo que sucede en la realidad. Todo se maquilla en este país a conveniencia de las élites, las realidades si no se ocultan, se embellecen, se suavizan y lo que es peor, se silencia aquello que no gusta o no conviene.

Es tanto el poder de la mentira utilizado especialmente por los políticos y la mayoría de los gobernantes que, aun viviendo en crisis económica y de seguridad permanentes, se afirma que todo está bien, que estamos fortalecidos y preparados para seguir adelante. Tal vez, no todo esté tan negro y se puedan percibir claroscuros en la panorámica nacional, estatal y municipal, pero hay que tomar decisiones. Votemos sí, ejerciendo nuestro derecho, pero sin dejar de lado nuestras obligaciones.

La ignorancia y la falta de reflexión crítica nos hace cada vez más vulnerables ante la manipulación evidente, por eso, gane quien gane, hay que exigir que en México la educación sea de calidad, formando para analizar la realidad y así poner en evidencia los juegos y los abusos del poder y de enfrentar los laberintos de la mentira con verdades, certezas y congruencias e ir acotando los espacios de quienes, a partir de ella, han ido incrementando exponencialmente su poder y su riqueza.

No será tarea fácil, pero hay que hacerla. Hagamos efectivo este domingo nuestro derecho en la elección más grande en nuestro país, de ejercer nuestro voto. Un voto valiente y crítico por el bien de cada uno de nosotros, de nuestras familias y de nuestra sociedad. “Sigamos desde nuestros espacios, construyendo un mundo, donde quepan otros mundos”. 

Referencias
Bobbio, N. (1984) El futuro de la democracia Trad. José F. Fernández Santillán. México: FCE, 2014.
Fair, H. (2021). Estado y movimientos sociales: Identidades, cruces y estrategias en tensión en América Latina. Revista Rupturas11(2), 111-130

 

Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no representan necesariamente la línea editorial de e-consulta.

 

 

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María Teresa Galicia Cordero

Doctora en Educación. Consultora internacional en proyectos formativos, investigadora social, formadora de docentes e impulsora permanente de procesos de construcción de ciudadanía con organizaciones sociales. Diseñadora y asesora de cursos, talleres y diplomados presenciales y en línea. Articulista en diferentes medios.