La confianza es de los elementos imprescindibles para el funcionamiento y desarrollo de la vida política y de la relación efectiva entre gobernantes y gobernados. En teoría, altos índices de ésta se traducen en formas eficientes de integración política que contribuyen a la consecución, ya sea de bienes comunes o al mismo desarrollo de la democracia. El asunto en cuestión, se complica cuando los dispositivos de confianza se fracturan desde la titularidad de quienes tienen a su cargo el manejo de las instituciones políticas o jurídicas, reproduciendo con ello incertidumbre en el funcionamiento del sistema político.

Como si fuera insignificante el panorama adverso que vivimos en Puebla, en pasadas semanas se desarrollaron tres casos distintos de violencia y delincuencia en donde diferentes funcionarios públicos: Gabriel González Alegría, Silvestre A. Garma Arenas y Pablo Morales Ugalde, fueron los grandes protagonistas. Estas celebridades amantes del abuso de autoridad, en resumen, exhibieron lo corrompido que está el presente gobierno de Antonio Gali, donde los titulares de las instituciones que deberían ser las garantes de procurar, administrar y proveer de seguridad y justicia, contradictoriamente están fomentando la violencia y la inseguridad.

No es de asombrar que este tipo de actos sean un reflejo de la forma en que se maneja el Ejecutivo del Estado, quien se pavonea de recinto en recinto promoviendo su eslogan de “Puebla sigue”, y sí, Puebla sigue, pero, sigue siendo uno de los estados del país con mayor índice de feminicidios; sigue con el incremento de asaltos al transporte público; sigue con la persecución, el hostigamiento y la intimidación a los opositores; sigue restringiendo su libertad a los presos políticos, pero, sobre todo, sigue fomentando la desconfianza ciudadana hacia el gobierno.

De qué forma podemos tener confianza hacia los cuerpos de seguridad si el hijo del director del C5 es detenido por intento de secuestro, habría que preguntarnos si toda la red de videovigilancia en realidad es para procurar a la ciudadanía o sólo es un dispositivo de vigilancia para monitorearnos y controlarnos. Cómo sentir confianza en el sistema de justicia si un juez acosa sexualmente a una mujer en medio de una problemática grave de feminicidios en la entidad. Cómo tener confianza en el gobierno si su titular, Antonio Gali ostenta el cargo por el nepotismo derivado de su lealtad política hacia Rafael Moreno Valle, antes que por su capacidad de liderazgo y compromiso con la ciudadanía, como lo ha demostrado en apenas cinco meses.

Gran parte de la atmosfera de violencia e inseguridad que se vive en Puebla tiene sus orígenes en el manejo que hacen diversos titulares de las instituciones políticas y jurídicas de la entidad, quienes la fomentan o reproducen; o de qué forma se explica que un sujeto pueda ser secretario de Seguridad Pública (Facundo Rosas) cuando está coludido con los grupos de extracción ilegal de combustible (huachicoleros). Para evitar la tragedia en que nos está vertiendo, poco a poco, el prototipo del político morenovallista, es indispensable tener conocimiento de quién nos gobierna.

No sólo es necesario que se aplique el Examen de Control de Confianza en la contratación de policías o empleados administrativos del sector público. En el caso de Puebla, para tener certeza de quien depende nuestra vida pública y revitalizar la confianza, debe ser una prioridad y una exigencia aplicar este tipo de exámenes también a los altos funcionarios.

Los poblanos necesitamos tener presente que quienes nos gobiernan o representan se rijan con la rectitud que demanda el marco normativo-institucional, pero sobre todo que cumplan con el perfil que establece el cargo así como los requisitos necesarios para el desempeño de sus funciones. Una gubernatura, una secretaría, un cargo público no se pueden improvisar, mucho menos cuando está de por medio el bienestar o hasta la vida de los ciudadanos.

Otra paradoja poblana. Las lluvias siguen inundando el barco de aspiraciones presidenciales de Moreno Valle, su miti… presentación del libro en Puebla fue un húmedo espectáculo entre las goteras, cubetas y charcos del Museo Barroco, a un año, cinco meses y nueve días de su inauguración. No cabe duda que esta temporada de lluvias a Moreno Valle le llueve sobre mojado, sigue sin figurar en las encuestas mientras se derrumba el mito de la “Puebla transformada”, quizá dentro de pronto veamos el naufragio y con ello las ratas abandonando el barco.