Comunicación Fallida

  • Elmer Ancona Dorantes
Hoy vemos cómo algunos gobiernos están hechos un auténtico desastre.

Por Elmer Ancona

La Comunicación Política y la Comunicación Gubernamental son de vital importancia para cualquier administración pública; todos los funcionarios públicos dicen entenderlo, pero pocos hacen algo relativamente útil para aplicarlas en sus agendas.

Hoy vemos cómo algunos gobiernos están hechos un auténtico desastre –por muy valiosos que sean sus titulares- al no saber comunicar sus tareas administrativas de manera profesional.

Si preguntamos a los ciudadanos qué han propuesto sus gobernantes en materia de seguridad pública, educación, cultura, turismo o economía, por ejemplo, menos del 15 por ciento tiene una idea clara de lo que se ha planteado hasta el momento.

Esto significa que el grueso de la población desconoce lo que piensa o dice su representante “popular” (gobernador, alcalde, legislador), con lo que se genera una mínima co-participación ciudadana en apoyo de las políticas públicas.

Los altos funcionarios públicos hablan entre ellos, plantean esquemas entre ellos, discuten entre ellos, pero en sus agendas diarias no ponen sobre la mesa –con diagnósticos y estudios en mano- las necesidades de sus gobernados, las principales preocupaciones ciudadanas.

En gran medida, el gran problema que tienen los gobiernos es que en sus áreas de Comunicación Social llegan advenedizos que no comprenden la dinámica periodística ni el fenómeno comunicacional. Son más reactivos-defensivos que propositivos. Ante escenarios de crisis –que por cierto abundan- no saben ni qué hacer ni qué decir. Les brota lo novatos.

A esos complicados terrenos llega de todo (“analistas”, “publi-relacionistas”, “estrategas”) que desconocen la maquinaria mental (enfoques, perspectivas, esquemas) de un reportero, de un editor en jefe, de un coordinador de información, de un director de medios de comunicación.

Con ellos tratan permanentemente e intercambian puntos de vista, pero pocos llegan a conocer las verdaderas entrañas y los auténticos intereses de quienes se mueven en una Redacción Periodística (incluyendo a los dueños).

Aunque los coordinadores de Comunicación Social platiquen y lleguen a “acuerdos” con los altos representantes de los medios, esto es insuficiente para establecer una agenda pública en materia de Comunicación Política y de Comunicación Gubernamental.

En acuerdos publicitarios, los medios van a difundir lo que los gobiernos quieran porque, a fin de cuentas, quien paga manda; eso se ve con facilidad en los famosos carruseles mediáticos que están hechos “a modo”. Nada complicado.

Lo complicado es cómo estructurar desde esas áreas u oficinas una sólida Política de Información, culminante, oportuna, capaz de armar y sostener gobiernos sólidos que trasciendan a su tiempo.

No vayamos tan lejos: a manera de laboratorio preguntemos a la gente (universitarios, obreros, amas de casa) qué imagen tienen de su anterior gobierno (federal, estatal, municipal) y qué opinan de su gobierno o administración entrante. Los resultados serán nada sorprendentes.

Gobiernos corruptos, administraciones ineficaces, sociedades inseguras, comunidades maltrechas, grupos vulnerados, entre otras percepciones; pocos hablarán de los progresos alcanzados porque esos logros no supieron comunicarlos.

En la memoria colectiva se registra más las mentiras que las verdades; más las realidades que la demagogia; más los enfoques negativos que todo lo bueno que se haya conseguido en un periodo de gobierno.

Esto significa que por muy buena que haya sido una administración, si se comunica mal no se alcanza nada o se logra muy poco, porque la gente lo va a desconocer.

Mucho peor le va a los pésimos gobiernos, porque por más que intenten comunicar bien, la realidad los rebasa; una mentira jamás se sobrepone a la verdad porque tarde o temprano reluce con toda su fuerza. Así lo vemos, por ejemplo, en materia de seguridad.

En México lo que estamos viendo desde hace tiempo es una Comunicación Fallida, producto de gobiernos fallidos o bien, de buenos gobiernos pero con estructuras comunicaciones poco eficaces.

En lo personal, un gobernante es lo que es (tonto, ignorante o vulgar; sobresaliente, inteligente o capaz) y punto; no necesita la ayuda de nadie para reflejar su propia personalidad.

No obstante, en términos político-administrativos podríamos decir que un gobernante es lo que su Coordinador de Comunicación quiere que sea: mediocre, pasivo, débil, vulnerable, incapaz. Un político es lo que se comunica de él o de su gobierno.

A un político, por ejemplo, su asesor de imagen le podrá decir cómo vestirse, cómo hablar, como gesticular, pero de nada servirá si su Comunicación es Fallida (falsa, demagógica, engañosa, tramposa). La gente no es tonta.

Mientras los gobiernos tengan en sus áreas de Prensa y Comunicación a gente inexperta –por muy grandilocuentes que digan ser-, seguirán teniendo una dimensión mediocre, con políticas púbicas mediocres. Y los ciudadanos no se lo merecen.

Los gobiernos terminan pagando el costo de una mala Comunicación Social y Comunicación Gubernamental; los funcionarios públicos podrán desgastarse 24 horas trabajando, pero si su área de soporte comunicacional no lo fortalece, no lo sostiene, no lo impulsa, de nada servirán estos esfuerzos.

En términos coloquiales, podríamos decir que ajustarte unos jeans no te hará más jovial o progresista; llevar un vestido de lujo no te hará más elegante; salir de una universidad no te hará más inteligente; ponerte un huipil no te hará más indígena. Uno comunica lo que es, no lo que te dicen que debes ser. Es un factor comunicacional.

Aunque no es la base de todo –otros dirán que si-, la Comunicación es parte fundamental de una administración pública. O se progresa o se retrocede ¿Y saben qué? No son tiempos para los advenedizos.

elmerancona@hotmail.com

@elmerando

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Elmer Ancona Dorantes

Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.