El paradigma político de lo humano…

  • Juan de Dios Andrade
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Cuando en 1990 Nicolás Tenzer publicó ‘La sociedad despolitizada’, no imaginó todo el revuelo que iba a causar. No fue el primero en abordar el tema, pero sí el más certero y preclaro. De entonces a la fecha, mucho se ha escrito y comentado al respecto. Como ocurre con las buenas pinturas, conforme nos fuimos alejando en el tiempo aparecieron nuevas facetas de la obra del afamado profesor francés. Una de ellas, quizá de las más importantes, fue que pudo dar cuenta del drama humano de la otrora Modernidad triunfante. Al estar en franco desacuerdo con la realidad humana y social, pretendiendo la configuración de otra realidad, las diferentes ideologías surgidas cometieron el mismo error: extraviaron al ser humano concreto. Yendo en pos del futuro, fueron tras una quimera. Cada cual ideó un tipo de hombre y de sociedad que en buena medida sólo existía en sus proyecciones…

Por ese camino, se generó un bipartidismo que antecedió al de los partidos políticos. De un lado, quedaron los ciudadanos de a pie y, del otro, los gobernantes, ideólogos y tecnólogos. Salvo excepciones, no se volvieron a encontrar en el trayecto. Era una dicotomía de alto riesgo que fracturó lo que de origen era una identidad: el político y el ciudadano. Al dividir el mundo de los valores del mundo de los resultados, Maquiavelo no sólo dio origen a la Modernidad política. De paso, trazó la senda de la ruptura. Eso es lo que hoy intentamos resolver…

En apariencia, hay una confrontación entre ciudadanos y políticos. En realidad, es una lucha contra la herencia maquiavélica. Ese maquiavelismo que, al querer ser indiferente ante la moral, se tornó corrupto y corruptor. Al extravío del hombre concreto por parte de las ideologías, le siguió el extravío de sí mismos de los políticos que se dejaron seducir por una imagen…

“El enemigo no somos nosotros mismos…”

Las ideologías modernas rechazaron la realidad humana y social como criterio de validación y se erigieron a sí mismas como tales. Digo que fue un drama humano porque de qué otra forma se le puede llamar al progreso decimonónico fincado sobre la explotación y el sufrimiento de muchos. ¿Cómo catalogar las decisiones de muchos gobernantes que arrasaron a pueblos enteros por el ‘delito’ de no plegarse a los criterios de una sociedad planificada por parte del totalitarismo? ¿Y los excesos de una sociedad de consumo rodeada de ‘cinturones de miseria’ o las intenciones de fundar estados sobre la base del terrorismo y la violencia? Me detengo aquí porque la lista es larga y sólo deseo ilustrar el caso…

Pero en medio de ese drama, también hay que ser sensatos. Los verdaderos enemigos de los ciudadanos no son ni los políticos ni los partidos, sino la corrupción, la delincuencia y la impunidad. Tenemos que sellar un pacto entre unos y otros con tal de resolver la fractura interna de la sociedad. Hay que sujetarnos a la honestidad, a la transparencia y la rendición de cuentas. En ese eje, políticos y ciudadanos nos volveremos a encontrar. Lincoln decía que la mejor manera de destruir a tu enemigo era convirtiéndolo en tu amigo. Algo así debemos hacer ahora y está claro cuál es el criterio de la amistad política. Es impensable buscar el bien de todos si no edificamos la sociedad de la confianza. En eso, sí estoy de acuerdo con Fukuyama pero recurriendo a otros fundamentos de amistad y confianza. De lo contrario, corremos el riesgo de convertir la ciudadanización en la ideología del siglo XXI, de la era global…

“En busca del hombre perdido…”

No tiene nada de malo pensar en un futuro mejor. El problema de la Modernidad fue haber extraviado al ser humano concreto. Recuperarnos a nosotros mismos implica un cambio de cosmovisión. La Modernidad se basó en la interpretación dialéctica, misma que fracasó. En otra entrega hablamos de la globalización del ciudadano, pero los conflictos y problemas igualmente se han globalizado. Les recuerdo que ‘globalidad’ se equipara a ‘conectividad’, no a la ‘mundialización’. Delincuencia organizada, corrupción e impunidad, han desarrollado su capacidad de conectividad y emulan a las más eficientes empresas. Hasta han ‘adelgazado’ su aparato burocrático y concesionan muchas de sus operaciones…

Al mismo tiempo de publicarse el libro de Tenzer, arrancó la teoría de las ciudades globales, que ya vimos, y se puso de moda ‘romper paradigmas’. Mucho antes, Kuhn había demostrado que la ruptura de ellos sin distinción era peligrosa. El paradigma es un constructo que ayuda a entenderse a uno mismo y al mundo que nos rodea. Tal vez por eso hoy estamos tan aturdidos y muy desorientados. Con mucha razón, alguien dijo: “Nunca habíamos corrido tan de prisa hacia ninguna parte”. Hoy, el paradigma que se está erigiendo como el propio de la era global es el ciudadano y ruego a mis lectores no me malinterpreten. No hablo de los partidos sino del referente del siglo XXI. Más bien: los partidos y políticos que salgan al encuentro de las personas, ayudarán a superar la ruptura en cuestión…

“La globalización de la solidaridad…”

Si el eje de la teoría y de la praxis política es el ciudadano, implicará un reto inédito para las izquierdas y derechas. En la Modernidad, cada cual se validaba a sí misma, de tal modo que, por exclusión, deslegitimaba a la otra. Eso ha quedado superado. Insisto: no me malinterpreten. No sé si permanecerán como categorías políticas. Pero si van hacia el ciudadano, las fronteras tenderán a diluirse. En ese lance, los asesores y estrategas tendrán un terreno fértil. Tal vez las diferencias entre izquierdas y derechas se asienten en la capacidad para entender las demandas ciudadanas, dándoles eficaz y eficiente respuesta. Son los estertores de la visión dialéctica de la Modernidad…

No quiere decir que desaparecerán los conflictos y problemas, sino que los modernos los convirtieron en forma de vida y ahora la ciudadanía exige soluciones, no confrontaciones interminables. Para ello, se necesita globalizar la solidaridad. Ya no se trata de las dificultades de tal o cual país, sino de entendernos para resolverlos. La conectividad delictiva nos afecta todos y lo mismo podemos decir de los problemas sociales. Adicciones, trata de personas, maltrato infantil, feminicidios, ecología, cuidado de los animales, en fin. Todo se ha vinculado y así tenemos que asumirlos…

“Sociedades en colisión…”

La unidad de España sigue en riesgo, aunque los acuerdos entre partidos y grupos pugnan por sostenerla. Rajoy asume la salvaguarda de la transición española, Sánchez apoya la unidad española y a la vez se deslinda del gobierno del PP, mientras Rivera aprovecha esas distancias entre los anteriores para replantear su estrategia de cara a las elecciones generales que se avecinan. Hasta el propio Mas da tumbos en Cataluña…

En México, se ha roto el consenso en torno al Presidente. Las élites políticas forcejan rumbo a la sucesión presidencial de 2018. Hay fricciones entre el hartazgo ciudadano y lo que Enrique Krauze llama ‘la protesta fácil’. Los mexicanos están hartos de la corrupción y del abandono, pero también de la protesta callejera que colinda con la violencia y los actos delictivos…

Según las encuestas, en Argentina la elección parece decantarse a favor de Macri. Lo mismo en Venezuela hacia los adversarios del chavismo. Les recuerdo que el populismo y la tecnocracia no son ideologías propiamente, sino modos de ejercer el poder y de plantarse ante la sociedad. Surgen tanto en las izquierdas como en las derechas. Ejemplos abundan. O no me digan que en el amasijo hecho por Maduro ven a la izquierda o a la derecha en la tecnocracia…

No debemos temer por lo que se va, sino ocuparnos de lo que podría venir. Hacia finales de los sesenta del siglo XX, Zbigniew Brzezinski publicó un artículo que luego sería un libro: ‘Entre dos épocas’. Ojalá no quedemos atrapados entre las dos que, al día de hoy, todavía forcejean. Aferrémonos a ese ciudadano que la Modernidad perdió. A esa persona que sueña, ríe y a veces también llora…

Hasta entonces…

Comentarios: confinespoliticos@yahoo.com

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Juan de Dios Andrade

Politólogo. Analista político y asesor. Especializado en historia y política mexicana, geopolítica y geoestrategia, Historia de las ideas políticas, teoría política y análisis de escenarios. Autor de la columna Confines Políticos