Maestros, transformación social a 50 años del 68

  • Guillermo Aréchiga Santamaría
La conciencia crítica comienza en las aulas. Memoria del movimiento.

No olvidar el 2 de octubre es expresarnos sin temor a la represión, es exigir justicia y seguir luchando por la libertad de todas y todos los mexicanos

Como maestro, estoy convencido que uno de los objetivos de la escuela pública, y de quienes dedicamos la vida a la educación, es la búsqueda permanente de formar ciudadanos críticos y capaces de cambiar la realidad personal y colectiva, de levantar la voz ante los abusos y la falta de libertades. La generación del 68, que en ese momento era la élite académica e intelectual, fue la impulsora de muchas de las libertades que hoy disfrutamos.

Históricamente, los maestros han jugado un papel relevante en la lucha por la libertad: desde Otilio Montaño, el docente zapatista redactor del Plan de Ayala; Plutarco Elias Calles definiendo el objetivo de la revolución; los maestros rurales Genaro Vázquez y Lucio Cabañas; y desde luego, el rector Javier Barros Sierra izando la bandera mexicana a media asta luego del basucazo a la Escuela Nacional Preparatoria y encabenzando una de las marchas más importantes el 1 de agosto de 1968.

Jaime Torres Bodet decía: “si queremos educar a los niños para la libertad y la democracia, debemos enseñales antes que nada a ser verdaderamente libres y adquirir el arte de gobernarse a sí mismos, eliminando los procesos de mecanización y de ciega obediencia”. Los jóvenes y maestros del 68 lo entendieron bien, supieron asumir su rol histórico, tuvieron el valor y la capacidad suficiente para comprender su papel y jugarse la vida por las libertades que hoy gozamos.

La mejor manera de no olvidar el 2 de octubre, es continuar con la tarea de aquella generación a la que debemos tanto, exigir justicia por la desaparición de los 43 estudiantes que también se estaban formando como maestros, exigir justicia por los hechos de Aguas Blancas, de Ocosingo, de Acteal, Cherán y Tlayaya. No olvidar el 2 de octubre es expresarnos sin temor a la represión y buscar libertad y equidad para las personas que viven en pobreza.

A 50 años de aquella masacre, invito a mis compañeros maestros a asumir nuestro rol histórico, a estar conscientes de la enorme responsabilidad que tenemos, pues la transformación del mundo, la permanente búsqueda de libertad y la defensa de los derechos humanos, empieza en las aulas. Las Escuelas Normales deben ser los semilleros de agentes transformadores de la realidad que nos sigue lastimando. Tomemos las riendas de las instituciones para que trabajen en favor de los ciudadanos y desde las aulas eduquemos para la independencia y la libertad, honrando a quienes dieron la vida por ello. 

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Guillermo Aréchiga Santamaría

Licenciado y Maestro en Derecho Penal Universidad Cuauhtémoc. ExJefe Estado Mayor Policía Fiscal Federal Director del Instituto de Profesionalización PGJ de Puebla y ExSecretario de Seguridad Publica y Transito Municipal Puebla