El PAN, Ricardo Anaya y el Congreso

  • Juan Carlos Mondragón

Luego de una pausa obligada por los tiempos políticos -la elección constitucional, la renovación de las dirigencias de los partidos, y el término de la actual legislatura-, la atención del Partido Acción Nacional se dirige ahora a la conformación y organización de su grupo parlamentario en la Cámara de Diputados y la agenda legislativa de la próxima legislatura.  Aunque en la forma la discusión se ha centrado en sobre quién será su próximo coordinador o coordinadora, en el fondo el partido debe decidir cuál será su estilo, cómo será su desempeño y qué agenda perseguirá en la legislatura que inicia.

Dados los resultados de la última elección y el número de diputados alcanzado, al PAN no le queda de otra más que intentar volver a distinguirse como un partido honesto, comprometido con el desarrollo democrático de México y solidario con los que más sufren. Por ello, si el compromiso del PAN y del nuevo presidente Ricardo Anaya con la agenda anticorrupción es real, este partido debe iniciar por demostrarlo tanto en la conformación de sus grupos parlamentarios como en su desempeño legislativo.

En principio, el Congreso es un órgano que además de discutir, analizar y en su caso aprobar las leyes mediante las cuales se rige el Estado, también debe actuar como peso y contrapeso del Poder Ejecutivo. Debe ser vigilante y garante de que la administración pública se conduzca conforme a derecho. El problema que tenemos desde hace tiempo es que el Congreso ha renunciado de facto a ejercer esta función. De hecho, se debe al PAN y a la denuncia en tribuna de los pocos panistas que accedían al Congreso, que poco a poco se evidenciaran los excesos del poder, motivando a la ciudadanía a atreverse a dar los pasos que eventualmente derivaron en la alternancia y en la malograda transición a la democracia. El acento crítico del PAN fue aliciente para ese despertar de México.

Sin embargo, el PAN cayó en el juego del poder: acceso a prerrogativas, partidas presupuestales no públicas, negociaciones legislativas a cambio de asignación de recursos a las entidades panistas y acuerdos en lo oscurito, todas ellas bajo excusas autocomplacientes y silenciadoras de la conciencia que justificaron negociaciones inconfesables para poder llevar a cabo la misión del PAN de "salvar a México". En síntesis, el PAN cayó en justificar los medios para alcanzar sus fines.

El problema con ello es que se silenció a las fuerzas políticas que exigían rendición de cuentas en el poder público, no sólo en el Poder Ejecutivo sino también en el seno del propio Legislativo. Es increíble que, luego de todo el avance en materia de transparencia y acceso a la información que tuvimos en la primera década del siglo XXI, dichos esfuerzos sólo se dirigieron hacia el poder Ejecutivo, dejando intocables por mucho tiempo al Legislativo y al Judicial. Y todavía más increíble, que el PAN haya sido cómplice de ello. Por ello insisto: si el PAN y su nuevo presidente están en verdad comprometidos con el avance en la lucha anticorrupción, ésta debe iniciar en el Congreso. Sólo así se tendrá la autoridad moral para cuestionar al Presidente de la República y a los gobernadores, y poder hacer que México transite a una democracia en la que las instituciones cumplan su misión. Como bien lo dijo Ricardo Hausmann recientemente, en lugar de luchar para combatir la corrupción, los países deberían centrar sus esfuerzos en alcanzar la capacidad institucional suficiente para cumplir con la ley. 

Por tanto, quiero sugerir algunas medidas que puede seguir la nueva bancada del PAN en la Cámara de Diputados, las cuales en sí mismas no tienen ninguna novedad. Empero, su novedad radica en que de esta manera se enviaría un mensaje al gobierno, a los ciudadanos y al partido de que ésta vez va en serio.  En primera instancia, el PAN debería pugnar por implementar en el Poder Legislativo las medidas de transparencia, acceso a la información y fiscalización que ya se llevan a cabo en el Poder Ejecutivo -con las que podríamos saber qué hacen los distintos grupos parlamentarios con los recursos que reciben, cómo los usan, a quiénes contratan, cuáles son los criterios para asignar boletos de avión y gastos de viaje, qué adquisiciones se realizan y bajo qué criterios. Nadie en su sano juicio podría oponerse en ir hacia adelante con estas medidas, y negarse a erradicar las prácticas para maicear a los diputados para acallarlos sería una derrota en la discusión pública.

Pero además de la rendición de cuentas a nivel institucional, los legisladores del PAN deberían acceder a medidas de transparencia personal que den cuenta de quiénes son y a qué intereses responden, incluidos los senadores cuyo periodo también concluye en 2018.

Por ello, una medida que me parece indispensable es la de adherirse al movimiento que pugna para que los legisladores presenten sus declaraciones patrimonial, de intereses y fiscal, mejor conocida como las #3de3. Como sabemos, sólo 15 de los integrantes de la legislatura que concluye, casi la mitad de ellos del PAN, aceptaron el reto propuesto por el IMCO y por Transparencia Mexicana para que los ciudadanos estén enterados de qué conflictos de interés podrían estar detrás de su labor parlamentaria. Con este ejercicio, los ciudadanos podrían conocer si quienes integran las comisiones que regulan al sector energético tienen negocios o están cercanos a empresas que podrían beneficiarse o perjudicarse por sus decisiones, o si hay legisladores en la comisión de telecomunicaciones que por sus relaciones personales o familiares han sido favorecidos de alguna manera por los principales grupos de esta industria, o si su patrimonio corresponde a lo que declaran al fisco. Así, el PAN no sólo podría contribuir en poner el ejemplo a otros partidos, sino tamibén poner especial cuidado en la conformación del órgano legislativo, a manera de prevenir caer en las prácticas que han hecho de la actividad parlamentaria una de las de mayor descrédito en nuestro país.

Otra medida que me parece indispensable es la de pedirle a nuestros legisladores que presenten el antidoping. En un país que debate su viabilidad como Estado debido al poder que los cárteles de la droga y el crimen organizado han adquirido, lo de menos es saber si nuestros representantes populares forman parte de ese mercado, y por ende, si sus decisiones para combatirlo podrían ser un tanto débiles, parciales o timoratas, por razones de su adicción.

De todos es sabido cómo muchos legisladores desde comisiones estratégicas han amasado fortunas mediante la asignación de partidas presupuestales para proyectos en las distintas entidades federativas, a cambio de contratos con precios inflados u otras prebendas. De hecho, es común ver durante los periodos en los que se asigna presupuesto a secretarios de finanzas y gobernadores prácticamente acampando en la Cámara de Diputados, sobornando a los legisladores a cambio de ser favorecidos en el presupuesto (lo cual explica en mucho las supuestas asignaciones históricas que entidades como Puebla han alcanzado en los últimos años). Tampoco es raro encontrar diputados sugiriendo a gobiernos estatales y municipales los nombres de despachos contables y de consultoría fiscal para que les lleven sus cuentas públicas, a cambio de interceder por ellos para que la Auditoría Superior de la Federación se haga de la vista gorda en los excesos cometidos.

Sería muy penoso ver que estos episodios ocurran nuevamente, y particularmente que tengan por protagonistas a legisladores de Acción Nacional. Sería penoso que el PAN proponga y conceda que extorsionadores profesionales y mafiosos ocupen presidencias e integren comisiones estratégicas. La regeneración del PAN debe pasar por el Congreso de la Unión, espacio en el que sin duda alguna las virtudes privadas preceden a las virtudes públicas.

Un imperativo para lograr que el sistema anticorrupción funcione es que las instituciones funcionen adecuadamente, y siendo un partido de oposición con números limitados en ambas cámaras, lo menos que se puede hacer es predicar con el ejemplo. Ello ayudaría no sólo a que el Congreso cumpla a cabalidad su misión, sino a que los legisladores tengan la autoridad moral necesaria para cuestionar y auditar a los diferentes órdenes de gobierno. Además, si en verdad el gobierno propone un presupuesto base cero como se ha dicho, ésta sería una gran oportunidad para que se inauguren nuevas prácticas de negociación, discusión y aprobación del mismo, que sean transparentes y democráticas, y sobre todo que tengan al bien de México como finalidad.

La legislatura que comienza, y con ella la bancada del PAN que tomará protesta en unos días, tienen una tremenda responsabilidad histórica. La dinámica y el estilo que este partido imponga en la nueva legislatura, podría sacudir al anquilosado entramado institucional que prevalece en nuestro país, al tiempo de rescatar la mística que caracterizó al PAN durante varios años. Por supuesto, habrán argumentos muy válidos para no hacerlo, particularmente los que genuinamente opinan que hacer públicas sus declaraciones vulnera su seguridad y la de sus familias, o aquella que sugiere que pedirle a alguien que presente el antidoping es una invasión a su privacidad. También habrá quien, mañosa y pragmáticamente, sugiera que para combatir al adversario, hay que jugar con sus mismas reglas y recursos, y por ende renunciar a las canonjías que ha establecido el Congreso sería un acto de suicidio político. 

Sin embargo, rehabilitar al sistema político requiere audacia, autenticidad y radicalidad, y ello tiene su costo. No veo de otra. Si el PAN continúa alejado de la ciudadanía, ajeno a su sentir, participando en el juego de la partidocracia, y siendo cómplice de gobiernos autoritarios y corruptos -aún los del mismo partido-, contribuirá a que el sistema se siga deteriorando. Y éste eventualmente va a tronar. Se que tanto la nueva dirigencia del PAN, como muchos de los diputados electos, inician con suma emoción y altura de miras esta nueva etapa de su vida, planteándose a sí mismos hacer historia. Pues bien: el estilo, el ritmo y la mística que impongan en este arranque serán determinantes para pasar a la historia como una generación que no sólo logró cambiar el rumbo del PAN, sino que corrigió el rumbo de México.

Twitter @jcmondragon / www.jcmondragon.com

 

 

 

 

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Juan Carlos Mondragón

Antes en la política, ahora metido en la academia. Escribo sobre democracia, instituciones, economía política e innovación. Tuiteo desde @jcmondragon