México le seguirá haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos

  • Norma Angélica Cuéllar
Estados Unidos transformó la agenda internacional para redoblar la seguridad de sus fronteras

Puebla, Puebla a 26 de marzo de 2019

“Probablemente en ningún lugar del mundo vivan, lado a lado, dos países que se entiendan tan poco, como México y Estados Unidos, y donde el pequeño haya podido sentir y someterse al poderío del gigante durante más de 150 años”. Así comienza Alan Riding su libro “Vecinos distantes”, en cuyas páginas concluye, desde la década de los ochenta, que para Estados Unidos entender a México es una cuestión de interés propio e incluso de seguridad nacional.

Aunque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tratado de darle un rostro más humanitario y decoroso al trato que se ofrece a los miles de migrantes centroamericanos que huyen hacia Estados Unidos, temo decirle que dichos esfuerzos serán en vano porque el Imperio del norte en palabras sencillas y llanas, lleva años delineando nuestra política migratoria.

Se lo cuento de otra forma, desde los atentados al World Trade Center, por allá de septiembre de 2001, Estados Unidos transformó la agenda internacional para redoblar la seguridad de sus fronteras. Y así, los aeropuertos del mundo comenzaron a incorporar severas medidas de control de acceso, las bases de datos de los pasajeros fueron cautelosamente vigiladas. Estados Unidos desarrolló una estrategia de seguridad en círculos concéntricos para aumentar el control de quienes pretenden ingresar a su territorio por mares, aire y tierra.

A nosotros nos tocó la parte más triste, pues en pocos años, nos convertimos en una frontera horizontal, con controles policiacos  para frenar a terroristas y migrantes. Nos tocó convertirnos en el patio trasero, el sitio donde se hace el trabajo sucio contra esas marejadas de personas que huyen de la miseria del centro y del sur del continente.

Desde ese año, los presidentes panistas Vicente Fox, Felipe Calderón y el priista Enrique Peña Nieto pusieron en marcha diversos mecanismos de colaboración como la Iniciativa Mérida y el Programa Frontera Sur, para establecer nuevos paradigmas de vigilancia como las fronteras inteligentes, plataformas informáticas para el registro de datos biométricos en la frontera sur, sistemas de intercomunicación y capacitación para los agentes migratorios, entre muchas otras acciones, cuyo propósito fue convertir el territorio mexicano en un muro gigante que detuviera a quien fuera. Hubo años que el Instituto Nacional de Migración (INM) detuvo a más migrantes centroamericanos que la propia Patrulla Fronteriza estadounidense.

En realidad, no conocemos el alcance las acciones y securitización de fronteras que se negoció desde estos gobiernos con sus similares de Estados Unidos. Y ante este panorama hay poco qué hacer. Creo que AMLO tiene muy poco margen de maniobra para cambiar los designios del vecino del norte.

México como territorio de destino

Y no nos hagamos, lo que hoy ha decidido el gobierno de Donald Trump es convertir a México en territorio de destino para esos migrantes que sólo iban de tránsito.  Y no sólo eso, también nos estamos quedando con los que están en trámites de asilo.

Así, el criterio migratorio del gobierno de AMLO frente a las oleadas de caravanas de migrantes hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que comenzaron a travesar México, desde el pasado mes de octubre, ha sido errático, entre el humanismo, el bloqueo, la criminalización y el obligado asilo.

Los gobiernos estatales y municipales han implementado cercos, sitios alejados de las ciudades para alojarlos, se los han enviado de un estado a otro, con amenazas de denuncias penales. No sabemos qué hacer con esas miles de personas que se están uniendo a las caravanas y que siguen organizándose para entrar a plena luz del día a territorio mexicano.

Y lo que está ocurriendo es que varios miles de centroamericanos, de facto, se han quedado a vivir en Tijuana, Piedras Negras, Monterrey y algunas otras ciudades de la ruta migratoria,  generando múltiples problemáticas para la población local, que los ve con bastante animadversión.

Esta misma semana, las autoridades del municipio de Huixtla, Chiapas, impidieron que una nueva caravana de migrantes ingresara a la cabecera municipal, por lo que el contingente siguió su camino para descansar en la comunidad de Villa Comaltitlán. Las autoridades locales argumentaron que la decisión se tomó debido a que la presencia de indocumentados en la zona elevó los índices delictivos, además de generar un malestar social en el municipio.

Lo que se ha observado, es que los residentes de los sitios por donde están cruzando las caravanas han adoptado ya actitudes de rechazo, y las ayudas, que en un principio fueron masivas, ahora han desaparecido.

Muchos de los migrantes que integran esta última caravana, eran centroamericanos que estaban esperando salvoconductos para poder viajar por el país, pero decidieron unirse a este éxodo ante la lentitud del Instituto Nacional de Migración. La mayoría habían llegado a México en grupos previos y estaban varados en la región intentando regularizar su situación ante el INM.

Durante algunas entrevistas, encargados de casas de migrantes, me relataron que los migrantes de las caravanas salieron ya de los albergues para buscar la vida en diversas ciudades mexicanas. El descontrol sobre ellos es absoluto.

Creo que ni el INM ni ninguna institución mexicana tiene el dato de cuántos migrantes están varados en la ruta migratoria, en qué estados se encuentran, qué actividades están realizando. Si bien hubo esfuerzo por documentarlos, la realidad es que todavía está por verse qué pasará con ellos si continúa el clima xenófobo en EU y la negativa a dar celeridad a sus peticiones asilo.

Aunque los migrantes centroamericanos se suman por miles, le voy a decir que las cifras no son tan grandes y tampoco representan una carga para las economías locales. Los escenarios de la frontera norte poco a poco incorporarán a estos nuevos visitantes, que seguramente, llegaron para quedarse.

Se la pongo así, cada año, cruzan de manera silenciosa unos 400 mil migrantes provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica (TNCA), quienes con frecuencia hacen paradas de  días, semanas o meses para conseguir un poco de dinero. La situación de hoy no es muy diferente, aunque sí más visible.

En lugar de protestar por la Conquista española, debíamos protestar por el trato que EU nos otorga, por la imposición de sus políticas que nos han convertido en Tercer País Seguro para sus solicitantes de asilo, por el despojo neoliberal que está corriendo a miles de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños de sus hogares y los ha obligado a lanzarse a la búsqueda de un nuevo sitio donde poder hacer la vida…

Si tiene algo qué contarme, póngase en contacto conmigo. Me interesa mucho tu opinión. norcudi@gmail.com

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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