La miel

  • Alejandra Fonseca
Ahora me entero que los abejorros machos no pican.

Fue una mañana al ir manejando que un abejorro se metió por la ventana abierta de mi coche. Entre la atención al tráfico y el zumbido que conozco bien desde niña, que ahora sé que no lo producen sus alas sino los músculos que les permite moverlas, lo único que pude hacer fue manotear para quitarlo de mi rostro. Fue inútil, al azuzarlo enterró su aguijón en mi párpado derecho, que sentí quemante y doliente, inflamándose de inmediato por lo que me ©orillé a la orilla© y busqué algo para calmar el ardor.

Ahora me entero que los abejorros machos no pican: son las hembras obreras y las reinas de esta especie las que, a modo de defensa, pican. También me entero que los abejorros regulan la temperatura de su cuerpo, que sus nidos no se usan para la extracción de miel, que vuelan cerca del cabello porque su vista es capaz de distinguir los colores azul, violenta y amarillo pero no el rojo y que esta especie se usa en la polinización de algunas especies de plantas en la agricultura ya que siempre vuelan a las mismas flores en vuelos cortos.

Una investigación muestra los mismos resultados en el declive de los abejorros que en el de las abejas: los están matando pesticidas con neonicotinoides que afectan al sistema nervioso central de los insectos. Científicos han comprobado que con estas substancias los insectos vuelan muy rápido al principio para dejar de hacerlo ya exhaustos tras unos centenares de metros, como si estuvieran dopados. En un entorno real, un vuelo tan corto no permitiría al abejorro regresar a la colmena con la misión cumplida.

Ahora vamos a las abejas: Son grandes polinizadoras; cada abeja obrera vive escasos 50 días donde recorre 40 kilómetros en un total de 200 mil vuelos; visita cerca de 7,200 flores para producir 5 gramos de miel. En una colmena viven de 30 mil a 60 mil abejas y la reina pone 3 mil huevos al día. Para reunir un kilo de miel se necesitan 200 abejas que vuelen a 1’440,000 flores. Y una característica de lo más importante: La miel que producen es el único alimento natural que se obtiene sin destruir ninguna forma de vida.

El equilibrio que abejas y abejorros crean en nuestro mundo es esencial: si desaparecieran –ya está en crisis su existencia-- esta frase lapidaria sintetiza los efectos: Sin abejas ni abejorros no hay polinización, no hay agricultura, no hay alimentos, no hay animales y no hay humanos por lo que el mundo como tal, no podría ser el mismo en ninguna de sus formas.

Estamos avisados…

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes