La República de los mítines

  • Víctor Reynoso
Es probable que Obama y Bush realizaran mucho menos mítines.

Víctor Reynoso

Profesor de la UDLAP

Se dice que en sus primeros 100 días de gobierno López Obrador tuvo las mismas horas de conferencias de prensa que Obama o Bush en 8 años. No hay datos sobre el número y el tiempo de los mítines que el presidente mexicano ha realizado, ni su comparación con los de funcionarios de otros países. Es probable que Obama y Bush realizaran mucho menos mítines; en contraste con Trump, más afecto, aparentemente, a ese tipo de eventos.

El mitin es una relación notablemente asimétrica: una persona, o un número muy limitado de personas, hablan, mientras cientos o miles se limitan a escuchar, aplaudir o abuchear. El dirigente por un lado, el pueblo por otro. El mitin, si es reiterado, puede expresar metafóricamente (y no solo metafóricamente) la relación entre el gobernante y la sociedad. La asimetría entre quién realimente dirige, decide, controla, y quienes se limitan a asentir.

Particularmente preocupante es cuando una reunión de este tipo se toma como una muestra representativa de la sociedad, o de un sector de la misma, y se realiza una consulta a mano alzada, como López Obrador acaba de hacer en el Istmo de Tehuantepec.

Una muestra estadísticamente representativa tiene su complejidad. El tamaño y el diseño de la misma, para que realmente presente al todo que quiere, debe ser diseñada por gente que sabe del tema. Aunque no cualquiera que haya estudiado una licenciatura sabe cómo diseñar una muestra así, sí debe saber de qué se trata. Hay cuestiones intuitivas: una encuesta en un mitin de simpatizantes del presidente en Juchitán será representativa de los simpatizantes del presidente que fueron a ese mitin. No de todos los habitantes de la región.

Pero en la realidad hay múltiples anécdotas de muestras mal tomadas. "Yo ya hice mi encuesta: les pregunté a todos mis conocidos por quién van a votar y todos votarán por el partido XYZ". "¿Para qué gastar tiempo y dinero yendo a domicilios o hablando por teléfono: hagamos la encuesta donde la gente tiene tiempo de responder: parques, plazas, filas de servicios?" "Para saber cómo va a votar la gente de Veracruz, vayamos a la central camionera y encuestemos a la gente que va a viajar a Veracruz".

Suena de risa, pero todos son ejemplos reales, de gente que estudió alguna licenciatura en Ciencias Sociales, y que se siente muy creativa e ingeniosa haciendo su encuesta. Cuando está expresando una ignorancia supina y una brutal ausencia de sentido común.

Lo peligroso es que encuestas o consultas de este tipo se puede justificar cualquier cosa. Se reúne un grupo de simpatizantes, se les pregunta sobre algo de lo que ya se sabe qué van a responder, se presenta el resultado del ejercicio como una muestra representativa de toda la sociedad o de toda la región. Cualquier cosa puede presentarse así como una decisión "del pueblo bueno y sabio".

Las preferencias de decenas de millones de personas pueden investigarse en una encuesta de mil o mil quinientos cientos encuestados. Pero hay que saber diseñar la muestra: su tamaño y sobre todo la forma de seleccionarla. Es una cuestión compleja, aunque congruente con el sentido común. Es un asunto de "expertos", de gente que sabe: como cualquier cirugía médica, por poner un ejemplo. Ignorar esto, como muchas otras formas de ignorancia, puede tener graves consecuencias.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.