El espacio público entre la civilidad y la intolerancia

  • Lilia Vásquez Calderón
Habermas y el espacio público. Civilidad: respeto de normas y de personas. Intolerancia. Miedos

Luis Enrique Bruno Hernández Vázquez,

con solidaridad y afecto a su familia

La sociedad contemporánea exige como elemento necesario de sana convivencia, integración y empatía la existencia del espacio público, según Jurgen Habermas está constituido por 3 elementos:

a.La inclusividad, es decir que este espacio es accesible para todos sin distinción.

b.Su carácter igualitario, en su interior nadie tiene prioridad sobre alguien, se comparte por todos los participantes desde una posición igualitaria.

c.En este sentido cualquier asunto sin restricción puede ser lanzado a discusión entre todos los participantes del espacio público.

Producto de lo anterior su función principal radica en poder albergar una verdadera discusión   heterogénea y simultáneamente accesible para todas las perspectivas. Lo cual se traduce en un espacio ciudadano, civil, del mundo de la vida.

Vivir en sociedad implica necesariamente la civilidad, es decir asumir una conducta prudente, modera, de respeto a las personas, a las leyes y a la sana convivencia e interacción, lo cual contribuye al funcionamiento correcto de la sociedad y al bienestar común, es ahí donde radica reconocer al otro en condición de igual.

La intolerancia se expresa cuando una persona es incapaz de soportar opiniones diferentes a las propias. Por ello se vuelve intransigente, terco, obstinado, testarudo.

Cuando el Estado quiere vulnerar el espacio público, el medio más socorrido es la creación del miedo, por lo que trastoca y vulnera la civilidad, justificando conductas intolerantes. Lo cual quedo demostrado en los sucesos que se presentaron en nuestro país el 5 y 6 de enero ante actos de saqueo y vandalismo, lo anterior no fue fortuito. Esta estrategia fue organizada, desarrollada en cadena, con el único fin de generar miedo. Ello ha generado en el ciudadano una inseguridad y desconfianza permanente, me recuerda a don Eduardo Galeano cuando señala que vivimos el miedo global, miedo de vivir, miedo de morir. 

Lo anterior sumado a la escalada violencia que ha vivido nuestro país a partir de la lucha contra el narcotráfico que encabezó Felipe Calderón Hinojosa y que se agudiza en el periodo de Enrique Peña Nieto ha llevado a nuestro país a una situación de exclusión y vulnerabilidad severa.

Las expresiones de reclamo social que se han manifestado ante al incremento de la gasolina, son válidas y legítimas, ante la indiferencia y cerrazón del presidente Enrique Peña Nieto, de diputados y senadores, así como el silencio cómplice de los partidos políticos. Lo único que queda al ciudadano común es el espacio público, para reclamar sus derechos, expresar su hartazgo, para hacerse visible y marcar su inconformidad. El día sábado nos apropiamos de ello a través de la marcha que salió de Gallito y que se concentró en el zócalo de nuestro Estado, fue una manifestación pacífica, apartidista, de familias, de jóvenes y viejos, de mujeres y hombres que en nuestra condición de ciudadanos reclamamos y demostramos que no vamos a permitir más abusos, injusticias y excesos, seguiremos sumándonos y la consigna era “En Puebla, no robamos en Puebla, no saqueamos”, “Peña Nieto, México no te quiere”, “ No al Gazolinazo”, “Diputados y senadores rateros los C…..”, “No, que no, si, que si ya volvimos a salir”, este ejercicio se replicó en varios estados, el sentir en todos fue el mismo.

El día de ayer miércoles 11 de enero salió una manifestación de estudiantes de ciudad universitaria, se apropió del espacio público, pero los niveles de intolerancia rompieron la civilidad y generaron una respuesta por demás reprobable, un automovilista embistió al compañero Luis Enrique Bruno Hernández Vázquez, estudiante de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, fue mi alumno en primer semestre, llegó cargado de ilusiones, confiado en que el derecho era el medio más idóneo para la lucha social, se sumó al activismo político y se confrontó con aquello que consideraba no era justo, pero siempre asumió un compromiso con las causas sociales y los grupos marginados, nunca declino a sus ideales……, el día de hoy se debate entre la vida y la muerte, espero se recupere, me solidarizado con sus papás, familiares y amigos……y me pregunto: ¿Tomar el espacio público, implica el riesgo de perder la vida?

Estamos llegando a una psicosis de miedo, donde tomar el espacio público nos vuelve delincuentes, me pregunto: ¿Nuestros derechos dónde quedan? ¿Ser activista y señalar un reclamo social nos vuelve delincuentes? Sería recomendable que la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales a través del Consejo de Unidad Académica, el Sr. Director, Roberto Santacruz Fernández, del Centro de Vinculación Profesional de la FDCS, la oficina de la abogada general y el Sr. Rector, Alfonso Esparza Ortiz, hagan un pronunciamiento mínimo de solidaridad con nuestro compañero universitario.

Correo: liliasilvia@yahoo.com

Face book: Lilia Silvia Vásquez

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Lilia Vásquez Calderón

Lilia Silvia Vásquez Calderón, Licenciada en psicología, maestra en derecho.

Coordinadora Académica del posgrado del  Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla (CCJP)

Docente jubilada de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, BUAP.