Ley federal de cultura
- Elvira Ruiz Vivanco
Porque No resulte ni un “fast track” ni un“galimatías ostentoso”
Consensuada, corresponsable e interdependientemente, se busca asentar las bases para efectuar un proyecto legislativo trascendente y crear la Ley Nacional de Cultura, con la que se aspira a instaurar mejores condiciones infraestructurales, acrecentar los recursos financieros y, particularmente, establecer un marco jurídico que sea garante para el amplio ejercicio de los derechos culturales, auspiciados y protegidos por esta nueva ley, la cual idealmente estaría aprobada antes de que finalice 2016.
A partir de una iniciativa gestada por la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados de la LXIII Legislatura, el pasado jueves 30 de junio se llevó a cabo en el Centro Cívico Cultural 5 de Mayo de Puebla, la primera de nueve audiencias públicas organizadas en distintas sedes, para la elaboración conjunta de una Ley General de Cultura.
Con un tono celebrativo en el centro expositor se les dio pie a los ponentes para discurrir acerca de los “principios, conceptualización y técnica legislativa para la conformación de una ley de cultura”. Y si la cultura es la base de toda gobernabilidad, concordantemente, en repetidas ocasiones se hizo referencia a nuestra carta magna en lo tocante al libre acceso a los bienes y servicios culturales.
La diversidad, la integralidad, lo multidimensional y la garantía de las libertades y derechos todos, que le competen a un estado que se dice “de derecho”, permearon las distintas intervenciones de los invitados: municipales, estatales, regionales, nacionales e internacionales.
En ese tenor, la legislación tendría que ir en pos de asegurar el cumplimiento cabal de una nueva ley, que verdaderamente les dé cabida a todos los mexicanos al gozo pleno de sus derechos culturales. También se hizo hincapié, en la preservación de las tradiciones culturales indígenas. Lo que conmina a una participación ciudadana: activa, cultivada, crítica, responsable y comprometida con los procesos formativos y de generación de conocimiento, sabedora de los alcances del patrimonio. Tal iniciativa legislativa no sólo acota a la clase política, sino que convoca a la sociedad para que juegue un rol interactivo en el desenvolvimiento cultural en todas sus manifestaciones y expresiones.
Si queremos que las políticas públicas se democraticen, si apelamos a la inclusión, a la equidad, a la transparencia y a la pluralidad, al respeto a la libertad de creación y de expresión, así como a la gestión de una plataforma que garantice en condiciones óptimas las variadas acciones artísticas y culturales a lo largo de todo el territorio nacional, hacernos partícipes mediante una vinculación transversal de ésta y otras iniciativas, es de vital importancia.
Al parecer, la agenda ya se abrió para escribir la normatividad que regule y garantice el acceso libre al arte y la cultura, como un derecho básico contenido en el artículo cuarto de la constitución política de los estados unidos mexicanos. Habrá que darle seguimiento al proceder de estas audiencias, evaluar los aportes, considerar los nodos críticos, analizar multilateralmente los impactos legales, sistematizar los puntos de contacto entre los varios actores que intervendrán para la construcción de la susodicha ley de cultura nacional.
Las siguientes audiencias públicas y sus consecuentes ejes temáticos tendrán fecha y lugar en:
- Ciudad de México, 5 de julio: Derechos Culturales, el Libro y la Lectura.
- Zacatecas, 7 de julio: Nueva Perspectiva de la Cinematografía, los Medios de Comunicación y las Tecnologías de Información.
- Morelia, 12 de Julio: Artes Escénicas, Creación, Educación e Investigación Artística.
- Guadalajara, 15 de julio: Industrias Creativas y los Derechos de Autor.
- Monterrey, 19 de julio: Patrimonio.
- Toluca, 22 de julio: Innovación y Continuidad en las Políticas Culturales de México.
- Mérida, 26 de julio: Culturas Populares y Lenguas Indígenas.
- Chihuahua, 29 de julio: Estímulos a la Creación.
La gran panorámica temática, convida a localizar observatorios culturales para el sano funcionamiento y fluido cauce de la gramática legislativa, que ante la inmensidad de registros e identidades culturales, le permitan a los sujetos elegir libremente sus referentes comunitarios y personales. Todas estas peticiones dadas en un ambiente democrático, en el que se conceptualice el principio de creación, que posicione al arte y a la cultura, al nivel de la producción científica.
Con esta apertura, además de darle lugar a cada cultura en su especificidad, se nutre el aspecto humano, al expandirse la liga inter-conectiva, que coadyuve a interacciones soberanas, ricamente creativas. Interrelaciones que propicien la tolerancia y el aprendizaje mutuo. Contextura que en su complejidad identifique y respete tanto la diferencia, como la similitud.
Tal dinámica de intercambio, quizá estimule una presencia social mayoritaria en el hecho cultural. De ahí la relevancia de conciliar un sistema normativo impecable y claro que potencie el inmenso concepto que es la cultura, pero sobre todo, que asegure su observación y efectuación íntegra. Tal vez así acontezca el tránsito de no sólo contar con derechos culturales, sino de fomentar las condiciones indispensables para hacer valer legítima y plenamente nuestros derechos a la educación, al arte y a la cultura.
Concediendo el privilegio de la duda, deseamos que la Ley General de Cultura, Ley de Cultura Federal, Ley Nacional de Cultura, o como finalmente se le denomine en su redacción, no resulte ni una ley “fast track” ni un “galimatías ostentoso”. Por ahora, nos quedamos con el buen sabor de esta importante iniciativa, la que por años habíamos anhelado.