La educación pedagógica frente a la educación andragógica

  • Rocío Barragán
Los programas Ejecutivos se dirigen a personas de 26 años o más

Durante 30 años, he participado tanto en procesos educativos pedagógicos (centrados en jóvenes), como en  procesos andragógicos (centrados en adultos). En ese andar he intervenido también en diseños curriculares, planeaciones educativas, evaluaciones de planes de estudios, así como en el desarrollo de perfiles de ingreso-egreso; diseño de competencias y actualizaciones de programas que responden a diversas modalidades y niveles: Bachillerato, Licenciatura, Posgrado, Educación Continua, Actualización, Especialización, Certificaciones, Diplomados, Educación a Distancia y programas Ejecutivos.

Los programas Ejecutivos se dirigen a personas de 26 años o más; preferentemente con experiencia profesional pero que no cursaron, concluyeron o formalizaron sus estudios de licenciatura, o si lo hicieron, buscan seguir estudiando para actualizarse en determinada área profesional o para seguir aprendiendo.

Dos de las diferencias más significativas entre la pedagogía y la andragogía están en sus procesos de planeación docente y en el rol del profesor.

1. Los procesos de planeación, desarrollo, evaluación y acompañamiento suponen un fino y profundo entramado capaz de acompañar y generar el desarrollo integral del alumno e íntimamente vinculado a sus intereses y expectativas. Clases mucho más prácticas que les permitan identificar y relacionar los contenidos con su experiencia, actividades más autónomas y apli

2. Aunque desde hace tiempo el papel del maestro es concebido más como acompañante o facilitador, (el estudiante al centro). en la educación para adultos el facilitador debe ser capaz de gestionar la riqueza experencial de los alumnos e incorporarla como un gran insumo a la clase, a sus actividades y considerarla como parte de su aprovechamiento. Es vital comprender que son estudiantes más responsables de sus procesos formativos y que ellos buscan elementos de especialización para potenciar lo que han aprendido empíricamente con lo que sucede en clases. Establecen comparaciones, relaciones e hipótesis, capitalizan oportunidades, son de algún modo autodidactas de modo que auto propician el aprendizaje situado y significativo.

En procesos formativos de capacitación o educación continua, el interés de los participantes también se centra en aprender y desarrollar competencias que redunden en oportunidades de superación laboral y personal. Reconocen, equilibran y practican lo aprendido en su realidad, aprovechando su experiencia y, enriqueciendo y relacionando los contenidos, actividades y aprendizajes planeados por el facilitador.

La planeación educativa andragógica representa un enorme desafío; supone sobre todo comprender que cuando un adulto trabajador estudia, tiene una finalidad más significativa que aprobar las asignaturas de un programa: Busca crecer, actualizarse y encontrar mejores o nuevos caminos para el desarrollo personal y profesional.

Él suele pagar sus estudios y, en ocasiones cuenta con el apoyo de alguna organización o asociación; ello genera que la expectativa sobre la calidad del programa y lo que aprenderá sea alta y muy alta.

Las fortalezas de un estudiante/adulto son su nivel de compromiso e interés, lo que representa para el facilitador una gran oportunidad de incidencia y acompañamiento profundo y significativo; pero también un desafío en la manera de preparar sus sesiones, asignar actividades y evaluar.

Para alcanzar los resultados esperados en este tipo de procesos educativos se recomienda:

*Un trato cercano, respetuoso y cordial; generación de ambientes sanos de confianza; acompañamiento esférico tanto en clases, como en las interacciones con y entre los estudiantes, el grupo y el facilitador. Atingencia, claridad y asertividad en los procesos de evaluación y retroalimentación.

*Mantener sostenidamente una actitud de escucha activa para (re)dirigir lo que cada estudiante y lo que el grupo espera y necesita.

*Planeación clara y flexible para ajustar contenidos, actividades y propósitos de acuerdo al pulso generado por el grupo.

*Dejar de lado posturas rígidas o criterios unilaterales que inhiban la voluntad y disposición de los miembros del grupo consigo mismos, con sus compañeros, el profesor y con el propio proceso educativo.

De este modo se puede concluir que el trabajo con adultos representa un gran desafío, pero también un regalo para vivenciar procesos formativos fortalecedores, edificantes y constructivos que brindar la oportunidad de aprender con y a través de los demás.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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Rocío Barragán

Maestra en Mercadotecnia, Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Académica certificada por ANFECA. Diplomados en Innovación para el aprendizaje, Desarrollo integral. Coordina la Maestría en Mercadotecnia en la Ibero Puebla