Partidos ‘Secuestrados’
- Elmer Ancona Dorantes
Sorprende escuchar a algunos líderes morales y personajes emblemáticos que se empeñan en decir que sus partidos políticos están “secuestrados” por facciones o grupos que no propician la inclusión. Hasta parece broma de mal gusto que salgan con esas declaraciones.
Si la militancia política está cercada, atrapada, manipulada o cooptada por sus actuales dirigencias municipales o estatales de partido es porque ella misma ha decidido cambiar de liderazgos.
Además, ¿por qué las facciones políticas conservadoras o tradicionales se quejan tanto de estas prácticas malolientes y perversas, si ellas mismas jugaron electoralmente y se aliaron con los supuestos “secuestradores” de su partido? Hay que decir basta a las incongruencias políticas.
O una de dos, o realmente no entienden que fueron ellos los que ablandaron el camino para que sus enemigos tomaran el control político de todo (con los que se pusieron la soga al cuello) o bien, hay una exagerada ingenuidad que los pone como los inocentes de la película (por no decir otra cosa).
A estas alturas es inaceptable que los derrotados de una contienda política o electoral se sienten a llorar su fracaso o a denunciar la manipulación del partido, cuando ellos mismos cedieron esos derechos a los vencedores, a sus eternos enemigos.
Para ser políticos de altura no conocen el juego de las traiciones, las caretas teatrales, el manejo de cartas ni el movimiento de piezas en el tablero del poder, que los ha puesto una y otra vez en desventaja.
En política hay zorras y liebres, dominantes y vulnerables, vencedores y derrotados. No hay más. No hay medias tintas. Quienes juegan mediocremente perderán regiamente.
Los líderes que ahora denuncian que sus partidos están “secuestrados” por los grupos contrarios, mejor deberían a afinar sus estrategias –si es que las tienen- y fortalecer a sus propios cuadros políticos. Sólo de esta forma podrán recuperar el poder que tanto lloran.
Es lamentable, pero más triste, ver cómo los poderosos líderes partidistas de los viejos tiempos se debilitan lentamente por su falta de visión, por su incongruencia de criterio, por su ausencia de unidad. Yo diría que por su terquedad. Creen que la suerte siempre los acompaña.
A lo largo del tiempo se ha logrado entender que en política no domina la suerte; los dirigentes exitosos son aquellos que se prepararan, que estudian, que analizan, que prospectan con inteligencia. Los demás son advenedizos, improvisados.
Aunque representen causas ciudadanas –muy a su modo-, las facciones políticas siempre van a velar por sus intereses propios, por sus causas individuales o grupales. Es una realidad.
Los partidos políticos locales o nacionales que están atravesando por severas crisis deberían entender que no es culpa de nadie, más que de ellos, de sus torpes y corruptos líderes, los que han generado su debacle.
¿Para qué culpar a los demás? ¿Para qué llorar en las banquetas públicas lo que no supieron defender en las urnas? Los electores, los ciudadanos, las sociedades no están para ver lágrimas inútiles.
Si quieren inclusión y diálogo por parte de sus adversarios políticos tendrán que esperar sentados. Eso se gana a pulso, con entusiasmo, con discursos y propuestas novedosas.
Esos dirigentes emblemáticos o líderes morales que aún quedan en los partidos están obligados a replantear sus propuestas de poder, ofrecer plataformas convincentes para sus simpatizantes y militantes que cambiaron de tendencia por no ver políticas revolucionarias en los liderazgos por los que han apostado siempre.
Si te arrebatan el poder, corre tras los ladrones y quítaselos de nuevo, no vayas corriendo a las faldas de tu madre a derramar lágrimas de cocodrilo y a pedirle que interceda, sobre todo siendo adulto.
Si tu contrincante es fuerte, pus súbete a los hombros de un gigante y termina con ese supuesto poderío; algún punto débil tendrá como para que él mismo regrese lo que te pertenece, lo que por derecho crees que es tuyo.
Si dices que quienes controlan el partido son malévolos, tú tienes que ser sabio, astuto, visionario y honrado, porque es el único camino para demostrar que en realidad vales y sabes más que ellos.
En el campo del poder nadie tiene “secuestrado” nada ni a nadie; los que perdieron, perdieron, y punto. Los perdedores no supieron ganar a la buena. Algo les hizo falta para demostrar que son merecedores del triunfo y del control total.
¿Por qué tantos militantes y ex dirigentes abandonan a sus propios partidos? Porque ya no ven nada interesante en esos institutos o movimientos, porque sólo observan podredumbre y maldad, porque la traición sale a brillar a todas luces.
Quienes denuncias falsos “secuestros” deberían dejarse de sollozos que únicamente provocan hilaridad, incredulidad. Es tiempo de cambiar de ropaje y de discurso político.
@elmerando
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Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.