Para palear la historia de devaluaciones… los paisanos oaxaqueños

  • Oscar Barrera Sánchez
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La crisis económica que aqueja al país se ha convertido en una constante sin precedentes. La devaluación del peso frente al dólar y el euro, aun cuando los países titulares de esas monedas se encuentran en crisis, demuestra la magnitud de la caída de la economía mexicana. Y, aunque Rosario Robles, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano de México, afirmó el pasado 23 de enero, en Tuxtepec, Oaxaca, que el peso mexicano no depende del dólar ni del precio del petróleo, por el contrario las reformas emprendidas por el gobierno de Enrique Peña Nieto y las remesas de los “paisanos [oaxaqueños]” en el extranjero salvarán la economía del país. Entonces, ¿qué está pasando con la economía popular, el aumento de la pobreza y la crisis económica?

Si se observa la dinámica de devaluación del peso frente al dólar en las últimas décadas se puede entender la magnitud de la crisis que enfrenta México y a la cual lo ha llevado la presente administración. Desde 1954 hasta 1970, año de inicio del gobierno de Luis Echeverría Álvarez, el precio del peso frente al dólar era de $12 pesos. Sin embargo, en la conclusión del dicho mandato presidencial, el peso ya se ubicaba en $20 pesos por dólar, lo que representó una devaluación de 66.67%.

Durante el gobierno de José López Portillo (1976-1982), la devaluación pasó de $20 pesos a $60, lo que representó una caída de 200%. Hay que recordar que en ese sexenio, se conjuntó con una deuda externa e interna sin precedentes y niveles inflacionarios del 99% para finales del periodo presidencial. Estas condiciones hicieron que para 1982, el rescate financiero de Estados Unidos pusiera en juego la soberanía nacional, al impulsar una democracia controlada por el país del norte de América, el cual se adjudicó la designación de la política económica, el neoliberalismo, la nominación del secretario de Hacienda y Crédito Público, así como el nombramiento del presidente de la república y, que para 1994, se traduciría en un pacto para la alternancia en el poder.

El gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) presentó un aumento del precio del dólar que pasó de $60 pesos a $2 270 pesos, es decir, se presentó una devaluación del 3683.33% , lo que se vio reflejado en un Producto Interno Bruto (PIB) de los más bajos de la historia.

Posteriormente, un fraude electoral llevó a Carlos Salinas de Gortari al gobierno de México de 1988 a 1994. Durante este periodo comenzó el proceso formal de privatización de empresas paraestatales, la banca, entre otros, bajo el discurso de amortizar parte de la deuda pública interna, cuando esta medida era parte de la presión de Estados Unidos y los organismos económicos internacionales y, la anuencia de un gobernante tecnócrata al servicio del capital. Asimismo, en ese periodo se inauguró una de las mayores trampas discursivas en materia económica y financiera: la reducción de los tres ceros al peso.

En 1993 fue introducido el Nuevo Peso, el cual eliminaba tres ceros, con el discurso de facilitar las transacciones. No obstante, el valor adquisitivo y la devaluación del peso seguirían su marcha. En este periodo, la devaluación aumentó en 48.90%, y el precio del dólar se ubicó en $3 380 pesos frente a un dólar. Dicha devaluación y las medidas populistas implementadas por Salinas de Gortari hicieron que el PIB tuviera una disminución de 7%, por lo que se tuvieron que vender bonos, Tesobonos, para recaudar fondos y paliar la deuda pública.

Para el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) el control gubernamental del precio del peso se libera y se deja a libre flotación (como continúa actualmente). La crisis económica y política que comenzaba en el país hicieron que el peso cayera en 179.88% y el peso se ubicara en $9.46 nuevos pesos, es decir, $ 9 460 reales, al momento de recibir un salario y adquirir bienes de consumo. Esta caída del peso junto con una crisis estructural, la huida de capitales extranjeros y el cobro de Tesobonos, llevaron al fraude gubernamental y al endeudamiento público más grande de la historia (mismo que seguimos pagando en la actualidad y pagarán futuras generaciones), el rescate de empresarios corruptos y ventas disfrazadas de empresas, a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, Fobaproa.

Durante el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), producto de una alternancia mexicana pactada con Estados Unidos desde 1994, con la firma del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), el peso se ubicó en $10.90 pesos (10 900 pesos) por dólar, es decir, su incremento fue de 15.22%.

De igual forma, tras un nuevo fraude electoral, llegó al gobierno, el también panista, Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), quien devaluó el peso frente al dólar en 20.73%, ubicándolo en $13.16 pesos ($13 160 pesos).

Sin embargo, en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto, el peso se ha devaluado en cerca de 50%, respecto al sexenio anterior, pero históricamente, al menos en los últimos 45 años, dicha devaluación ha sido mayor al 4 200%, lo cual se refleja en el aumento de la pobreza. Asimismo, medidas paliativas del gobierno, con fines de uso de capital político y electoral, muestran el verdadero interés de Rosario Robles, quien de manera demagógica dice que “[…] estamos preparados los mexicanos y por eso las reformas que ha hecho el presidente Peña, reformas que nos permiten enfrentar esta situación con fortaleza. Afortunadamente, ya no dependemos del petróleo, tenemos otras fuentes de ingresos, y saben qué, una muy importante es la de nuestros paisanos oaxaqueños que están del otro lado de la frontera […]”. ¿De verdad?

Por mucho, la economía mexicana ha dependido del precio del petróleo y, desde hace unas décadas de las remesas de los migrantes, sobre todo residentes en Estados Unidos y del narcotráfico. Sin embargo, la caída de los precios del petróleo no sólo impacta en la devaluación de la moneda mexicana frente al dólar o el euro por recuperación de esas divisas, sino por medidas absurdas y poco viables de las reformas de este gobierno. Rosario Robles no regalará escaleras a los migrantes mexicanos para que brinquen el muro fronterizo con Estados Unidos, pero sí promueve la migración como medida para mantener a una nación. Además de la sinvergüenza para afirmar esa medida, ya que la gente tiene que abandonar su lugares de origen, no como medida estratégica de la macroeconomía, sino por hambre, que lo diga una funcionaria que no actuó de manera ética en la Secretaría de Desarrollo Social y solicitar que las mujeres indígenas tuvieran menos hijos para gastar menos, el desfalco y la inutilidad de su conducción en programas como la Cruzada contra el hambre, por mencionar algunos ejemplos, es una falta de respeto y de indignidad de este gobierno ante el pueblo y sus necesidades.

Las reformas de Peña Nieto han hundido al país en la pobreza, no lo han ayudado a salir de ella. Por el contrario, ha incrementado las brechas económicas y sociales entre ricos y pobres en el país. Un ejemplo de ello, es la caída del precio del peso, la devaluación y el nivel de endeudamiento del país, que se refleja en mayores necesidades y menores satisfactores logrados para el pueblo y la ciudadanía. El peso seguirá devaluándose y el precio del barril de petróleo también. Ojalá existan suficientes “paisanos oaxaqueños” que abandonen su tierra y que sean expulsados y sacrificados por “su” gobierno para mantener la nación. Después la política de Estado será mudarnos a Estados Unidos o Europa para mantener a los ladrones del gobierno y sus empresarios.

Picaporte

Las zonas escolares y los nuevos calendarios educativos lo único que harán es incrementar la brecha entre las escuelas privadas y públicas respecto a las rurales e indígenas, lo cual se reflejará en los resultados de las pruebas a estudiantes y profesores, así como en la asignación de presupuesto. El gobierno priista de Peña Nieto dará más a quien tiene más y menos a quien más lo necesita. Curiosa forma de entender la equidad.    

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.